Blog de la asignatura Crítica Teatral 2

impartida por Juan Antonio Vizcaíno


viernes, 31 de diciembre de 2010

OJOS QUE NO VEN... (Crítica Biutiful)

Dirección: Alejandro González Iñarritu
Interpretes: Javier Bardem, Maricel Álvarez, Diaryatou Daff, Cheng Tai Shen, Luo Jin, Guillermo Estrella
Guión: Alejandro González Iñarritu, Armando Bo, Nicolas Giacobone
Fotografía: Rodrigo Prieto
Música: Gustavo Santaolalla
Productora: Menageatroz, Ikiru Films
Género: Drama
Nacionalidad: España, Méjico
Duración: 147 minutos
Estreno: 3/12/2010

Para contemplar la belleza hay que tener los ojos bien abiertos, porque puede encontrarse escondida detrás de las ortigas.
Biutiful es una historia sobre realidades a las que las sociedades del primer mundo permanecemos indiferentes; de los gritos que se vuelven silenciosos a nuestros oídos sordos y las lágrimas invisibles a nuestros ciegos ojos. Miramos hacia el televisor, indiferentes, las noticias de países lejanos. Tal vez dejamos salir un leve suspiro casi imperceptible y olvidamos lo que hemos visto al pasar a la siguiente noticia. En nuestras propias calles, todo ocurre a tiempo real, oculto a nuestros ojos. El tercer mundo esta al otro lado de la pared. También la muerte.

En esta producción confluye el trabajo de tres grandes talentos en diferentes disciplinas, dando lugar a un resultado homogéneo y diferenciador. Estos talentos son el director y guionista Alejandro González Iñárritu, el actor Javier Bardem y el músico Gustavo Santaolalla. Los tres plasman en su composición un largo adagio impresionista. Un ritmo constante entre la compresión y la descompresión; fluidez de las sensaciones para luego volverlas a contener en el distanciamiento. De la misma manera los sonidos también son intimistas, como lo es el latir de los protagonistas en sus abrazos, que registran por un micrófono pegado al pecho, el roce de las ropas y la pulsión del corazón. Dice mucho de esta percepción impresionista que el mismo Director confiesa haberse topado con el germen la historia acto seguido a escuchar el “Concierto para piano en Sol Mayor de Ravel”.
Iñaritu demuestra una vez más que no sólo es buen guionista. Es también un hombre de cine; un cineasta con nombre propio; un artista con un conocimiento real sobre el medio, tocado por una intuición y sabiduría de la que muy pocos están verdaderamente dotados. En sus películas, y sobre todo en las dos últimas, se encuentra manifiesto su conocimiento sobre los mecanismos narrativos y visuales.
Iñaritu, viajante desde su juventud, es un eterno inmigrante que navega entre lo extraordinario y lo puramente íntimo. En Babel unía en la misma historia dos continentes, cuatro países lejanos, cuatro culturas, cuatro lenguas distintas. Cansado de la empresa que supuso este rodaje, en Biutiful rescata los mundos remotos y añade el de la muerte, llevándolos a lo local y centrados en un solo personaje que es el hilo conductor.

Biutiful es una tragedia intimista, condensada mediante innumerables planos cortos que transportan al interior del personaje. Posiblemente la inserción de planos generales sean utilizados para fotografiar la multitud de personas inmigrantes que sufren los efectos desiguales de un paraíso inexistente. Tal es el caso del plano en el que yacen los cuerpos de los inmigrantes chinos esparcidos a los largo de una de las playas de Barcelona. Una panorámica de cadáveres en el campo de una silenciosa batalla así como de la persecución de los que tan sólo quieren sobrevivir.
En Biutiful podemos ver una sociedad que explota a los que vienen de lejos, pero también a los suyos, tanto en lugares remotos como dentro de su propio país (algo de lo que no estamos tan alejados en España). Este es el caso de la emergente economía china en el mundo global.

El personaje de Uxbal, encarnado con maestría por Javier Bardem, es un inmigrante en su propio país, como otros tantos llamados “charnegos”. Uxbal es a su vez victima y verdugo, buen samaritano y explotador, un intermediario que oscila entre la vida y la muerte, entre lo cotidiano y lo sobrenatural, un rey local siempre tocado por la marginalidad. Uxbal es, en esta historia, la conexión con los mundos de los que occidente o el primer mundo no quiere saber.

El primer mundo, cada vez más, engloba sociedades de fríos tanatorios que no vela a sus muertos. Individuos que se tapan los ojos en un hospital ante la presencia de la sangre y los abre de par en par en la sala oscura ante un film de terror y vísceras. La muerte y la miseria se vuelven aceptables si son tratadas como espectáculo, detrás del cristal o la barrera.
En Biutiful podemos encontrar escenas de una angustia tal que superan al vacío de las tantas producciones del género de terror. El contacto con la muerte es en cierto momento del metraje, terrorífico a la vez que emocional y mágico. Una mezcla de sensaciones por las que ya vale la pena ver el film.

Es posible que castigar a personajes trágicos con una enfermedad como el cáncer sea un recurso bastante utilizado en nuestros tiempos. Pese a todo, en esta historia no de habla del cáncer, ya que no se menciona en ningún momento, sino de la enfermedad de la sociedad. El padecimiento del personaje de Uxbal es un viaje hacia la muerte a ritmo de réquiem, camino de la redención.



MÁXIMO CRECIENTE

martes, 21 de diciembre de 2010

SIN SANGRE EN LAS VENAS. Crítica Drácula

¿Qué ocurre si al gallo le arrancamos las plumas? La respuesta es que queda un pollo desplumado.
En esta versión del más famoso vampiro de la historia, el dramaturgo Ignacio García May realiza un ejercicio de depuración sobre el mito. Tal y como si saliese de un salón de belleza, se la han eliminado aquella capa tan pasada ya de moda, se le han limado las unas, arrancado los comillos, limpiado cualquier resto de sangre, eliminado el erotismo, y lo que es más importante en su hazaña: extermina el género que le dio a conocer.
Es entonces cuando, como espectador, uno llega a preguntarse: ¿Si el autor no quiere hablar de la esencia de Drácula, por que no habrá elegido otro tema?
En esta versión García May nos adentra en una visión chejoviana del mito aunque conservando cierto tinte romántico. Una puesta en escena en la que se vale de lentos diálogos declamados desde el más puro hieratismo de sus interpretes, los cuales se ven empequeñecidos por la amplitud de la escenografía. Alicia Blas, la escenográfa, realiza un ejercicio de limpieza vistiendo el escenario mediante grandes y altos paneles verdes que parecen crear sensación de angustia y desequilibrio. Si bien, esa sensación contribuye a la historia, también hace al espectador temeroso de que uno de estos paneles caiga encima de alguno de los actores, sin mucha sangre en las venas como para salir corriendo. Es en la dirección sobre la que recae el estatismo de los mismos, ya que da la sensación de que se les ha dirigido como a soldaditos de plomo, bien aferrados al suelo del escenario, no vaya a ser que se escapen. De todos ellos puede rescatarse a José Luis Alcobendas, en el papel de Drácula, el cual se salva, pues parece que se ha dirigido el solo.

