Blog de la asignatura Crítica Teatral 2

impartida por Juan Antonio Vizcaíno


miércoles, 24 de febrero de 2010

Estreno de Cornudo y contento ,

de Lope de Rueda

Mañana miércoles va a tener lugar en la RESAD (Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid) el estreno de la pieza Cornudo y Contento, de Lope de Rueda (siglo XVI), dentro la muestra de escenas de la asignatura de Taller de Teatro Clásico. "No pensé que me fuera a divertir tanto", comenta su directora Ana Garrido, "hemos pasado muy buen rato durante los ensayos". Ella, junto con los actores Morgan Blasco y Toño Velasco tomaron a primeros de año la decisión de no actualizar el texto de partida, sino sólamente en aquello que pudiera no ser entendido por el público actual. "Mantiene toda su frescura a pesar del paso de los siglos, por tanto los únicos cambios han sido unas frases coloquiales de nuestros abuelos, con las que hemos sustituido alguna de las originales", afirma Garrido.

"Hemos trabajado la Commedia dell'Arte, en concreto los personajes de Arlechino y del Dottore", explica la directora y estudiante de segundo curso de Dirección de Escena de la citada escuela. Garrido que huye del teatro de evasión y entretenimiento, porque, según ella misma dice, el artista debe buscar más allá de su obra y no quedarse en un mero goce estético, ha encontrado la horma de su zapato al trabajar con los dos actores. "Son un par de payasos, en el buen sentido del término, y en el primer ensayo proponían no dejaban de proponer juego tras juego y gracia tras gracia; hubo un momento tenso en que tuve que para aclarar con ellos el tema del que quería yo hablar. Entonces pude comprobar que estaban completamente de acuerdo con mi propuesta, y a partir de ahí todo fue mucho más fácil." La pieza, que trata del engaño de un pobre hombre (el cornudo del título) por parte de su mujer y del amante de ésta, le ha servido a la directora para hablar de un tema que considera de plena actualidad en aquella y en todas las épocas: "el del poderoso y el sometido."

El texto dirigido por Garrido ha sido a su vez trabajado por sus compañeros directores, y cada uno podrá mostrar mañana su propuesta, que seguramente será distinta a las demás.

nico guau

domingo, 21 de febrero de 2010

Una vagina grande es de prostitutas.

Esta es la frase en la que hoy en día creen muchos hombres en varios países de África, por poner un ejemplo, los del clan Hawiye, de Somalia.

Esto provoca, que niñas de nueve o diez años, vayan a centros de salud acompañadas por sus madres, pidiendo que les hagan una intervención para quitarles el clítoris y reducirles la vagina cosiendo los labios.

El médico se niega. Y la madre se encoje de hombros y le informa de que ya lo hará la curandera del clan. En el centro de salud es informada de los riesgos que conlleva para su hija. Pero el honor es importante, y si Dios quiere, saldrá bien.

Lo que se pretende con la ablación es reducir el riesgo de promiscuidad, ya que la mujer no podrá sentir placer y de esta forma llegará virgen al matrimonio. Las niñas desde pequeñas están sometidas al poder y a la voluntad del hombre. No tienen una existencia independiente de él. Ellas existen por y para el hombre.

Esta práctica tiene consecuencias fatales para la niña, como infecciones pélvicas y urinarias e incapacidad de dar a luz vaginalmente, en el mejor de los casos. ¿En el peor? Un shock séptico, una infección generalizada cuyo desenlace es la muerte.

Hay médicos que trabajan en estos centros de salud, que tienen claro que no es una práctica lícita. Pero sabiendo que esa niña va a pasar por esa operación sin anestesia y sin ningún tipo de medida higiénica, se plantean si el riesgo de muerte sería menor si hicieran ellos mismos la intervención.En ese momento se plantea un problema moral bastante grande. Ya que estamos hablando de una mutilación.

Aunque para los miembros de esas tribus sea una cuestión de honor, no deja de ser una práctica que atenta contra la salud y la dignidad de la mujer. Al mismo tiempo que contra el honor de los doctores.

¿Soluciones? En cuanto una práctica forma parte de una cultura, por salvaje que sea, las soluciones son difíciles de llevar a cabo. Si es difícil convencer a gente cercana, lograrlo con personas que viven en otro contexto, con otra cultura y con otra filosofía… es realmente complicado.

Admiro sinceramente a todos los médicos que diariamente tienen que luchar contra sí mismos y contra sus convicciones, pasando por encima de su moral, para intentar salvar una vida más.

Aphrax K

Ya soy mayor.

Mi madre siempre decía que cuando fuera mayor lo entendería todo. También decía que cuando fuera mayor podría hacer cosas de mayores, vestirme con ropa de mayor y escuchar música de mayor. Podría elegir mi ropa, mi peinado, y cuando era la hora de irse a dormir.

Ya soy mayor. Y estoy bastante contenta de haber sido aceptada en el exclusivo mundo de los mayores. Ahora cada vez que paso cerca de un colegio me siento VIP. Camino moviendo el culo, con el orgullo de quien puede andar sobre unos tacones de más de diez centímentros, mientras sonrío condescendiente a las criaturitas que no son mayores.

Ya soy mayor. Ya no me siento como un Objeto Volador No Identificado en las comidas con las tías viejas e insoportables de mamá.

Ya soy mayor. Si quisiera podría salir a la calle disfrazada de sándwich, incluso podría salir a la calle con un calzoncillo en la cabeza para crear una nueva moda.

Tengo una habitación de mayor, que tiene de todo, ordenador, televisión, ¡hasta una Play 3!, eso sí, sigo jugando a juegos de no mayores, como el de Ratatouille, porque los juegos de mayores son de matar, y son aburridos.

También tengo un novio mayor, casi viejo diría yo, que opina que desde que soy mayor, soy mucho menos interesante y víctima sin piedad de los dolores de cabeza a la hora de dormir.

Ya soy mayor, me maquillo cuando quiero, me visto como quiero, como lo que quiero y cuando quiero, escucho lo que quiero, quiero a quien quiero, lloro en silencio y disimulando, sonrío cuando debo, y me peino… cuando me acuerdo.

Ya soy mayor, pero aún no he llegado al punto máximo, aún no soy lo suficientemente mayor como para entender plenamente la frase de: “Lo entenderás cuando seas mayor”.

Aphrax K.

Tito Matías.

Considero que la idea sobre el periodismo que propone Machado, más que actual, es bonita. Podemos identificarnos con el artículo, al leerlo podemos esbozar una sonrisa a medio camino entre el reconocimiento y la melancolía.

Hoy las noticias impresas, en forma de periódico han pasado a un segundo plano. Desde el momento en el que nos levantamos nos están bombardeando con miles de imágenes de lo que sucede en el mundo. Internet está lleno de noticias y de opiniones, de las serias y fiables, y de las que no lo son tanto. Cenar con Matías Prats es un ritual sin el cuál muchísimas familias no pueden irse a dormir tranquilas. Lavarse los dientes con la radio puesta forma parte de la lucha contra la muerte segura ,que puede producirse a las siete de la mañana si uno se queda dormido y cae contra el lavabo clavándose, inevitablemente, el cepillo de dientes en el bulbo raquídeo.

