Cargado de buenas intenciones Don Antonio Machado hace un retrato de lo que en principio debiera ser un periódico. No pretende ser una crítica. Los periódicos son igual de necesarios que los idealistas. Unos y otros nos reconcilian con lo mejor de nosotros y le devuelven a uno al paraíso de las cosas que debieran ser y que no son. De todas formas, quiero pensar que algo queda bueno en nosotros sí somos capaces de inventar. Se constata en este escrito que Don Antonio Machado es en el buen sentido de la palabra, pues eso: bueno.
O quizás los periódicos de principios de siglo, así como sus gentes y sus comunidades eran, como decirlo, buenos. Quizás mantenían el brillo de una inocencia recién estrenada y servían, no sé, para informar. O quizás solo había un periódico y en muchos kilómetros a la redonda no había ningún otro con el que entablar una guerra carnicera que le obligara a manipular el contenido de sus noticias. O quizás estaban plagados de buenas noticias.
Sí, como no se me había ocurrido. Seguramente en las fotos de sus portadas sacaban presidentes de verdad, quiero decir no títeres con asesor de imagen y sonrisa ensayada, sino presidentes de esos que se ocupan de los países y que en los periódicos (de sus países) no vuelva a ser portada que se cae la economía (de un país) inexplicablemente, o que no hay trabajo para un montón de gente. O que una red de políticos que se llaman así mismos con nombres raros, como de comic de ficción, han llevado a cabo una malversación de fondos si bien muy real no por ello menos increíble. No sé si les pasa, pero a mi imaginación le cuesta acariciar esas sumas de dinero. Para algunos, miles de euros nos suenan igual que millones. No los tenemos y punto.
El texto de Antonio Machado no es solo bueno. También es bello. De cuando ambas palabras obedecían a un mismo concepto. Que tiempos.
Ana María García
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