Un mito tan fuerte como Drácula está inevitablemente ligado a su género. Si bien parece acertado deshacerse de los dientes, la niebla, los aullidos, los colores oscuros y toda esa imagineria a la que la Hammer nos tenía acostumbrados, no lo es tanto eliminar la esencia de lo puramente siniestro, del erotismo y de la sangre, ambos tan ligados al espíritu romántico.
El mito debe ser reconocible sin que para ello haga falta tener que enunciar el nombre “Drácula”, aunque sea el mito depurado. Dejando de lado la alquimia del Profesor Abraham Van Helsing enamorado de las ciencias ocultas, en esta versión se nos adentra en el misterio desde la visión freudiana de un psicoanalista en practicas.
Sobriedad máxima, que con los arreglos de Ana Sebastian, también estampa el vestuario de los personajes. Un detalle que, a decir verdad, hace un favor al personaje de Drácula, en el sentido de que ha sido esmeradamente tratado, pues marca la diferencia de lo extraño, a la vez que la elegancia de un hombre de otro estrato y cultura. En el vestuario todo es mesura. Hasta que de pronto aparece el personaje de Lucy-muerta enfundada en un vestido que ni los de Ágata Ruiz de la Prada. “!Jande mooor!” ¡Parece que en el otro barrio deben pasarlo bastante bien!
Sobre si en esta ambiciosa producción del Centro Dramático Nacional existen hallazgos, que es de lo que parece tratarse, haberlos hailos. También los hay en montajes con mucho menos presupuesto.
En fin. Para la próxima habrá que ver quien nos sale con “Fiebre del sábado noche” a lo Chejov. Otro hallazgo similar sería presenciar a un Tony Manero que se alivia bailando polkas.

Dramaturgia y dirección: Ignacio García May.
Intérpretes: Eduardo Aguirre, José Luis Alcobendas,
Rocío León, Rafael Navarro, José Luis Patiño,
Iñaxi Rikerte, Rosa Savoini Xenia Sevillano.
Música: Eduardo Aguirre de Cárcer.
Escenografía: Alicia Blas.
Iluminación: Luis Perdiguero.
Vestuario: Ana Sebastián.
Del 3 de diciembre de 2009 la 10 de enero de 2010

MÁXIMO CRECIENTE

"La aurora de Nueva York gime"

Existe un país en el mundo que se llama España. En España existe una ciudad que se llama Granada. En Granada existe un barrio que se llama el Albaicín. Pues justo en ese barrio, en el Albaicín, aprendió Enrique Morente lo que pudo del flamenco. Bien poco tiempo tuvo, porque a los 15 años se marchó a Madrid a buscar maestros en los tugurios más oscuros y en los tablados más notables. Porque los maestros están en cualquier parte y en ningún sitio. Él decía eso, que los maestros no existen, que en el flamenco todos son discípulos.

Enrique Morente se ha muerto a los 68 años después de darle la vuelta al mundo, después de saltar del Albaicín a la Séptima Avenida, de Granada a Nueva York. Y todo porque nunca cantaba igual. Se empeñó en aprender, fusionar e investigar, una vez más, todo lo que pudo. Cantó a Lorca a Cohen, se dejó tocar la batería y el bajo. Cantó con su hija, con sus amigos, solo.

La grandeza del inconformismo hizo de él un no gitano ecléctico capaz de llevar su repertorio hasta el Carnegie Hall. Para ser criticado por los puristas, que consideraron y considerarán que su camino no provocaba más que la destrucción de las raíces, y para ser aplaudido por neófitos y compañeros, que consideraron y considerarán que gracias a él, el flamenco tiene pulso.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Lo que importa y todo lo demás

Hay cosas que todavía pinchan, hay cartones de leche caducada que nos empeñamos en beber a pesar de saber que es algo inútil, algo que nos hará vomitar y morirnos por dentro. Hay cosas que huelen a podrido, a capítulo acabado, hay cafés demasiado dulces o con aroma a chocolate blanco, hay copas vacías en bares vacíos con gente vacía. Hay reductos del alma que pintar con rotuladores negros, negro sobre negro y más negro sobre ese negro caduco.
Hay la vida con sus neuras neurosis psicosis pastillas para dormir y cera en el pelo. Y esa otra vida que es la que no contamos. Hay letras que se escriben en vasos de ron y otras que mueren en el último tercio de una tarde de primavera. Hay te quiero importantes como una sombra y otros que se dicen en un apretón de piernas. Hay carcajadas, miradas adolescentes, orgasmos múltiples y corridas en tapicerías de cuero.
Hay lo que olvidamos y lo que dejamos caer, hay carreteras sin salida y desvíos a nivel, hay amigos de una noche y noches llenas de amigos, hay amigos de amigos, gente que conocemos un día y nos olvida al siguiente, hay cuentas hacia atrás, hay promesas de última hora y de primera, hay buenos y malos, hay esperanzas y desengaños y visitas a la taza del váter y puñetazos en paredes y comida japonesa y paseos por calles ruidosas. Hay un transcurrir lento de todo y de nada, y hay prisas y nada que comer. Hay drogas y otoños de hojas caídas y botones sin ojal y amores que caducan y otros que no empiezan. Hay mensajes sin abrir y mensajes con mentiras. Hay libros y copas de vino y ordenadores portátiles y vidas portátiles y sentimientos portátiles que guardar en un bolsillo hasta perderlos. Y luego hay lo que somos y lo que creemos ser. Y las cosas casi nunca huelen felices.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Noche improvisada

Tablero 37. Quilosá Teatro

Espectáculo de improvisación.
Intérpretes: Alba Soto, José Casasus, Miguel Ángel Rodríguez, Juan Gutiérrez, Yago García, entre otros.
Lugar: Los Jacintos

La respuesta a la temida pregunta, "¿qué hacemos esta noche, que hace frío?", es bien sencilla. Además de encender la chimenea, intentar reproducirse o salir a correr, puede uno sumergirse en lugares como Los Jacintos, recinto de dudosa legalidad, pero de encantador y cultural ambiente.


Por el módico precio de 3 euros, y junto a una cerveza comprada en el chino, se puede disfrutar de espectáculos como Tablero 37, de Quilosá Teatro. Los dados marcan la casilla, el número de casilla la prueba a realizar y el presentador elige los participantes de entre un grupo de actores. Es importante señalar la participación del público, compuesto por amigos de la compañía, gente extraña y fans incondicionales, que resulta tan divertida como la imaginación de los propios intérpretes. No se asuste, también es posible permanecer inactivo en un rincón.


Es posible reírse, olvidarse de que el juego del tablero dura dos horas y obviar la incomodidad del asiento. Todo gracias a la agilidad mental, la comicidad y la pericia de los actores que integran la compañía. Otra compañía de amigos con formación multidisciplinar que demuestra, no sin la aportación del local, que sigue siendo posible hacer y ver teatro sin parafernalias y sí, por desgracia para ellos, sin cobrar. Sin duda, se merecen un bolo.

