Blog de la asignatura Crítica Teatral 2

impartida por Juan Antonio Vizcaíno


sábado, 12 de junio de 2010

Ya soy encargada

Las jerarquías. Qué invento. Dice mi mente, que no mi boca, porque cuando eres camarera las cosas se piensan no se dicen. Es la única ventaja de ser un currante por debajo del poder de otros: Se desarrolla muchísimo la imaginación. Por eso los jefes de los bares procuran que todos sus empleados sean artistas. Porque saben que un trabajador con una imaginación más de andar por casa les pega un puñetazo al segundo día. Un artista puede estar sonriendo y estar cometiendo crímenes al mismo tiempo.

- Oye ponme una caña, haz el favor que te la he pedido hace tres horas.
- Disculpe, ahora se la pongo.
Y lo que piensa una camarera, mientras sonríe, lo dejo a la imaginación del lector.
Es justo en ese momento cuando llega tu encargado y te dice
- ¿Pero qué pasa todavía no has limpiado la siete? Date vida.
Y mientras la mente de la camarera acaba con la del encargado: La vida. También imagina el día en que ella misma será la encargada. Primero se suceden las fantasías de venganza y una se dice a sí misma que cuando sea encargada se va a dar la buena vida y va a trabajar más bien poquito. Pero poco después la conciencia de la pobre camarera entra en conflicto con su educación cristiana y se dice a sí misma: No. Cuando yo sea encargada voy a ser justa. La más justa y la más buena.
Serás la mediadora perfecta entre el jefe y los empleados, no darás nunca órdenes arbitrarias, jamás azuzarás al subalterno como si fuera un buey de carga, no consentirás los dimes y diretes, el diálogo será la base, harás visitas al almacén como todos los demás, no pagarás tu mal humor con el subalterno, el cliente no tendrá siempre la razón, no chivarás, no cobrarás más.
Y una vez elaborados los diez mandamientos, cinco días por semana, la vida le besa a una en la boca con todo su mal aliento y un buen día su nuevo jefe en su nuevo trabajo, con un brillo en los incisivos, le dice
YA ES USTED ENCARGADA.
Lo primero que observa una responsable, eufemismo que me deja muchísimo más tranquila, es que cuando dice buenas tardes le contesta una espalda. Al principio piensa que la espalda tiene muchas cosas que hacer, así que se acerca a otro compañero y le dice con su mejor voz
- Buenas tardes.
- Ey. - contesta su espalda.
Qué bien ya soy encargada- me digo a mi misma
A lo segundo que atiende una buena responsable es que su visión se desarrolla. Sagaz como la del halcón y en diferentes planos, como la de la araña común. En ocasiones esa visión tiene un radio de alcance que trasciende los confines del bar en el que trabaja e incluso los poderes ordinarios de la visión física. Así, una responsable está durmiendo en su cama y se despierta sobresaltada a las tres de la mañana por un extraño llamado del más allá
- Dios mío la calefacción
- Yo la enciendo- dice su pareja entre sueños.
- Me he dejado la calefacción encendida. Estoy segura. El bar está ardiendo en llamas. Estoy segura.
Y así la pareja se acerca al bar en zapatillas de casa para comprobar que la calefacción está apagada y mantienen una discusión memorable en medio de la oscuridad.
Qué bien ya soy encargada.
Una de las cosas que ha de tener en cuenta un responsable es que su trabajo es de naturaleza un tanto abstracta y que tiene que reinventar su cargo varias veces al día. Con razón las espaldas se dicen entre sí:
- ¿Y ésta es la encargada? Pero si no manda.
Inútil explicarles que considero que las órdenes han de ser una medida excepcional. Para ellos si mandas eres una bruja y si no mandas una pringada. No existe término medio.
Qué bien ya soy encargada.
Esta mañana me he mirado al espejo. Tengo ojeras. Me he pesado. He perdido tres kilos en una semana y lo peor de todo es que me he mirado a mi misma a los ojos y he descubierto que me ha cambiado el gesto. De verdad. Tengo una expresión extraña:
Como de pedir perdón eternamente.
Qué bien ya soy encargada.
Ana María García

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