La idea de tener un periódico en la mano, me hace evocar los desayunos de churros con chocolate. Me hace sentirme mayor, interesante. Me hace desear fumar en pipa, llevar corbata, y tener unos gemelos de plata, como los que llevaba papá.

Me traslada a un tiempo en el que lo importante era la noticia, y no tanto la persona que la contaba. Un tiempo en el que era apasionante el descubrimiento de las células madre en la cola del Lagarto Amadagascado, y no la opinión de Tronchete sobre ese interesante avance en las ciencias biológicas.

Pero el tiempo que nos ha tocado vivir es el de Internet, el del tío Matías, y el de la lucha por la supervivencia durante el acicalamiento diario. Ya casi no hay tiempo para los domingos con churros.

Aphrax K.

Pendejadas y Mamaditas

El pasado viernes 18 de Diciembre en la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid, tuvo lugar la muestra de los alumnos de segundo de Dirección. Estuvo muy concurrida por profesores y alumnos de otras especialidades que acudieron como público.

Los alumnos mostraron las escenas que han trabajado durante este trimestre. El objetivo era “trabajar la relación del director con los actores”, en palabras de Nacho Sevilla, profesor de Dirección y encargado de coordinar los ensayos.

Los textos que se pusieron en escena fueron, entre otros, “Bodas de Sangre” de Federico García Lorca; “Edmon” de David Mamet.

“Estoy contento con el trabajo. Pero todo lo que diga son pendejadas y mamaditas. Lo que realmente quiero expresar está en la escena”- explicaba Raúl, director de la escena de Mamet.

En general todos los alumnos quedaron satisfechos del trabajo expuesto.

Aphrax K.

Yannis Ritsos.

Yannis Ritsos nació el uno de mayo de 1909 en Monemvasia, en la península del Peloponeso. Su familia era terrateniente, pero se empobrecieron cuando Ritsos tenía doce años debido a la muerte de su madre y de su hermano. Más tarde su padre enfermó y fue declarado enfermo mental.

A los dieciséis años se mudó a Atenas donde trabajó en oficios tan dispares como actor, secretario y bailarín. Pronto tuvo que dejar de trabajar, porque en el año 1927 ingresó en un hospital aquejado de tuberculosis, y no salió de allí hasta cuatro años más tarde, en el 1931.
Sus primeras obras “Tractor” y “Pirámides” las publica en 1935 y son el principio de una carrera literaria, fundamentalmente poética, que llegó a alcanzar más de un centenar de títulos.

En los años treinta empezó a simpatizar con el KKE, el partido comunista de Grecia, y tuvo una participación comprometida, ya que durante la Segunda Guerra Mundial combatió a su lado contra la ocupación nazi en Grecia.

Su activismo político le valió su reclusión en varios centros de concentración. Estuvo de 1948 a 1942 encerrado en Limnos, Agios Evstratios y Makronisos, fue una época de gran productividad literaria en la que destaca su obra “Distritos del Mundo” donde recoge los horrores que se produjeron durante la guerra.

Su obra no puede separarse de su ideología política. De hecho ha sido censurado varias veces en su país.

Durante el Régimen de la Junta Militar, estuvo encerrado en las islas de Giaros y Leros desde el año 1967 hasta el 1970, pero eso no le impide continuar escribiendo. Escribe monólogos dramáticos como “Fedra”, “Agamenón”, “Ismene”, “Áyax”, etc, en los que reflexiona sobre temas como la vejez, la muerte y el amor.

Durante los siguientes años compaginó la publicación de novelas y ensayos con su actividad como fotógrafo y pintor, y con su labor de traductor.

Su último libro publicado “Tarde, muy tarde” es la premonición de su muerte que le sobreviene el doce de Noviembre de 1990 en Atenas, dejando un centenar de publicaciones entre las que se encuentran novelas, ensayos, poesía y teatro.

Aphrax K.

Aphrax K

Nació en Nyumbani, una aldea a pocos kilómetros de Nairobi (Kenya) en 1978. Cuando tenía nueve años fue adoptada por una pareja de diplomáticos españoles, y a partir de ese momento empezó a viajar por varios países africanos con ellos. Ha vivido en el Congo, en Senegal y en Uganda.

En el año 1997 sus padres desaparecieron misteriosamente. Aphrax decidió irse a vivir a Madrid donde heredó varias casas. Empezó a estudiar Derecho y Política, sin dejar de lado su afición por el teatro, que tenía desde que se enamoró de una prostituta congoleña, que decía ser actriz.
Empezó a escribir críticas teatrales sobre espectáculos africanos para la revista “Fundación Sur”, y en el año 2005 le entregan el premio Swahili Nation en Kenya por la difusión cultural que hizo del teatro africano.

Animada por su éxito empezó a expandir sus fronteras y empezó a hacer críticas de obras de Arturo Fernández. En el año 2007 cae en una grave depresión y se encerra en un despacho de abogados en Fuenlabrada.

Actualmente compagina la abogacía con críticas de musicales para la revista “Fuenlabrada Power”.

sábado, 20 de febrero de 2010

Aperturas

En Francia existía un negocio que llegó a estar muy en boga durante un tiempo, al que mi imaginación denominaba el negocio del pis, englobando el término "pis" al conjunto de actividades que se pueden llevar a cabo en unos baños públicos cuando se tiene la necesidad. Existe una figura, el cuidador del pis, es decir, el encargado/a de limpiar los baños y colocarse ante las puertas con rollos de papel higiénico en la mano, aparentando estar interesado en el pis de los demás, y por tanto en el bienestar de los demás. A veces incluso, este personaje dirigía el tráfico, y recomendaba utilizar una cabina u otra, sin esperar propina al hacerlo, pues las tarifas de uso de cada baño francés estaban claramente estipuladas en una carta o menú que solía estar enmarcado a la entrada. La utilización de un urinario resultaba algo más barata que la de un váter, y a veces se podía ver un torniquete separando las dos zonas. Para las mujeres se podría decir que había una tarifa plana de uso del baño. Y además no era necesario llevar suelto, porque el encargado tenía cambio hasta para el billete más grande.

En España es poco común que esto suceda, salvo en ciertas estaciones de autobuses o tren, o en baños de lugares públicos muy concurridos como el Parque del Retiro, por ejemplo, en los que existe un platillo para voluntariamente aportar unas monedas al cuidador del pis correspondiente. Pero eso casi nunca va conmigo, soy de los que no suelen pagar por mear, si puedo evitarlo.

El último verano viajé a París concienciado de que ir al baño varias veces al día era importante para un veraneante. Siempre había tenido clara en mi mente la lista de lugares en los que hacerlo en aquella ciudad era gratis, como por ejemplo en los baños de los Museos Municipales, o en un pasadizo concreto del Museo del Louvre. Pero en aquellas vacaciones bajé del avión con el firme propósito, de pagar por hacer pis si lo necesitaba, pues ya puedo permitirme ciertos gastos. Pero cuando volví a mis lugares favoritos me di cuenta de que algo había cambiado, de que la ciudad se había abierto más que nunca al viajero. Y no resultó estar el pis a 2x1, sino que era gratis en los baños públicos de parques y plazas y en los lugares más turísticos, y en las cabinas individuales de insertar moneda, y creo que incluso en algunos centros comerciales. Los franceses, a los que había llegado incluso a no tolerar por su negocio del pis, habían abierto sus fronteras a los pises más internacionales. Y eso siempre resulta favorable para el concepto que tiene el turista del país anfitrión, pues cuando se viaja uno de los mayores placeres que se puede experimentar, aparte de conocer otras culturas, entablar nuevas amistades, o contemplar obras de arte, es entrar al baño y aliviar vejiga e intestinos.