Gran pérdida para el teatro clásico

 
Fernando Urdiales, nacido en Valladolid hace 59 años, falleció el pasado sábado 11 de diciembre a causa de unas complicaciones tras un trasplante de hígado realizado diez años antes. Con él se perdía uno de los mayores recuperadores del teatro clásico español que ha dado el mundo de las tablas. Y precisamente lo notable de este gran impulso al teatro del Siglo de Oro, es que se había dado desde una iniciativa privada.

Urdiales, licenciado en Medicina, había tenido su primer contacto con el teatro universitario a la vez que estudiaba la carrera en su ciudad natal. Posteriormente compaginó su faceta de médico y su trabajo como actor en diversas compañías de Castilla y León. Al poco decidió abandonar todo lo demás para dedicarse a la suya propia, fundada en 1982, y una de las más importantes en la escena castellana: la compañía Teatro Corsario. Para ella dirige todos los espectáculos excepto los de títeres, y actúa en sus propios montajes hasta 1993.

A los cuatro años de la creación de Teatro Corsario, comienza sus escarceos con el clásico español, estrenando un montaje sobre los Pasos de Lope de Rueda, más o menos al mismo tiempo que la puesta en escena por Adolfo Marsillach de  El médico de su honra de Calderón, en 1986, en la sede madrileña de la entonces recién fundada Compañía Nacional de Teatro Clásico. Desde aquel momento las incursiones de Teatro Corsario en nuestro gran legado teatral fueron bastante frecuentes. En el listado de obras se encuentran cuatro de Calderón de la Barca, dos de Tirso de Molina, un montaje con entremeses barrocos, y cuatro comedias de Lope de Vega. También estrenó un montaje inspirado en la imaginería barroca castellana titulado Pasión, narrando algo tan ligado al teatro como la Pasión de Cristo. El resto de autores están bastante distanciados entre sí, como Peter Handke y Arcipreste de Hita, o Antonin Artaud y Jardiel Poncela.

Puso en escena, siempre con Teatro Corsario, casi 30 espectáculos, y fue también impulsor y director desde su creación en 2006 del Festival de Teatro Clásico de Olmedo, en la localidad vallisoletana del mismo nombre. Este año 2010 había dirigido para su estreno dentro de la 5ª edición del Festival Olmedo Clásico, el que iba a ser su último trabajo, precisamente El caballero de Olmedo, de Lope de Vega, consiguiendo con él su último galardón: el premio concedido por el público al mejor montaje. Su pretensión era que cada año en el Festival se estrenase un montaje distinto de esta obra, no necesariamente en lengua castellana. Otros premios en su haber son el Premio Max Revelación por La barraca de Colón en 2007, y el Premio Castilla y León de las artes 2004.

Teatro Corsario mostrará en gira por España aún en el 2011 dos espectáculos dirigidos por Urdiales: El caballero de Olmedo, y Pasión, como legado de este gran hombre de teatro.

 

nico guau

 

  

Los abrazos que duelen

La máquina de abrazar de José Sanchis Sinisterra. Sala: Guindalera. Actrices: Elia Muñoz y María Pastor. Espacio Escénico y Dirección: Juan Pastor. Producción: Teresa Valentín Gamazo.

Lo que más detestaba de niña Temple Grandin era un buen abrazo. Sobre todo si se lo proporcionaba espontáneamente algún ser querido. Algo que cualquier persona no aquejada de autismo agradecería, de no estar estresada, enfadada o simplemente poco cariñosa. Hoy Temple Grandin, prestigiosa Científica Animal se deja fotografiar rodeada de fans en actos públicos. Lo que demuestra que el autismo, como cualquier otra condición puede ser un punto de partida en vez de una limitación. Temple Grandin sustituyó los abrazos convencionales por la presión mecánica de una máquina destinada a aplacar el nerviosismo del ganado. Parecía tener más en común con los animales a los que visitaba en la granja de su tío, que con las personas con las que se encontraba obligada a convivir a diario. Hizo de esta circunstancia un modo de vida. El caso de Temple Grandin es recogido por Oliver Sacks, neuropsicólogo y escritor, en el libro Un Antropólogo en Marte.

Oliver Sacks hace de su terapia y de sus pacientes carne de ficción, como haría Sigmund Freud con sus famosas histéricas. A su vez el dramaturgo Sanchis Sinisterra, llevará a las tablas uno de estos casos como en su momento fue llevado El extraño caso de Dora.

El extraño caso de Temple Grandin, cargado poesía y lirismo, es retratado por el célebre dramaturgo, en una de sus últimas obras: La máquina de abrazar. El mecanismo dramático que presenta Sanchis Sinisterra en esta obra recuerda al diseñado por Juan Mayorga en Copito de Nieve. Dos personajes: un monstruo, en el mejor calderoniano sentido de la palabra, y su custodio. Encarnados en la obra de Sanchis Sinisterra, por una psicóloga neurótica y una lúcida paciente autista, valga la paradoja. Ambas exponen su caso en un ciclo de conferencias dónde se tratan asuntos de mucha más envergadura y sobre todo de mayor trascendencia económica. Tienen también estos dos personajes algo de Quijote y Sancho Panza persiguiendo su particular quimera. Sanchis Sinisterra gusta de utopías como demuestra en Ay Carmela o la recién reestrenada El Cerco de Leningrado.

Juan Pastor apuesta por una escenografía austera: un par de sillas y un atril de metacrilato, además de una pantalla dónde Iris va proyectando imágenes de sus queridos animales y plantas. El resultado es cierta atmósfera beckettiana, tan particular como el paisaje interno de su protagonista. Mayor cantidad de elementos habrían despistado la atención de la verdadera escenografía: el despliegue interpretativo de las actrices. Cabe destacar la magnífica e intensa actuación de María Pastor que a partir de tres sencillos rasgos que le sirven de base, un guiño, un movimiento de manos y una cadencia ronca, compone un personaje conmovedor no por ello exento de sentido del humor.

A lo largo de la obra paciente y psicóloga empequeñecen ante un mundo agresivo y cada vez más amenazador que va demasiado deprisa. Demasiado para la gente como Iris que posee otro sentido del tiempo. Entre tanto Iris se ha dejado abrazar en los momentos de mayor estrés por la máquina, sabiamente sugerida detrás de una pantalla. Máquina que funcionará como metáfora del aislamiento afectivo que no sólo sufre Iris, sino todos los que vivimos proyectándonos al futuro en vez de vivir el presente y pensando en cómo tener cada vez más en menos tiempo.

A medida que se quedan solas se van mirando la una en la otra, en un efectivo juego de espejos, para descubrir finalmente que tienen mucho más en común y están mucho más solas de lo que pensaron en un principio.

Después de un emotivo final, el público se rindió en un cálido aplauso ante este espectacular dúo tragicómico.

Ana María García

domingo, 12 de diciembre de 2010

ASÍ DA GUSTO QUE TE DETENGAN. Crítica policial

En el distrito de Chamberí tuve la gran oportunidad de presenciar en acción al sargento de policía Eusebio Palanca en mis propias carnes. Para llamar su atención y por consiguiente, ser detenido, robe un kilo de peras y me las comí desnudo en la mitad de un paso de cebra entre la confluencia de la calle de Santa Engracia con Luchana ante el resto del público.
Para los que debido a nuestro lugar de residencia, estamos acostumbrados a presenciar robos, asaltos con intimidación u otros tipos de delitos, Eusebio marca una gran diferencia.
Y es que hay que ver lo bien que detiene este hombre.

