Blog de la asignatura Crítica Teatral 2

impartida por Juan Antonio Vizcaíno


jueves, 10 de junio de 2010

YA SOY LEGAL

Una hora después de comer me encontraba tumbado en el sofá, cervecita en mano, apunto de dormir la siesta. Sólo una cosa podía fastidiar el momento: el telefonillo sonó y me acordé de muchos familiares de aquella persona que llamaba, a pesar de no saber aún quién era.

-Correos.

¿Qué clase de empresa, pública o privada, trabaja a las tres de la tarde? ¿Correo urgente? ¿Habrá pasado algo malo?
Una carta de la comisaría.
(Pausa larga.)
Tras conseguir abrir el sobre pude leer la fecha en la que debía acudir a la sección de extranjería, citado para poner mi huella dactilar y finalizar de ese modo mi tramitación del permiso de residencia en España. Mi vida ha cambiado por completo de la noche a la mañana. ¡Qué bien, ya soy un legal!
Me han dado un papel que legitimiza mi existencia en un territorio concreto. Me siento mucho mejor. Cinco años luchando para conseguirlo y aquí está, el pase VIP para un inmigrante del este.
A partir de entonces voy tranquilo por las calles, sin temor a nada. ¿Qué importa si me meto en una pelea y lesiono a alguien? ¿De qué necesito preocuparme? Ya soy intocable. Puedo incluso dedicarme a delinquir conscientemente sin temor a que me deporten. Ya soy legal.
Antes me llamaban “ilegal” señalándome con el dedo índice; en el colegio me insultaban, en el instituto me despreciaban, me decían “sin papeles” y se reían en mi cara, a pesar de que dominaba el castellano mejor que la mayoría de ellos. Sin embargo ahora todo se ha puesto del revés, ahora tan sólo pueden llamarme “p. extranjero de m.” o “ruso asqueroso”. ¿Y a mí qué? Mi dignidad no queda dañada ahora que soy legal.
En el trato con un policía facha ya no debo tener miedo a que me agreda verbal o físicamente o que consiga romper la integridad de mi dichosa dignidad. El Estado Español me protege bajo un escudo con la silueta taurina.
Soy legal, la gente me trata bien, como paella los domingos y saboreo como el que más el bocadillo de jamón con aceite de oliva, tomate, queso curado y una pizca de eneldo.
Fuera queda el estrés, pero dentro el dilema: ¿realmente ha cambiado algo desde que soy legal?

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