Las grandes hazañas se consiguen sumando toda una serie de pequeños actos heroicos. Diminutas gestas que consiguen dar forma a un todo. Siempre es así. Como cuando se aprende a leer o a escribir. Como cuando se aprende a nadar. Los franceses han comenzado una apertura desde lo más bajo, desde sus váteres y urinarios públicos. Eso es un gran paso. Desde el verano pasado me llevo mejor con ellos.

nico guau


martes, 16 de febrero de 2010

ESENCIA PURA

Dos días atrás, viajando en un vagón del metro, se encontraba una madre sentada al lado de su hijo; un niño que todavía no habría cumplido tres años de edad. Éste me miraba fijamente, casi sin parpadear, tal y como si me estudiara. Por un momento me sentí intimidado por el descaro con el que fijó sus ojos en mí. De pronto sentí la necesidad de interactuar para romper aquella situación incomoda y le saque la lengua. El crío rápidamente giró la cabeza para mirar a otro lado. Dejo de interesarse en mí, y se limitó a observar a una chica que escuchaba música desde su i-pod. Es posible que mi mueca falsa no le pareciera importante y, seguramente continuó absorbiendo información sobre los rasgos y caracteres de los demás pasajeros durante el resto del viaje.

Me pregunto porqué la mirada de un niño puede llegar a intimidarme. Tal vez yo mismo traslade a ellos las ideas preconcebidas que en su mente no han existido todavía. La esencia de la niñez esta limpia de los juicios adquiridos con la cultura de las sociedades que les rodean. Observan sin prejuicios, adquiriendo una información limpia, que absorben y retendrán por largo tiempo, ordenando todo lo aprendido bajo su prisma particular, una lógica natural e incontaminada. A nosotros, los adultos, parece hacernos reír, ya que las ocurrencias y preguntas de un niño están fuera de nuestro orden lógico. Sus preguntan nos descolocan al igual que el final de un chiste, ya que se da lugar a la respuesta inesperada. Pero lo cierto es que las inocentes conclusiones de los niños son algo muy serio para ellos y, de igual manera debieran serlo para nosotros.

Quién cree que experimenta sensaciones y emociones nuevas que tienen lugar a lo largo de las diferentes etapas de su edad adulta, posiblemente este equivocado, ya que nada tiene valor si no nos remite a algún momento que, previamente, sin apenas percatarnos de ello, no se haya absorbido en la infancia; pues en esta etapa se grabaron todas las emociones posibles, las cuales, quedaron almacenadas en nuestra biblioteca sensorial.

Todos los placeres del resto de nuestras vidas serán una regresión al origen, al pasado de nuestra edad temprana, aunque, estemos muy lejos, en lugar o en el tiempo. ¿Qué verdaderos placeres existen en la vida si no te devuelven a la niñez? Solo es posible empaparse de la esencia de las cosas desde unos ojos primerizos, desde los oídos que escuchan por primera vez, desde la piel nueva, desde una nariz y una boca que olfatea y saborea sin hacerse preguntas o juzgar, desde una mente despojada de preocupaciones e ideas adquiridas, desde los sentidos sin saber que estamos sintiendo.

El placer es irracional, de la misma manera que también lo es el miedo. Tal vez no recordemos cuando un perro nos mordió al intentar hacerle una caricia o, la primera vez que quisimos arrancar una rosa con las manos, y nos herimos con sus espinas; pero continúa en algún rincón de nuestra mente por el resto de los días. La propia experiencia recogida por un niño a lo largo de su infancia, es con toda seguridad, la más real de todas las que se han podido adquirir. De tal modo un niño es siempre repetidor de los primeros pasos del hombre sobre la tierra. Un pequeño y novato alquimista de su propio mundo. Sus ojos, la primera mirada de los tiempos por el ser humano.

¿Por qué es que nos alejamos tanto del niño que llevamos dentro? ¿Es porqué tenemos miedo a que sea mas sincero y honesto que nuestro adulto? ¿Por qué existen cosas que no caben en nuestra lógica, cuando en la de ellos todo tiene la dimensión y el sentido más real? Las respuestas a las preguntas sobre los temas verdaderamente importantes de nuestro mundo, posiblemente solo puedan ser contestadas por un viejo sabio, o niño de espíritu puro e incontaminado.

El Coleccionista

¿Quién no ha coleccionado algo?

Hubo un tiempo en que coleccionar sellos era lo que primaba, aunque también estaba el que coleccionaba monedas o cromos. Mi generación se ha inclinado más por la colección de cromos (¡Qué fantástico era cuando uno intercambiaba el que tenía repetido por el que le sobraba…!)
Siempre me ha fascinado el que colecciona arte. Bueno, quizá lo que me fascina es que haya gente con suficiente dinero como para gastarla en un cuadro, con el fin de colgarlo en la pared. Quizá sea solo eso.

Sin embargo, aparentemente no me sorprende el que colecciona “saber”. Porque el conocimiento también se paga caro. No quiero que interpreten esta afirmación como una suerte de metáfora o de frase hecha. Cuando digo que es caro lo hago en el sentido más literal de la palabra.
Recientemente escuché la siguiente conversación:

- ¿Cuántos créditos tienes tú?
- 60. ¿Y tú?
- Yo tengo 90.
- ¡Madre mía!
- Bueno, es que el año pasado sólo tuve 20, fue un mal año… pero éste tengo más dinero, he trabajado bastante en verano así que los he podido comprar.
- Cuando terminemos esto deberíamos hacer el máster.
- Cuesta 5000 euros por curso.
- El saber no tiene precio. Si lo quieres…
- Al final conseguiremos nuestro título. A mi padre le costó porque no terminaba de aprobar una asignatura. Pero cuando lo consiguió se quedó muy contenta.
- El de mi madre todavía está colgado en su despacho. De vez en cuando lo mira con orgullo. Quiero que me mire a mí de la misma manera.
Se me antoja la siguiente variación:
- ¿Cuántos cromos has conseguido de esta colección?
- 60. ¿Y tú?
- Yo tengo 90.
- ¡Madre mía!
- Bueno, es que el mes pasado sólo pude comprar 20, no tenía mucho dinero, pero he ahorrado y por fin he podido completar mi colección.
- Cuando terminemos ésta deberíamos hacer la siguiente, dicen que es mucho mejor…
- Pero es mucho más cara…
- La satisfacción de tener la colección completa no tiene precio. Si lo quieres…
- Al final conseguiremos nuestro álbum completo. A Juan le costó porque no daba con el cromo que le faltaba pero al final lo encontró.
- Mario lo ha guardado en una caja de cristal para que no se altere. De vez en cuando lo mira con orgullo. Quiero mirar el mío de la misma manera.
Quizá todo se reduzca a colgar la colección adquirida en la pared.