Arresta con autoridad. Aunque con una suavidad tal, que parece que las eposas te entran como la seda. Reprende y alecciona, aunque con tanta sabiduría que uno no tiene fuerzas para contradecirle. Más bien dan ganas de pedirle que te de un buen mamporro. Y es que en esta vida se establecen contactos mínimos en los que de manera esporádica bien puedes sentir que has encontrado a tu amor platónico.

Desde que Eusebio entro en acción, se han producido notables cambios en el distrito. La fauna propia del barrio ha perdido los papeles con tal de tener un contacto con el policía. Pijas, mujeres de mediana edad, camellos de alto standing, gays freelance con sus perros híbridos y heterosexuales que no se enteran, componen hoy en día el perfil de la nueva delincuencia.
Las señoras de bien, asaltan a sus propias vecinas solo por el placer de ser detenidas. Eusebio no da abasto con tanta libido criminal, ansiosa por un contacto policial esporádico. Eusebio Palanca, un modesto funcionario, se ha convertido en las últimas semanas en el ajusticiador poético-sexual de la clase acomodada.

¡Qué fácil sería emprender una carrera criminal si todos los funcionarios fueran así!
De momento el barrio tiene a Eusebio. Lo malo es que el nivel de delincuencia esta creciendo desorbitadamente entre las clases altas. Las señoras se roban el botox y se arrancan los hilos de oro las unas a las otras. Un espectáculo de clones de Palomas San Basilio arrancándose la piel a pedazos. Todo por un poquito de calor policial. Honestamente, la realidad que rodea a este distrito no puede ser más preocupante. Por el momento, la mejor estrategia para erradicar esta delincuencia de alto standing es destituir al señor Palanca. Por esto mismo conviene asistir por los alrededores del distrito de Chamberí antes de que el espectáculo termine sin prórroga posible. Si es que uno no puede ser tan bueno en lo suyo.


MÁXIMO CRECIENTE

Lugar: Alrededores del barrio de Chamberí
Hora: Todos los días de la semana de 00:00h a 23:59h. O bien hasta que acabe la delincuencia.
*Nota: Es importante permanecer atento a los días de libranza de Eusebio.

UNA VIDA AZAROSA PARA UN MONTAJE MEDIDO

“Total libertad”. Es lo que el director del Teatro Español Mario Gas ofreció a Josep María Flotats, un gran hombre de teatro con solvente trayectoria, para la elección de su montaje. Los elementos resultantes son un biopic, dos grandes dramaturgos, el teatro dentro del teatro y un gran reparto.

Con Beaumarchais asistimos a un montaje en el que convergen tres hombres de la escena. De esta manera Flotats hace carambola uniendo su prestigiosa trayectoria a la de dos hombres del teatro, llevando así a escena la obra póstuma del dramaturgo Sacha Guitry sobre la vida del controvertido Beaumarchais; ambos con numerosos paralelismos en su vida social y creativa.

“Libertad” para elegir un texto que nunca llegó a ser estrenado e “independencia” para dirigirlo e interpretarlo como Guitry solía hacer con sus `propias obras. Libertad e independencia son a su vez dos de las máximas sobre las que se proyectó la vida del polifacético Beaumarchais. Ideas que mediante su mordacidad e ironía supo plasmar en sus dos más famosas obras: “El barbero de Sevilla” y “Las bodas de Fígaro”, por las que continúa siendo recordado como dramaturgo. Dentro de estos textos se hallaban el germen de lo que, años más tarde daría lugar a la revolución francesa y americana.

A modo de comedia, la obra de Guitry es una pasarela por la que desfilan personajes históricos; un museo de cera viviente compuesto por viñetas en las que se plasman escenas ficcionales que pudieron tener lugar en la fragua de los relevantes cambios que tuvieron lugar en la vida política e histórica de Francia y Estados Unidos.
Si bien por una parte resulta curioso ver aparecer a tantos personajes reconocibles como si de un parque temático se tratara, la estructura dramática queda empobrecida debido a la carencia de unión y acción en las escenas.

Con el trabajo de Flotats, esa libertad que le fue otorgada queda mermada en el resultado, ya que queda la sensación de estar viendo un montaje muy costoso y cuidado para una puesta en escena poco arriesgada. Cuidado en lo que al impecable reparto se refiere; poco arriesgado al avalarse con conocidos profesionales del teatro para reducir riesgos. Tales profesionales son los pícolos italianos : Ezio Frigerio, que en esta ocasión se ha valido de simples y llanas proyecciones de las imágenes tomadas por el fotográfo Mássimo Listri sobre un escenario casi desnudo a modo de los telones pintados que ambientaban las escenas en la Commedia dell’arte y el esmerado vestuario de Franca Squarciapino.

Podría considerarse que Beaumarchais es una comedia donde, aunque se encuentran dosis de fina ironía, no existen situaciones cómicas. Es en la dirección de los actores donde puede hallarse la comicidad. De los treinta y dos interpretes que dan vida a más de sesenta personajes cabe destacar la interpretación del propio Flotats, que caracteriza al personaje de Beaumarchais con un tono entre la frivolidad, el refinamiento y la burla de un secundario de revista, así como el trabajo de María Adánez, Raúl Arévalo con el ambiguo y Caballero d’Eon en una de las mejores y cómicas escenas de la obra y Constantino Romero en el Papel de Benjamin Franklin en otra gran escena de juego idiomático.

Con todo merece la pena asistir a la dramatización de la vida de unos de los hombres más envidiados, admirados y odiados de su época y la suma de la encarnación de otros tantos personajes que tuvieron relación directa o indirecta con Beaucharchais.

Beaumarchais de Sacha Guitry.
Dirección de Josep Maria Flotats.
Teatro Español de Madrid. Hasta el 23 de enero de 2011.


MÁXIMO C
RECIENTE

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Sin preámbulos

 

