Tom Stoppard es un hombre mayor. No en vano puede contar 76 años de historia. Se dice pronto. Viene a Madrid a presentar La costa de la Utopía, una trilogía conformada por tres partes, Viaje, Naufragio y Rescate, que, como el autor se encargó de explicar, “no consiste en ocho horas de discurso filosófico”. Y con tal fin tiene lugar un encuentro en el teatro que verá representada estos días otra de sus obras, Realidad. Estamos en el María Guerrero. Se supone que ésta es una ocasión especial. Lo cierto es que no hay mucha gente.
Los pocos que allí se congregan tienen cara de aburridos, parecen apáticos. No hay preguntas inteligentes. Y Tom también parece aburrido, aunque no duda a la hora de alabar el trabajo llevado a cabo con Realidad, dirigida por Natalia Menéndez. La ocasión la pintan calva, como suele decirse.
El encuentro , en el que además pudimos contar con la presencia de Gerardo Vera, que se dedicó a homenajear al autor, y con Marcos Ordoñez, encargado de la lectura de uno de sus artículos sobre el propio Stoppard y su Trilogía, acabó sin pena ni gloria.
Lástima no haber aprovechado más la visita y la experiencia de quien se define sencillamente así: “ yo sólo soy un autor dramático”.
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