viernes, 12 de febrero de 2010

Ya soy parado

Hace tres meses me inscribí en el INEM. Lo primero que tuve que hacer fue una larga cola, pero conocí a buena gente allí: Vladimir, Tania y Álvaro. Aquel lunes a las 11 de la mañana me dieron una tarjeta amarilla, idéntica a la de mis compañeros de cola que, a día de hoy, son mis grandes camaradas. Al salir se me acercó Álvaro (polo fred perrys, zapatillas adidas) y me preguntó si tenía algo que hacer después. “Buscar trabajo”, le dije. Entonces, escuché unas risas a mi espalda – eran Tania y Vladimir -. “Vámonos de cañas”, me dijo Álvaro. “Ya eres parado”, dijeron los otros. Así que volví a casa a las ocho de la tarde cantando una canción punk que habían compuesto mis amigos ingeniosamente, en un par de minutos. Se titulaba “Ya soy parado”.
Nada más abrir la puerta, mi novia me cortó el rollo. Estaba de brazos cruzados y me miraba de esa manera… Me provocó unas nauseas incontenibles y vomité en la alfombrilla de bienvenidos. Creo que luego me gritó pero no estoy muy seguro. Lo siguiente que recuerdo es una llamada de teléfono, a las cuatro de la tarde, de Tania. Decía que soy un tío enrollado y que si nos íbamos otra vez de cañas. Yo le dije que no, que mi novia iba a volver en una hora y además tenía un dolor de cabeza espantoso. “La resaca se quita con cerveza”, dijo Tania. Escuché risas de fondo. Eran Vladimir y Roberto. Deduje que ya estaban en el bar esperándome. Tania insistió: “No tienes nada que hacer, tío, estás en paro, bájate, sólo un rato”. Así que me vestí y volvimos a hacer calvos por la calle y a cantar “Ya soy parado”.
Desde que soy parado me siento joven de nuevo. Pertenezco a un grupo. Soy un antisistema. Nadie me impone las reglas. Soy libre.
Desde que soy parado he vuelto a recibir la paga de mis padres y, una vez más, me la gasto en drogas, tengo un grupo de música y, al volver a casa, broncas.
Qué bonito es no tener responsabilidades, qué fácil volver a la adolescencia (los mejores años) a los treinta ¡Es una pena que todavía haya gente que esté manteniendo el país y se lo pierda! Cada noche (o mañana), después de vomitar la cogorza del día, le sugiero a mi novia que se haga del club, que sólo necesita una tarjeta amarilla que diga “Ya eres parado”. Ella, sin embargo, me mira con ojos tristes y me sugiere que me calle. Es una petarda acomodada.

jueves, 11 de febrero de 2010

Reseña Tom Stoppard

Tom Stoppard es un hombre mayor. No en vano puede contar 76 años de historia. Se dice pronto. Viene a Madrid a presentar La costa de la Utopía, una trilogía conformada por tres partes, Viaje, Naufragio y Rescate, que, como el autor se encargó de explicar, “no consiste en ocho horas de discurso filosófico”. Y con tal fin tiene lugar un encuentro en el teatro que verá representada estos días otra de sus obras, Realidad. Estamos en el María Guerrero. Se supone que ésta es una ocasión especial. Lo cierto es que no hay mucha gente.

Los pocos que allí se congregan tienen cara de aburridos, parecen apáticos. No hay preguntas inteligentes. Y Tom también parece aburrido, aunque no duda a la hora de alabar el trabajo llevado a cabo con Realidad, dirigida por Natalia Menéndez. La ocasión la pintan calva, como suele decirse.

El encuentro , en el que además pudimos contar con la presencia de Gerardo Vera, que se dedicó a homenajear al autor, y con Marcos Ordoñez, encargado de la lectura de uno de sus artículos sobre el propio Stoppard y su Trilogía, acabó sin pena ni gloria.

Lástima no haber aprovechado más la visita y la experiencia de quien se define sencillamente así: “ yo sólo soy un autor dramático”.

El facebook

Desde que tengo un facebook soy una persona maravillosa. Y no lo digo yo, lo dice el Facebook. Me explico.
Desde que entré en esa especie de macro-secta he recibido millones de tests para realizar: sobre qué color es el que mejor me sienta, o sobre el actor al que me parezco, los helados que más me gustan, cual es mi inteligencia emocional, el significado de mi nombre, y unos cuántos millones más sobre cómo soy.. y la conclusión es ésta: soy adorable, genuino, pacífico, me encanta relacionarme con la gente, hacer cumplidos, regalar flores, llevarme bien con todos, ser feliz y hacer felices a los demás, y lo más importante..
mi color es el blanco. Y me dice eso a mí, que voy siempre vestid0 de negro porque el blanco me da picor de ojos!!
Pero no importa. Me encanta sentirme el ser más maravilloso del mundo y colgarlo en mi perfil para que todo el mundo lo sepa.

Lo confieso.

Desde que tengo un facebook me adoro de la cabeza a los pies. Qué ser tan maravilloso, oigan!! Y no hace falta que yo lo diga.
Así que anímense y háganse uno. Serán mucho más felices.

Y no hará falta que los demás les quieran.

COMENTARIO AL ARTÍCULO DE ANTONIO MACHADO

Según la sexta definición de la RAE, un periódico es una “publicación que sale diariamente”. Así de escueta es la definición. Simple, ramplona. Pero si hacemos caso a Antonio Machado, un periódico no es sólo eso. Un periódico es algo digno de celebración, algo trascendente, necesario. Un acontecimiento público que se despliega para favorecer al pueblo. Que abre sus páginas cubiertas de tinta para llevar a aquellos que lo toman en sus manos todas las revelaciones, sucesos, horrores y maravillas que suceden cada día. Alrededor de nosotros. Cerca unas veces, al otro lado del mundo otras.

Machado plantea alabanzas a un periódico que ya no sé si existe. Cierto es que su principal función consiste, aún hoy día, en informar. ¿Pero hasta qué punto esa información que nos llega es real? ¿Hasta qué punto podemos fiarnos de la prensa? ¿Hasta qué punto estamos siendo manipulados?

Teniendo en cuenta la cantidad de flancos abiertos, blogs, periódicos digitales, publicaciones gratuitas… quizá lo más sensato sea decidir qué es lo que queremos leer, cuál es nuestra elección particular dependiendo de nuestras ideas, gustos o pretensiones, pero, volviendo a lo mismo… ¿es eso verdaderamente permanecer informado? ¿Bien informado? ¿O es recibir información cómoda, pero vacía de la verdad más absoluta? Adviértase el uso abusivo de la palabra información. Y búsquenle un sentido. Quizá lo tiene. Quizá no.

Esta España ya no es como la que conoció Machado. En algo hemos mejorado, al menos ahora se leen más libros. Pero aún así, quizá es ahora cuando más analfabetos somos. Y no toda la culpa puede ser nuestra. ¿O sí?