Fui al teatro, pero por una confusión, no pude entrar. No hubo forma de ver la función. Así que paseé calle arriba, calle abajo, sin saber qué hacer. Y a los cinco minutos visité una librería de teatro, y de ello hablé con el librero. Hojeé algunos libros, le pregunté por otros, dispuesto a comprarlos si los tuviera; ya que no había podido entrar a ver la función, quería irme con algo bajo el brazo, preferiblemente barato y pequeño. Pero aquel hombre no tenía nada de lo que le pedía, sólo una conversación inagotable. Y de repente entró en la tienda una señora que yo conocía, la madre de un amigo. Salí con ella mientras me decía que no había podido ver la obra de las 8 y media, la siguiente a la que no pude ver yo, que era a las 8 de la tarde. Así que allí andábamos los dos, sin teatro. Sin nuestro vicio. Y de repente ella dijo la frase clave: "¿nos tomamos algo?" Yo contesté que por supuesto. Y fuimos a un sitio que conocemos ambos bastante, un bar al que va el público (que siempre tiene razón), después de ver la función en diversos teatros de sus alrededores. También van lo actores, y se puede ver muchos a eso de las 10 de la noche. Y entonces, allí, a la barra del bar con un vaso en la mano, me percaté de algo importante, muy importante para mí, algo que iba a cambiar mi concepción del mundo. Me di cuenta de por qué me gustaba el teatro. Tantos años intentando descubrir si lo que me movía eran sus argumentos, sus actrices y actores, sus personajes trágicos o cómicos, el hecho teatral en vivo que es distinto cada día... Nada de eso. Tampoco era la pasión que algunos ponen en llevar a cabo sus proyectos, ni el verme reflejado en un personaje o identificarme con un rasgo de algún otro, o reír allí dentro, o llorar, o salir purificado, renovado... Ni aprender de lo que les sucede a los personajes para no repetirlo. Ni me gustaba la música, los decorados, o la estética de algún espectáculo concreto. NO. Lo que verdaderamente me hacía feliz del teatro era: el  bar, tomar algo, la charla sobre lo que se ha visto y lo que no, el momento de después, ¡¡¡LO QUE ME GUSTABA DEL TEATRO ERAN LAS CAÑAS!!! No me lo podía creer, tantos años engañándome a mí mismo, intentando creer lo que no es, tratando de alcanzar imposibles... Habíamos ido a tomar algo directamente, sin preámbulos, sin tragarnos el tostón de turno. Ahora me lo explico todo, ahora comprendo la necesidad que tengo de ir cada tarde al teatro. Maldición, ¿cómo no me di cuenta antes?... La madre de mi amigo me dio la razón cuando se lo conté. Estaba totalmente de acuerdo, se dio cuenta de que pensaba lo mismo que yo. Exactamente lo mismo. Y ahora que escribo esto, pienso que seguro que no somos los únicos.

 

nico guau

 

 

martes, 30 de noviembre de 2010

El Flotats se va a acabar

BEAUMARCHAIS
Dramaturgia y dirección: Josep María Flotats. Escenografía: Ezio Frigerio. Vestuario: Franca Squarciapino. Iluminación: Vinicio Chelo. Audiovisuales: Sergio Metalli. Reparto: Josep María Flotats; Pedro Casablanc; María Adánez; Carmen Conesa; Ramón Barea; Constantino Romero; Richard Collins-Moore; Raúl Arévalo; José Gómez y otros. Teatro Español. Del 30 de Noviembre de 2010 al 23 de Enero de 2011.


Beaumarchais, de Sacha Guitry, se pone por primera vez sobre las tablas sesenta años después de haber sido escrita. Guitry escribió sobre Pierre-Augustin de Beaumarchais, mostrando a un hombre acusado del asesinato de sus dos primeras esposas; un hombre mezclado en política; un hombre que tuvo que enfrentarse a varios pleitos judiciales; y, por último, un hombre que apoyó la Guerra de la Independencia de Estados Unidos. Todo en pos de la libertad. Y a todo eso se le suma la autoría de El barbero de Sevilla y Las bodas de Fígaro. Un extenso recorrido por la Francia del S. XVIII de la mano de un personaje no tan conocido como se podría pensar.
Flotats recoge el texto y muestra a un autor que, además de escribir la obra, la pone en escena junto a su compañía, algo que no sucedió en su momento debido a la falta de recursos del autor. Se pone en la piel de Guitry, y Guitry se nos presenta interpretando a Beaumarchais en sus múltiples facetas. Una vez más, se atreve con la dirección y se reserva el papel protagonista. Un papel que se le escapa de las manos. Junto a un elenco de actores de gran calidad, y definitivamente poco aprovechados, los parlamentos de Flotats se pierden entre olvidos, dudas y una monotonía tonal que hunde al espectador en la butaca. No consigue ponerse a la altura del resto, a pesar de estar sobre el escenario las más de dos horas y media que dura la obra. Con un descanso hacia la mitad, quizá la larga duración del texto hace que, a medida que el mismo avanza, Flotats aparezca cada vez más cansado y menos seguro de sí mismo, haciendo que la segunda parte resulte tan larga y tediosa como ágil se hace la primera. Y todo a pesar del buen hacer del resto. El final, la presencia de Beaumarchais ante el Tribunal de la Inmortalidad, se convierte en algo meramente anecdótico, un guiño hacia el carácter de los miembros de la Academia y una reverencia a Molière. No consigue emplastar con todo lo anterior, debido, sobre todo, a la diferencia de lenguaje estilístico.
Importante la presencia del vestuario durante toda la representación, en la que los treinta actores que acompañan a Flotats realizan varios cambios de vestuario y pelucas, que lucen espectaculares sobre las tablas del Español. Una preciosa recreación de la época, lograda de manera sublime por Doña Antoñita, en todas las pelucas que a sus ochenta y seis manos ha tenido el buen hacer de coser a mano.
Las proyecciones de las que se sirve la escenografía dejan mucho que desear y no pasan de ser sencillas fotografías de iluminados y lujosos espacios, que sobran de principio a fin. Eso sí, siempre acompañadas de un lujoso mobiliario de siglo XVIII cuidadosamente elegido.
En definitiva, Beaumarchais se convierte en manos de Flotats en un montaje que adolece de una desmesurada e incorregible ambición, y que no consigue superar la terrible prueba de adaptar, dirigir e interpretar como protagonista absoluto una obra tan compleja como la que Guitry escribió hace ya sesenta años. Quizá podría haber esperado otros sesenta más, al menos hasta encontrar la manera adecuada de hacerlo.
Algunos reinados deberían ser abolidos, y cuanto antes, mejor. A fin de cuentas, no existe la vida eterna.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Un abrazo

Cuando era niño y hasta casi la mayoría de edad, no permitía que nadie se me acercara. Me dejaba saludar de lejos, y yo correspondía levantando la mano. Pero nada de besarme, tocarme, y sobretodo nada de abrazarme. Luego me dejé llevar. Cuando entré en la Universidad, supongo. No caí más que en un vicio: el de tocar, y dejarme tocar. Sin ningún tipo de malicia ni de deseo. Tocar como un ingrediente en mi torpe relación con los seres que me rodean. Pero yo tocaba o abrazaba sinceramente. No como algunos, que engañan, exageran, adulteran el sentimiento. Tocan y mienten. Y esa mentira traspasa tu ropa y tu piel al contacto con el mentiroso , y tarda un rato en irse. Para eso, más valdría que no te hubieran tocado. El problema es que a veces está muy claro, pero otras no sé distinguir cuánto hay de verdad y cuánto de hábito relacional en cada abrazo. No me gusta que utilicen las costumbres conmigo. Y no sé si estoy conforme con esa rutina que adquirí y que a veces sigo practicando. Hablando de usos y modas, me molesta mucho que se despidan de mí por mail con "un abrazo", porque me suena falso. Porque es lo que se suele poner. Porque si no uno no lo daría en la vida real, ya que por norma general no se va abrazando por ahí a todo el mundo, ¿por qué escribirlo? Yo sólo lo escribo cuando le daría verdaderamente un abrazo a esa persona, pero por estar lejos no puedo hacerlo.



En el teatro de Madrid que más me gusta, una sala pequeña llamada Guindalera, se está representando una obra de un autor español vivo, es decir, una de esas que todo el mundo dice que se deberían estrenar, pero a la que no va nadie. La obra lleva por título La máquina de abrazar, aludiendo con ello a un aparato con dos palas mecánicas que rodean el torso de la persona autista o hiperactiva, inventado por una doctora estadounidense con autismo. La máquina, comercializada en todo el mundo, tiene 3 posiciones de abrazo para que el usuario la pueda regular según lo que necesite en cada momento. El abrazo da protección, confianza, seguridad y estabiliza los ciclos vitales del ser humano. Parece ser que necesitamos los abrazos y el contacto físico para sobrevivir. Y en el caso de la persona con autismo, que no permite que se la toque, esta máquina está resultando muy útil, pues le proporciona todo lo mencionado anteriormente. Entonces, si el abrazo es tan importante, me pregunto cómo sobreviví sin ser abrazado durante tantos años.



Cuando era niño miraba a la gente y pensaba ¿cómo abrazara? Y cuánto más grande era una persona, más me gustaba, porque abrazaría más fuerte, y me podría esconder mejor en ese abrazo. Pero el problema era que no dejaba que me tocaran. Ahora, como a veces me es difícil distinguir entre un abrazo real y uno falso, creo que voy a volver a mis viejas costumbres. Y estoy valorando el comprarme una máquina. Miente menos. Sale por unos 4000 €, transporte aparte. Si hubiera tenido uno de estos aparatos desde niño, quizá en estos momentos sería una persona distinta. No estaría tan desequilibrado. No escribiría tantas tonterías.

nico guau

domingo, 28 de noviembre de 2010

376

Soy Chiao Shiang, muerto número 376 de la avalancha humana acontecida esta semana en Camboya. Aprendí español por correo, por eso puedo atreverme ahora a homenajear nuestra memoria. La mía y la de 375 personas más. Todavía estoy un poco afectado por el suceso, así que haré lo posible por cumplir con mi obligación de víctima.


Camboya, para situar al lector, está bien cerca de Indonesia. Queda como por detrás del mundo, mirando desde España. Pues allí estábamos nosotros, más de 12.000 personas camboyanas según la organización, celebrando la Fiesta del Agua. Antes del alarde de estupidez humana, nos hallábamos disfrutando de conciertos, bebidas refrescantes y exaltación general. Pero entonces alguién se asustó al ver cómo se desmayaba una docena de personas, y decidieron empezar a correr. Los primeros muertos tenían la tensión baja. Yo morí justo después de tropezar con el 375. Caí al suelo y se acabó.

Nos consta que buscan responsables. Nosotros sólo queremos que busquen nuestros objetos personales. Perdí las sandalias nada más empezar a correr y llevo descalzo una semana. Hubiera sido mejor pertenecer a otro tipo de aglomeración, como el recibimiento a la selección española, cualquier manisfestación con intenciones políticas o las filas ante las administraciones de lotería. Llevaría zapatillas con cordones, que son mucho mejor para correr.

Pero estaba en Camboya, y en Camboya hace mucho calor, créanme. Así es que, de parte de los 376, busquen nuestras sandalias, por favor.


Romeyo and Juliet.
De William Shakespeare.
Dirección: Chris Ngeta.
Dramaturgia: Ben Kinyua.
Escenografía: Julius Bore.
Iluminación: Timothy Kimei.
ROMEYO: Mutwiri Debarl, JULIET: Coretta Ochieng, MERCUTIO: Milton Mumba, PARIS: Joe Kibe, MONTESCO: Trufos Amin Hassan. LADY MONTESCO: Ruth Namwaya. BENVOLIO: Jan Wanguya. CAPULETO: John Sulleiman. LADY CAPULETO: Yasmin Sudan. TYBALT: Vic Olysa. NODRIZA: Lavine Potnao.

Es de noche. En el escenario se enciende una luz gradualmente. Expectación por parte del público. Aparecen unos hombres de raza negra bebiendo cerveza, dicen el texto de Shakespeare en Chichewa. Primer impacto.

Me concentro en intentar descifrar qué es escenografía y qué es accidente. Me refiero a las cabras que andan por el escenario, que no sé si han subido por propia voluntad (es lo que tiene el escenario al aire libre), o si han subido por voluntad del escenógrafo Malauí (Julius Bore.)
Cuando aparecen los Capuleto en escena, las cabras pierden toda mi atención. Y es que los Capuleto son blancos y hablan en inglés.

En seguida empiezo a atar hilos por mi cuenta, deduzco que han adaptado el texto de manera que el público malauí reconozca una problemática propia de sus circunstancias. Enfrentan dos lenguas que conviven en un mismo país: El Chichewa y el Inglés. Dos culturas: La Chewa y la Británica, y dos maneras de entender la vida, la de los jóvenes educados en una tribu, y la de los jóvenes educados en la ciudad.

Me interesa, y presto atención. Aunque arrugo el hocico ante el título, ya que aunque no logro entender la mayoría del texto en Chichewa, me da la impresión de que no es fiel al original. Cuando escucho el texto en inglés, me doy cuenta de que tampoco es muy fiel. Quizá debería haberse llamado de otra manera, aludiendo a que está basado en el texto de Shakespeare, pero tal y como está parece que vas a ver la obra original. Y no es así.

Los actores son buenos. Mutwiri Debarl (Romeyo), tiene un dominio de la voz impresionante. Y la expresión corporal no deja indiferente. Cuando Coretta Ochieng (Julieta), sale a escena, el público (que es mayoritariamente masculino) se sume en un silencio absoluto. Hay que aclarar que el público Chewa gusta de participar indirectamente en cuantos espectáculos puedan, y nutren el texto de gritos de júbilo, alabanzas y bendiciones para los actores en cuanto pillan un silencio escénico oportuno.

La tercera vez que sale Julieta a escena, empiezo a mosquearme, no se oye el texto apenas, no tiene gracia en sus movimientos, su cara no expresa. Y entonces caigo: ¡Menudo par de protuberancias mamarias tiene la señorita! Decido unirme al silencio comunitario, sin tener muy claro si era de admiración o de rechazo. (Ambas cosas merecidas).

La obra prosigue, con sus luces fuera de tiempo, con cabras donde no tiene que haberlas, con Julieta tan apocada, con Romeyo tan exuberante. Y decido que no puedo ser una espectadora europea si quiero disfrutarla, si quiero aprender. Dejo atrás mis prejuicios y acabo aplaudiendo, cantando y gritando cuando los demás lo hacen.

Pero el final me produjo una seria distensión mandibular: Romeyo y Julieta se suicidan porque han pecado. Porque han follado. Y no pueden vivir con el peso del amancebamiento. Largan un largo monólogo sobre la moral, sobre el respeto que los jóvenes deben a la familia y sobre lo sagrado del matrimonio consentido por ambas familias.

Y entonces desaparece todo sentido de peso: Desaparecen los problemas raciales, culturales y de clase. Todo queda reducido al pecado. Y me cabreo. Porque una vez que me metí en el ajo cultural y me convertí en una más, empecé a disfrutar en serio. Y eso me sacó del todo, como si fuera una bofetada.