En una época de, considero, continua desinformación, sería grato volver a encontrar ese tipo de periódico que alaba Machado. Un periódico que vele por el consumidor, por el lector amable y el que no lo es tanto. Algo sincero. Más sincero al menos.

Un periódico que ofrezca la realidad tal y como es. Real. Y qué importa la redundancia.

Müll Dávila

YA SOY INDIGENTE

YA SOY INDIGENTE

Si ya lo decía mi madre. Ahorra, hijo, ahorra. Sí. Cuando salí de mi casa, hace ya más de dos lustros, para venir a la capital. Lo que yo no sabía entonces era que, por una vez, el no hacer caso a mi bendita madre iba a acarrear consecuencias. Nefastas, para más inri. Escuchen como suena dicho del tirón. Consecuencias nefastas.

El caso es que por aquel entonces todo me importaba bien poco. Vamos, que me importaba una mierda. Iba a vivir en la capital, ¿qué más podía desear? Tendría mi casa, mi trabajo, mis amigos. Con un poco de suerte (o mucha, siempre fui demasiado tímido), tendría hasta pareja. Y de ahí al cielo. Pero antes tenía que hacer una parada obligatoria en los estudios. Un precio demasiado bajo, me parecía, para todo lo que iba a conseguir. Una miseria. ¿Qué suponían unos cuantos años de estudio a cambio de una vida maravillosa? Nada. Absolutamente nada. Y además representaban un incentivo añadido. Iba a ser licenciado. Sonaba bien. Me gustaba la palabra.

Imaginen por un momento que se hubieran encontrado conmigo. En una fiesta, una exposición o caminando con un amigo común por la calle. “Hola. Me llamo Müll. Soy licendiado, tengo una casa, tengo amigos, tengo pareja e intenciones de tener hijos. Sí, lo sé. Soy lo más. Sólo me falta el yate, firmo el contrato de compra la semana que viene”, serían mis palabras de presentación. Interesante, ¿verdad?

Eso pensaba yo entonces. Pobre iluso. Lo cierto es que mis estudios iban fatal, no lograba aprobar ni una. Mi casa se reducía a una habitación cochambrosa llena de humedad y con chinches en el colchón. Y el trabajo que iba a hacerme rico me dejaba comiendo lechuga los últimos diez días del mes. De la pareja, mejor ni hablamos. Cada vez que veía a una chica que me gustaba, me ponía tan rojo que casi me estallaba la cabeza, bum, como una bomba. Y hablar con ella era misión imposible.

Así transcurrieron los primeros meses. Y entonces, un día gris, tan triste como otro cualquiera, decidí que las cosas tenían que cambiar. Dejé las clases, que, a fin de cuentas, no me servían para nada, y busqué un trabajo mejor. Lo encontré. Vaya si lo encontré. Permítanme no contarles en qué consistía exactamente, me da vergüenza. Y vergonzoso o no, comencé a ganar más dinero del que podía necesitar. Las palabras de mi madre me vinieron a la cabeza. Una ve, una única vez, pero las alejé de mi mente de un manotazo. ¿De qué iba a servirme ahorrar? A fin de cuentas el dinero entraba a borbotones. Empecé a malgastarlo. Salía todas las noches. Ese mundo tan distinto al diurno me enloquecía. Sí. Me volví loco. Ya no me importaban ni la casa ni la pareja ni los hijos. Ni siquiera el yate era importante. El trabajo ya lo tenía, así que no pensaba en él.

Y entonces llegó. La gran patada en el culo. Mis excesos nocturnos fueron los culpables de que me despidieran. Yo, que no me atrevía a contar en qué trabajaba, había caído tan bajo que ni siquiera allí me querían. Me deprimí. Me deprimí mucho. Y sólo se me ocurrió una solución. Seguir anclado a esa vida nocturna, beberme los bares una noche tras otra. Cada vez era peor. Por las mañanas no recordaba nada en absoluto. Los días transcurrían en una especia de neblina opaca. Un día se me acabó el dinero. Así, sin más. No me importó. Iba a los bares y me bebía lo que otros no terminaban. Cuando no pude pagar el alquiler ni las facturas, me echaron de mi casa, que por cierto, ya no era cochambrosa y tenía un colchón nuevo. Tampoco me importó. Pensé en llamar a mis amigos y quedarme con alguno de ellos unos días, pero claro, no tenía. Comencé a dormir en un banco del parque. Era verano y me gustaba, aunque el banco era demasiado duro. En septiembre comenzó a hacer frío. Intenté buscar trabajo, pero al verme nadie quería contratarme. Y entonces comencé a preocuparme. Estaba solo. Me acordé de mi madre. Y supe, en ese preciso momento, que ese era mi castigo por no haberla escuchado nunca. Por no haber ahorrado.

Hoy, lo único que puedo decir si nos encontramos por la calle, es “sí, soy indigente”. Y quizá añada un “ahorre, amigo, ahorre”.

Ciertamente, mi madre era una sabia mujer. Lástima que me diera cuenta tarde.

Müll Dávila

nada


Nada. Sólo aparece la nada. Esta es la profunda reflexión que surge después de ver, tirado en el sofá, un documental de animales. Siempre que un animal puede elegir, elige la nada. ¿Qué hacen los elefantes si pueden?, nada. ¿Y los leones?, nada. Absolutamente nada. Ser productivo o no depende directamente de la capacidad de decisión.

¿Alguien ha visto dormir a las hormigas? Tiranizadas por una reina insaciable, demuestran que la dictadura animal es el método más efectivo en la acumulación de recursos. Recursos. Me levanto del sofá, voy hacia la cocina. Abro la nevera.

Los monos, los lindos monitos, se agrupan por manadas en torno a un líder que se elige sobre su fuerza y carácter. Así obtiene poder que más tarde utilizará para no hacer nada. Son muy listos los monos, meten palitos por agujeros y se quitan los piojos, pero deciden mucho y hacen nada sin parar. Y el jefe, el que más.

Los peces ni siquiera tienen patas, los perros son esclavos, los gatos se escapan para no ser como los perros, para poder decidir cuándo no hacer nada…. Está claro. Y no, en la nevera tampoco hay nada.

Jerónimo Jimeno.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Perfil Walt Whitman

Walt Whitman, de madre holandesa y padre británico, nació en Nueva York el 31 de mayo de 1819. Sus años en centros escolares fueron escasos; de ahí que se vio en la necesidad de trabajar desde niño en una imprenta, donde el contacto con la cultura es diario. Whitman fue un aficionado al periodismo desde su juventud. Gracias a ese interés por las letras, trabajó también en varios diarios y revistas neoyorquinos. En 1846 fue nombrado director del “Brooklyn Tagle”, pero sólo mantuvo el cargo por dos años debido a su disconformidad con la línea pro-esclavista defendida por el periódico. Mas tarde entraría a formar parte del periódico “Nueva Orleans Crescent”.
Al comenzar la Guerra Civil se traslada a Washington D.C., donde trabaja, de forma voluntaria, como ayudante de enfermería. Al término del conflicto, Whitman publica varios ensayos de contenido político que reflejan sus preocupaciones sociales, en particular su obsesiva idea de una sociedad utópica, llamada “democracia”. Fue un aficionado de la ópera, género que tuvo una gran influencia en su obra poética.
En 1873 se traslada a Camden, en Nueva Jersey, dedicando sus últimos años de vida a escribir nuevos poemas que fueron incluidos en “Hojas de hierba”. Obra de gran influencia en la poesía moderna de poetas como Pablo Neruda, Jorge Luis Borges o Federico García Lorca y que sirvió como fuente de inspiración al cineasta Charles Chaplin en algunas de sus películas. Muere en el Estado de Nueva Jersey el 26 de mayo de 1892.