Salí cabreada. Y empecé a avasallar a preguntas a mis acompañantes, alguno de ellos universitario. No conocían a Shakespeare, el público no conoce a Shakespeare. Me expliqué la razón de la falta de fidelidad hacia el texto original. Y el tema del pecado… Bueno, es una cultura donde la Religión es lo más importante. Y donde intentan luchar contra el sida a base de matrimonios tempranos, abstinencia y fidelidad.

Entonces comprendí, que por mucho que me metiera en la cultura, disfrutara o me cabreara, no estaba en condiciones de juzgar. Decidí quedarme con lo ingenioso del planteamiento inicial, con la voz de Romeyo, con la entrega del público, y la originalidad del texto .
Y dejar de lado los juicios precipitados.
Aphrax K.

martes, 23 de noviembre de 2010

Acordes baratos

El pasado miércoles 17 de noviembre, los viajantes de la línea C-7 de Cercanías-RENFE tuvimos la suerte de asistir a un auténtico concierto de rock en directo. Dicho evento musical vino de la mano de un joven artista ambulante -Roberto Díaz- desconocido todavía para el gran público. Sin embargo, experiencia no le falta: a pesar de su juventud acumula ya más de un centenar de representaciones por la red madrileña del ferrocarril. En el caso del pasado miércoles, se trató de una serie de versiones de las míticas bandas de los ’70 como Led Zeppelin, Deep Purple o Pink Floyd.

“No hacen falta grandes medios para hacer arte; yo tan sólo necesito mi guitarra y al menos un oyente”. Estas palabras del músico han sido corroboradas por su actuación durante cada tramo del viaje, canción por trayecto, canciones que sirvieron para desahogar, entretener y hacer sonreír a los viajantes por el módico precio de una limosna. La energía, la exquisita técnica musical y la ronca y a la vez sincera voz de Roberto convirtieron por treinta minutos un simple vagón de tren en todo un escenario. El acto invita a una reflexión sobre el espacio destinado al espectáculo y a una reiterada asistencia en la próxima exhibición de este curioso artista callejero. Perdón, ferroviario.

Libros

Esta tarde he pasado delante de una tienda de libros, la más grande de Madrid, y en la puerta, en un expositor, tenían unos catálogos. Como soy bastante aficionado a coger todo lo gratuito, me he llevado uno. Lo estoy hojeando. En la primera página se puede ver un libro que te propone ser regalado a otras personas, para que estos lo lean, relean, manoseen, subrayen, presten... Regalar lectura es un éxito seguro, según dice el propio libro. Triunfarás. Y por ello te invita a descubrir las novedades editoriales para estas fiestas. Un par de páginas más allá se pueden leer los títulos de la sección Grandes Éxitos. Algunos tratan del amor; otros son los que siempre se ven en los escaparates de las librerías, y abundan los de autores premiados recientemente. Después, en la sección Literatura, se descubre alguno de misterio, muchas biografías de reinas, otros de vampiros, o algunos históricos. La mayoría parecen bastante gruesos y voluminosos, como si dijeran con voz susurrante "soy importante, por eso mido muchos centímetros más que un libro normal; tengo cientos de páginas más que ellos, así que me tienes que comprar; y como soy tan importante, llévate dos, uno para regalar, y otro para ti." Después, una nueva colección de monólogos cómicos graciosetes. Uno de ciencia para amas de casa. Además ha surgido de la cabeza de algún humorista la historia de España para "dummies", dentro de una saga que no permite cambiar esta palabra por el término "tontos", ya que, como todo el mundo sabe, leer algo o ver una película con título en inglés, es equivalente a ser el más guay. Esta Navidad se puede uno pedir el gran libro de la mitología egipcia, el gran libro de la reina Isabel II, el gran libro la madre de Juan Carlos, rey, y el gran libro de la esvástica. Por lo que se ve, sí, es cierto, son grandes estos volúmenes. Tres o cuatro sobre la crisis y cómo evadirla. Unas memorias de un señor totalmente desconocido. Voy por la página 67. Los secretos del éxito de Mario Conde, los secretos para ser más flexible, y las claves del fin del mundo en el 2012. El gran lanzamiento: una biografía de Katherine Hepburn, pero esta vez la definitiva. Al lado, otro título importante: el libro de los desnudos. Hacia el final, la cocina erótica, la cocina para gente ocupada y uno de yoga para niños tontos. Y como colofón, los secretos del póker. Para ganar. En resumen: 102 dos páginas de porquería. En formato mayoritariamente grande. Para que ocupe más. Y todo en un gran catálogo gratuito, mientras que los supermercados, por ser solidarios con el medio ambiente, te cobran la bolsa de plástico. Todo lo escrito hasta aquí es real, y ningún animal ha sufrido malos tratos en la elaboración del listado. Ya sé lo que se encuentra a la venta estas Navidades. Como soy un tipo raro, la gente (aunque ya cada vez menos), se ve obligada a regalarme algo para leer. Pero lo aviso: cuando tengo un libro de estos en la mano, no sé contenerme.

nico guau

lunes, 22 de noviembre de 2010

Snow Show. El show de Slava Polunin

Teatro Apolo Madrid hasta el 18 de octubre del 2009

Slava Polunin el payaso ruso mas internacional presenta en el teatro Apolo su espectáculo Snow Show, un espectáculo afinado que recoge una agrupación de sus mejores creaciones y que ha sido aplaudido en todo el mundo, no cabe duda de que aquí también lo será. Algún corte de este espectáculo ya se pudo ver cuando nos visitó por primera vez el Circo del Sol con su espectáculo “Alegría”, era el año 1998, por aquel entonces Slava era su payaso estrella, encarnando a “Asisyai” el payaso de la nariz roja y el mono amarillo, que se independizaría algún tiempo después, para lanzarse a la aventura del mundo de forma individual.

Sorprende en su propuesta la manipulación del tiempo, el espectáculo es lento, sorprendentemente lento, en comparación con el a veces vertiginoso ritmo al que nos tienen acostumbrados los espectáculos de clow europeo. Pero ese es uno de sus logros, ralentizar el espectáculo hasta que el más sencillo de los gags se convierte en enorme. Todo está perfectamente medido, el mínimo movimiento, la mirada, el gesto, siendo la mayor parte de las veces la música, la herramienta con la que se construye el ritmo, desde la triste melodía inicial del “Blue canari”, hasta el “Carmina Burana de Orf” durante la tormenta.

Poco a poco el público va entrando en esa particular dimensión donde viven los payasos. La luz junto a una efectiva escenografía de ágil resolución dan vida a los distintos momentos y a unos espacios escénicos sobre los que reina un visual romanticismo: la tormenta, el temporal, la nieve, el viento. Slava aúna en el escenario ingenuidad y poesía, risas y pinceladas melancolícas, el conjunto se desborda en consonancia con esos fenómenos atmosféricos que saltan de la escena hasta implicar todo el espacio teatral.

A este espectáculo en el que la palabra se ha suprimido como concepto, solo le faltaría un poco más de escenario, las paredes del Apolo resultan pequeñas, el aparato escenográfico pide más espacio, se le nota constreñido. La sensación puede deberse a que fue concebido para una pista de circo y no para las restrictivas paredes del teatro, aun así el espectáculo brilla.

Slava, payaso, 56 años, quiere devolver a su público la capacidad de sorprenderse y maravillarse mágicamente como cuando era niño, por si no lo hubiera conseguido con el discurrir de su espectáculo, todavía se reserva un último número en el que les garantizo que independientemente de cual sea su edad, volverán a ver nacer en ustedes al niño que llevan dentro.

Edepe

domingo, 21 de noviembre de 2010

Nostalgia ochentera




RENT de Jonathan Larson. Dirección escénica: Raúl Novillo. Director de coros: Jesús Gago. Directora musical: Juliet Hill. Coreografías: Leticia Moreno. Adaptaciones al castellano: Raúl Novillo. Músicos: Juliet Hill (pianista), Miquel Porcel (guitarra), Dany García (bajo), Alejandro Porras (batería).

Reparto: Mark Cohen: Jesús Gago - Roger Davis: Raúl Novillo - Mimi Marquez: Marta Ibañez - Maureen Johnson: Fátima Sayyad - Joanne Jefferson: Yanina Carchak - Tom Collins: Jorge Quesada - Angel Dummat Shunard: Alberto Frías - Benjamin Coffin III: Ángel Mauri Jr. - Madre de Mark, Ali y otros: Vivian Jimeno - Sr. Jefferson, cura y otros: Pablo Gallego - Sra. Jefferson, Pam, mendiga y otros: María José Requena - Gordon, Sr. Grey y otros: Ángel Salamanca - Steve, camarero y otros: Alejandro Murciano - Alexi Darling, madre de Roger, Sue y otros: Lucía de la Fuente Gallego - Paul y otros: David Aguirregomezcorta. Sala Valle-Inclán de la RESAD. 29.10.2010.


El texto de Rent es la consagración del joven compositor Jonathan Larson. Desgraciadamente, no llegó a ver la repercusión que este musical tuvo en Broadway (fue uno de los mayores éxitos de los noventa) y en el resto del mundo. La razón por la que Larson no llegó a disfrutar del éxito es que murió la misma noche de su estreno.

Podría decirse que Jonathan Larson habla de “su aldea” en esta obra, ya que nos relata las distintas tramas de jóvenes bohemios afincados en Nueva York (es decir, tal y como lo vivió él mismo).

La obra nos deja un sabor costumbrista del ambiente off-off del Broadway de la época: Nos encontramos desde la clásica bailarina drogadicta (interpretada en este montaje por Marta Ibáñez muy notablemente), un homosexual enfermo de sida mitificado (la interpretación de Antonio Frías tampoco tiene desperdicio), o la salida del armario (escénico) del amor lésbico. Todos estos personajes (amigos, gente estupenda, a pesar de sus taras) están muy orgullosos de ser quienes son y de tener dificultades para llegar a fin de mes. Por supuesto, los que no entran dentro de esa “vie boheme” (como dice el tema más significativo del musical), llevan traje y son gente gris.

En definitiva: Es una obra propia del cambio de década (de los ochenta a los noventa). Es tan de la época que, en el 2010, resulta desfasada.

El montaje se hace llevadero gracias a la precisión de los números musicales que, salvo ciertos gorgoritos mal avenidos y algún que otro problema con el sonido, salen bien parados. Aunque, bien es verdad que ya desde la escenografía misma (así como de los sucesivos números), podemos apreciar una copia exacta del añejo montaje de Broadway. Cabe, entonces, preguntarse ¿para qué hacer lo mismo pero con menos medios?

Quizá Raúl Novillo haya pecado de falta de modestia, pues lo encontramos dirigiendo, interpretando uno de los personajes principales y (¡oh, cielos!) traduciendo. Dicho sea de paso, la adaptación al castellano chirría por la sucesión agotadora de ripios.

Las bolsas

Ayer deposité la basura en mis manos y la bajé al cubo en varios viajes. Se me habían acabado las bolsas. Creo que eso es lo que se espera del ser humano, que seamos solidarios, que no gastemos los recursos. También podría ingeniármelas para no producir basura, o para reutilizarla o reubicarla en algún lugar de la casa. Algo parecido deben hacer en esos países en que, según las películas, te dan la compra en bolsa de papel. Eso sí que es estar concienciado con el medio ambiente. Si yo no utilizo bolsas contribuyo a la preservación del planeta. El último supermercado de los que suelo frecuentar que aún era insolidario ha cambiado de política, y ahora vende la bolsa. Ayer, como vi que no tenía dónde tirar la basura, bajé a comprar cualquier tontería al súper más cercano. Cogí zanahorias, 45 céntimos, dispuesto a comérmelas de camino a casa, y cuando llegué a la caja, vi que el súper se había hecho ecologista. Lo venía notando un par de pasillos antes, algo se respiraba en el ambiente, pero no sabía muy bien qué. Pero cuando leí la lista de precios de las bolsas de plástico, de tela, de un sólo uso, de varios, etc, no hubo duda. La más simple costaba 1 céntimo, pero es de las que se rompen, se deshacen al dar la vuelta a la esquina, y uno acaba llevando la compra bajo el brazo, sobre la cabeza, en los bolsillos... La siguiente es para 15 usos, y está en oferta: 5 céntimos. Es más razonable comprarse ésta última, pues es cinco veces más barata que la anterior y dura más; creo que después de la vez número 15, cuando sacas la compra y la metes en la nevera, se desintegra. Me lo dijo ayer la cajera. También tienen, cómo no, la de lujo: una que cuesta 60 céntimos y que es para toda la vida. Como quien tiene los ojos azules, o como quien aprende a montar en bici, que eso ya es para toda la vida. Se trata de una bolsa de plástico duro y asas de tela con el nombre del supermercado que te la ha vendido pintado con letras grandes en su superficie; una bolsa que dura, y dura, y dura, y uno la debe llevar siempre, porque ya que se hace la inversión, hay que rentabilizarla toda la vida. Uno se la puede coser en el extremo de los dedos, como prolongación de estos, y tenerla siempre ahí en caso de necesidad. También, aunque no aparecen en el listado de tarifas, en los supermercados están las de siempre, las que algunos usan, las tradicionales bolsas de basura, negras, azules, blancas, de muchos y variados precios y tamaños. Nunca las he comprado, porque había que ser ecológico desde mucho antes, y siempre utilizaba las gratuitas. Y de éstas cogía sólo las necesarias, para sacar la basura. Nunca me he llevado bolsas para coleccionarlas. Consumía responsablemente bolsas de plástico con el nombre del supermercado de turno, para hacerles publicidad hasta sacando la basura. Así de fiel soy yo. Conozco a gente que ha comenzado a comprar las de basura, porque las gratuitas escaseaban. Pero a mí me es imposible psicológicamente pagar por una bolsa. Ahora hay veces que no compro porque no llevo una. Hay veces que me quedo con hambre por no comprarla. Pero no me importa. Porque siento que estoy contribuyendo con el medio ambiente. Por eso mi propuesta para la semana que entra es sencilla: robar bolsas. A los amigos, a los que me rodean. Necesito bolsas, pero si las compro, destruyo el planeta. Colaboraré con el medio ambiente pero no con los que me rodean.   

 

nico guau