Reseña de la charla de Tom Stoppard

El próximo día 3 de Febrero de 2010 tendrá lugar en el teatro María Guerrero una charla con Tom Stoppard, con motivo de la presentación de su obra “Realidad”, en el CDN. El evento será presentado por Gerardo Vera, director del centro, y empezará a partir de las 11.30 de la mañana. La entrada al recinto es libre.

Tom Stoppard es un dramaturgo checo, afincado en Londres. Ha escrito obras como "Rosencrantz y Guilderstern han muerto" (ganadora de un premio Tony), "La Costa de Utopía", "Rock and Roll", además de famosos guiones cinematográficos, como "Shakespeare in love".

¡ya soy niculista!


Caminar sin rumbo por este apabullante mundo es un suicidio. ¿Qué será de ti?, sollozaba mi madre al verme partir futuro, sin aspiraciones, sin compañía. Y ante semejante abismo, decidí convertirme. Entregarme en cuerpo y alma a cualquier grupo social que reconfortase mi espíritu.

Una mañana fría, tras la lectura de varios manifiestos secretos, de algunos fanzines subversivos, y de la asistencia a varias reuniones en torno a un pincho de tortilla, depositaron en mi mano un carnet de afiliación que me obligó a exclamar presa de la alegría: ¡Ya soy niculista!

Esa misma noche me acerqué a la puerta de un teatro, actividad oficial del niculismo, rogando que me dejasen entrar. El estreno era relevante y las localidades estaban vendidas, pero exigí firmemente mi asiento en la escalera lateral. Al empezar la función grité desde fuera enseñando el carnet acreditativo: ¡Ya soy niculista!

Me decidí así por el teatro niculista, actividad extraescolar del niculismo. Participé en una obra vanguardista. Todavía recuerdo la emocionante sensación que teníamos en un momento de la función, cuando ante tres o cuatro espectadores levantábamos a una los brazos gritando: ¡Ya soy niculista!

Colaboré en la publicación “ganamensual” del niculismo. Aporté retazos de mi mundo interior, que vistos en letra de imprenta siempre tienen más calado. Compartí grapa con los más sensibles pensadores, artistas gráficos y espontáneos del niculismo. En cada una de las colaboraciones podía leerse entre líneas “ya soy niculista”.

Fue entonces cuando pasé a la fase activa del niculismo sondeando mi entorno y el entorno entero con el fin de conseguir una pequeña aportación económica a la causa. La búsqueda de patrocinadores, subvenciones o ayudas me obligó a coger el teatro, la revista , las tortillas de patata y a metérmelos por el culo. En ese momento tuve la certeza de que ya soy niculista.

Jerónimo Jimeno

tom stoppard


¿De verdad tiene usted 74 años?, es la pregunta que le hubiera hecho a Tom Stoppard el pasado miércoles en el teatro María Guerrero. Sin embargo, le entregaron el micrófono a otros de los asistentes al acto de presentación de su obra La costa de la Utopía.

Marcos Ordóñez, encargado de la introducción, relató cómo él y su mujer leyeron la trilogía tumbados en las hamacas de Hyde Park, deshojando el libro, puesto que sólo tenían un ejemplar. Una perfecta imagen de humor inglés para retratar la figura de Stoppard. El autor despejó pocas dudas sobre La costa de la utopía. Su declaración “no son 8 horas de conversación filosófica”, me deja más tranquila. Además elogió el trabajo del equipo de Realidad, otro de sus textos, estrenado la noche anterior en ese mismo teatro.

El anfitrión, Gerardo Vera, no dudó en intervenir ocasionalmente para informar de la futura programación de La costa de la utopía en el CDN, para contestar la pregunta improcedente de un señor y para señalar la visita de Stoppard como un acontecimiento importante en panorama teatral madrileño.

Pero yo no encontré a Stoppard hasta que, de forma natural y tranquila dijo la frase “no recuerdo la segunda parte de la pregunta, pero la contestaré igual”.

Jerónimo Jimeno

martes, 9 de febrero de 2010

Ya soy crítico

Ya soy crítico. Crítico de blog. Me quedo hasta altas horas de la noche criticándolo todo, y luego publico mis escritos en un blog. Porque me parece que es la mejor forma. Porque no quiero influir en nadie. Porque tipejos como yo, críticos (a veces me planteo que lo soy simplemente porque critico), influyen en las decisiones de la gente a la hora de elegir una obra de teatro, una película, un libro... Y no quiero que mi opinión condicione los gustos y los gastos de nadie, ni los ingresos de taquilla de ciertos teatros, cines o editoriales. Preferiría que la gente se moviera por sí misma. Que la gente, ante la cartelera, lea el nombre de un director y el nombre de un autor, o incluso el de un actor, y decida si merece la pena perder su tiempo en ello. O que lea un poco un argumento y piense si el libro promete ser un tostón o no. Aunque eso es mucho pedirle a la gente.

Creo que el crítico de cine escribe o habla sobre la película que está en mayor número de cines, que suele ser casualmente la que más publicidad ha pagado en el medio en cuestión -prensa, radio, televisión-, para el que trabaja este pobre hombre. Y resulta también que esa película acaba teniendo público por aquello de "que hablen de ti, aunque sea mal"; si la noticia aparece en un medio, el oyente/lector retiene el título, independientemente de que el crítico hable bien o mal, y acude en masa a verla. El crítico literario comenta el libro que saca la editorial que mayores campañas publicitarias lleva a cabo. Y el crítico de teatro es también instado a escribir sobre lo que le ordena su medio, ya sean obras de los amiguitos del jefe de sección -porque casualmente los jefes de cultura siempre tienen amigos teatreros-, o montajes de productoras que pagan la portada mes tras mes. Y luego, si a todos estos críticos les queda algo de tiempo o energías, comentan alguna otra obra, película o libro del que no se ha hecho una gran campaña, pero del que consideran esencial transmitir su opinión al posible lector/espectador. Y es entonces cuando el superior en el medio correspondiente les dice que no hay hueco. Y el crítico agacha la cabeza, junta la barbilla con el pecho, y aprende, poco a poco, a base de golpes, a no invertir tanta energía en algo que va a ir a la papelera. Y poco a poco también, el crítico va conociendo por sí mismo aquellos temas de los que le merece la pena hablar. Y habla. Y por todo eso yo no me creo más del 33% de cada crítica que leo o escucho, porque en el otro 67% entreveo desazón, desgana, acomodamiento y dinero. Puntualizo además, que lo dicho para los críticos es aplicable a los periodistas culturales.

Todo esto que pienso podría ser así o podría no serlo. No lo he contrastado. Además yo soy muy dúctil y puedo pensar un día una cosa y al día siguiente la contraria. Pero lo que tengo claro es que yo escribo mis críticas en un blog. Escribo de lo que quiero y nadie pone publicidad en mi blog. Y, por cierto, nadie tiene la dirección. Ni mis amigos, los pocos que aún tengo. Además es un blog en el que no se pueden dejar comentarios. Así me siento más libre. Y me siento crítico. Crítico de blog.

La única pega es que yo, como crítico de blog, tengo que pagar por la cultura, cosa que no hacen los otros críticos.

nico guau

domingo, 7 de febrero de 2010

YA SOY EJECUTIVO. (revisión)

Hay personas para las que vivir humildemente llega a resultar un peso en la existencia; para otras, sin saberlo, fijarse metas tan grandes para así llegar a lo más alto, se convierte en el lastre de sus vidas. Ese no es mi caso, pues me alimento de las apariencias y únicamente la ostentación y una existencia banal me hacen feliz. Un día lo tuve claro. Decidí que, para alcanzar el nivel de vida deseado, el mejor trabajo era el de ejecutivo.

No hace mucho tiempo alguien me pregunto cuál era mi palabra favorita del diccionario. Yo por supuesto no contesté. No es que no la tenga, sino más bien creo que, por sus connotaciones, no es el tipo de palabra adecuada que se le pueda decir a cualquiera, ya que se corre el riesgo de que a uno le pongan el Sambenito de tirano. Aunque todos lo desean, ninguno lo reconoce, ya que, la falsa moral flota en el ambiente. Pues bien. Esa palabra a la que me refiero, es “poder”.

Fiel a los que mis padres me inculcaron, decidí canalizar mi carrera por el lado más práctico posible. Comencé estudiando Dirección y Administración de empresas, licenciándome con una media de notable. Después de realizar un master en Dirección económico financiera, entré a formar parte de una importante empresa dedicada a las telecomunicaciones, focalizando mis energías hacia un claro objetivo: ser un alto ejecutivo. No es que me guste, pero esta bien retribuido. Habiendo dejado a un lado cualquier tipo de intereses personales comencé una exitosa carrera. En mi adolescencia tenia inclinaciones más bien artísticas. Me gustaba la música y la literatura, era muy bueno dibujando cómics e incluso llegue a ganar algún concurso literario. Si, tenía otras facetas, aunque no me importaban demasiado como para sacrificarlas en base a mi objetivo principal; ganar dinero, mucho dinero; y cuanto más mejor. Ahora ya puedo decir que me encuentro en el lugar deseado. Ahora puedo decir que ya soy ejecutivo.

Siempre se ha dicho que el dinero no da la felicidad; que lo realmente importante en esta vida no se puede comprar. Eso me parece muy bien y admito que no le falta verdad. Aunque mis preferencias se inclinan hacia otras facetas de la vida, que si pueden comprarse. Para mí, todo lo demás no merece la pena. En el mundo en que vivimos todo se produce, viene envasado o se puede comprar por Internet. La llave: crédito suficiente en la tarjeta. Mi tarjeta de ejecutivo.

! Qué grata sensación! Es excitante saber que cada día que pasa tengo más poder en la empresa, y voy camino de superarlo. Sentirme poderoso me excita sexualmente y el hecho de tener don de mando me da seguridad en la cama, porque yo ordeno y marco el territorio. Lo malo de tantas horas de trabajo, que van unidas a un cargo de responsabilidad, es que repercute en la vida personal; particularmente en lo referente al sexo. Estrés y pene no van cogidos de la mano. Parece demostrado que al miembro viril no le gusta el trabajo de oficina y lo demuestra con repetidas huelgas. Como persona positiva que soy, a todo procuro buscarle una solución y ver las cosas de forma menos dramática. Si por un lado, ocultar la falta de erección es prácticamente imposible (los hombres llevamos la profesión por fuera), para no caer en la humillación, tengo mis maneras de trasladar la culpa a la otra parte, haciéndole creer que ha sido debido a su falta de atractivo sexual. Y lo creen firmemente, llegando en ocasiones a marcharse de mi casa con un gran trauma. Esa credibilidad solo te lo da tu posición social. Lo siento muchísimo por ellas pero tengo que conservar mi imagen. De todos modos, para no herir sensibilidades, he comenzado a tomar Viagra. Cada vez con más frecuencia. Es bastante caro, pero, mi economía me lo permite; por que soy ejecutivo.

El amor es primordial en la vida del hombre. Algo que se sitúa por encima de muchas cosas. Eso cuando se trata de un hombre común. Para la clase obrera es sinónimo de consuelo, de alivio al peso de su frustración. En otras escalas, como la mía, el amor es innecesario, y la pasión un lastre. No hay tiempo para tales cosas. Podría decir que soy hombre de un único y gran amor, y ese, es el dinero. Amar algo mas sería bigamia y semejante idea es intolerable, pues me considero un conservador en lo que a valores se refiere. Un “te quiero” de vez en cuando es suficiente para mantener la normalidad y limar asperezas. Para quién sobreentiende, pocas palabras bastan. Hay temas que se deben asumir en la relación con un ejecutivo.

Tengo relaciones duraderas, que a lo sumo, vienen a durar de entre tres a cuatro meses. A veces incluso pago a prostitutas; que viene a ser lo mismo, y no tienes que llamarlas a diario. Se las ama cuando a uno le viene en gana y no piden explicaciones. Dicen que no es lícito pagar para ser correspondido. Pero yo pienso que son bobadas. Durante largo tiempo he podido comprobar que se puede llegar a ahorrar hasta un sesenta por ciento de lo que a menudo me he gastado con mis exparejas, porque no hay que hacerles regalos ni invitarles a cenar. Las prostitutas ya vienen cenadas de casa y, si no lo han hecho, no es asunto mío.

Lo malo es que si aspiro al puesto de Director General debo dejar algunos cabos mejor atados. No es aceptable la figura de un hombre soltero para un puesto de semejante envergadura. Hay que proyectar integridad y ciertos valores tradicionales, y esa seguridad solo la da el matrimonio. De momento he fijado mi objetivo en una mujer, la cual creo perfecta para mí. Se trata de una secretaria de producción que trabaja para otra empresa dentro del mismo complejo empresarial, con la que he coincidido en varias ocasiones. Es una mujer guapa, sexi, medianamente inteligente, común en sus aspiraciones, aburrida, sin vértices, de reducido mundo interior, y lo que es mejor, fría y con deseos de estabilidad. Que tenga un poco de la ambición necesaria es suficiente para pulir aspectos relacionados en cuanto a su educación y su apariencia y llegar a ser la esposa de un Director; a la sombra de un alto ejecutivo.

Es posible que todo esto le lleve a alguno a pensar que tengo miedo al compromiso, miedo a las emociones y me escude en el trabajo y una vida vacía e insustancial en los que a lo personal se refiere. Pues bien. Yo diría que no tengo miedo al compromiso, siempre que se me deje libre el campo de actuación; despojado de cuestiones emocionales. El amor y la amistad son estados mentales; el trabajo una posición real en la vida; una sólida realidad. ¿Me equivoco? Tal vez si, tal vez no. Pero de momento esta es mi manera de pensar. Si algún día cambia, eso ahora no puedo saberlo. De momento estoy satisfecho con mi mundo material. Mi mundo de ejecutivo.

En un futuro lejano es posible que cambie de idea. No es tan descabellado. Al fin y al cabo, no sería el primero en hacerlo. En la sociedad actual comienzan a abundar tipos que cambian su vida de manera radical. Personas que abusaron de la tiranía que les permitió un puesto de rango elevado, ahora se redimen intentando purgar el efecto que sus acciones tienen sobre ellos, y huyen a la India, a Guatemala o Tierra de Fuego. Dar la vuelta al mundo se convierte en otra opción a considerar. Al fin y al cabo, con la cuenta de ahorro llena es más fácil meditar. Una cartera bien llena produce el efecto calmante suficiente para lanzarse a la aventura y hallar la espiritualidad. Encontrar el “ex” que llevo dentro. Si. Probablemente pudiera ocurrirme. Pero hasta que eso llegue, prefiero seguir donde estoy. Siendo un alto ejecutivo.

viernes, 5 de febrero de 2010

YA SOY EJECUTIVO

Hay personas para las que vivir humildemente llega a resultar un peso en la existencia; para otras, sin saberlo, fijarse metas tan grandes para así llegar a lo más alto, se convierte en el lastre de sus vidas. Ese no es mi caso, pues me alimento de las apariencias y únicamente la ostentación y una existencia banal me hacen feliz. Un día lo tuve claro. Decidí que, para alcanzar el nivel de vida deseado, el mejor trabajo era el de ejecutivo.
No hace mucho tiempo alguien me pregunto cuál era mi palabra favorita del diccionario. Yo por supuesto no contesté. No es que no la tenga, sino más bien creo que, por sus connotaciones, no es el tipo de palabra adecuada que se le pueda decir a cualquiera, ya que se corre el riesgo de que a uno le pongan el Sambenito de tirano. Aunque todos lo desean, ninguno lo reconoce, ya que, la falsa moral flota en el ambiente. Pues bien. Esa palabra a la que me refiero, es “poder”.
Fiel a los que mis padres me inculcaron, decidí canalizar mi carrera por el lado más práctico posible. Comencé estudiando Dirección y Administración de empresas, licenciándome con una media de notable. Después de realizar un master en Dirección económico financiera, entré a formar parte de una importante empresa dedicada a las telecomunicaciones, focalizando mis energías hacia un claro objetivo: ser un alto ejecutivo. No es que me guste, pero esta bien retribuido. Habiendo dejado a un lado cualquier tipo de intereses personales comencé una exitosa carrera. En mi adolescencia tenia inclinaciones más bien artísticas. Me gustaba la música y la literatura, era muy bueno dibujando cómics e incluso llegue a ganar algún concurso literario. Si, tenía otras facetas, aunque no me importaban demasiado como para sacrificarlas en base a mi objetivo principal; ganar dinero, mucho dinero; y cuanto más mejor. Ahora ya puedo decir que me encuentro en el lugar deseado. Ahora puedo decir que ya soy ejecutivo.

Siempre se ha dicho que el dinero no da la felicidad; que lo realmente importante en esta vida no se puede comprar. Eso me parece muy bien y admito que no le falta verdad. Aunque mis preferencias se inclinan hacia otras facetas de la vida, que si pueden comprarse. Para mí, todo lo demás no merece la pena. En el mundo en que vivimos todo se produce, viene envasado o se puede comprar por Internet. La llave: crédito suficiente en la tarjeta. Mi tarjeta de ejecutivo.

! Qué grata sensación! Es excitante saber que cada día que pasa tengo más poder en la empresa, y voy camino de superarlo. Sentirme poderoso me excita sexualmente y el hecho de tener don de mando me da seguridad en la cama, porque yo ordeno y marco el territorio. Lo malo de tantas horas de trabajo, que van unidas a un cargo de responsabilidad, es que repercute en la vida personal; particularmente en lo referente al sexo. Estrés y pene no van cogidos de la mano. Parece demostrado que al miembro viril no le gusta el trabajo de oficina y lo demuestra con repetidas huelgas. Como persona positiva que soy, a todo procuro buscarle una solución y ver las cosas de forma menos dramática. Si por un lado, ocultar la falta de erección es prácticamente imposible (los hombres llevamos la profesión por fuera), para no caer en la humillación, tengo mis maneras de trasladar la culpa a la otra parte, haciéndole creer que ha sido debido a su falta de atractivo sexual. Y lo creen firmemente, llegando en ocasiones a marcharse de mi casa con un gran trauma. Esa credibilidad solo te lo da tu posición social. Lo siento muchísimo por ellas pero tengo que conservar mi imagen. De todos modos, para no herir sensibilidades, he comenzado a tomar Viagra. Cada vez con más frecuencia. Es bastante caro, pero, mi economía me lo permite; por que soy ejecutivo.

El amor es primordial en la vida del hombre. Algo que se sitúa por encima de muchas cosas. Eso cuando se trata de un hombre común. Para la clase obrera es sinónimo de consuelo, de alivio al peso de su frustración. En otras escalas, como la mía, el amor es innecesario, y la pasión un lastre. No hay tiempo para tales cosas. Podría decir que soy hombre de un único y gran amor, y ese, es el dinero. Amar algo mas sería bigamia y semejante idea es intolerable, pues me considero un conservador en lo que a valores se refiere. Un “te quiero” de vez en cuando es suficiente para mantener la normalidad y limar asperezas. Para quién sobreentiende, pocas palabras bastan. Hay temas que se deben asumir en la relación con un ejecutivo.

Tengo relaciones duraderas, que a lo sumo, vienen a durar de entre tres a cuatro meses. A veces incluso pago a prostitutas; que viene a ser lo mismo, y no tienes que llamarlas a diario. Se las ama cuando a uno le viene en gana y no piden explicaciones. Dicen que no es lícito pagar para ser correspondido. Pero yo pienso que son bobadas. Durante largo tiempo he podido comprobar que se puede llegar a ahorrar hasta un sesenta por ciento de lo que a menudo me he gastado con mis exparejas, porque no hay que hacerles regalos ni invitarles a cenar. Las prostitutas ya vienen cenadas de casa y, si no lo han hecho, no es asunto mío.
Lo malo es que si aspiro al puesto de Director General debo dejar algunos cabos mejor atados. No es aceptable la figura de un hombre soltero para un puesto de semejante envergadura. Hay que proyectar integridad y ciertos valores tradicionales, y esa seguridad solo la da el matrimonio. De momento he fijado mi objetivo en una mujer, la cual creo perfecta para mí. Se trata de una secretaria de producción que trabaja para otra empresa dentro del mismo complejo empresarial, con la que he coincidido en varias ocasiones. Es una mujer guapa, sexi, medianamente inteligente, común en sus aspiraciones, aburrida, sin vértices, de reducido mundo interior, y lo que es mejor, fría y con deseos de estabilidad. Que tenga un poco de la ambición necesaria es suficiente para pulir aspectos relacionados en cuanto a su educación y su apariencia y llegar a ser la esposa de un Director; a la sombra de un alto ejecutivo.