Blog de la asignatura Crítica Teatral 2

impartida por Juan Antonio Vizcaíno


martes, 14 de junio de 2011

Y al principio fue el verbo

Kaspar, de Peter Handke. Director: Roberto Ciulli; Dramaturgia: Helmut Schäfer; Reparto: María Neumann, Simone Thorna, Petra von der Beek, Rosmarie Brücher… entre otros. Theatre an der Ruhr. Teatro de la Abadía del 1 al 4 de junio.

El mundo se creó con la palabra como única herramienta. Se cuenta que el viejo chamán crea el mundo cada mañana nombrando los elementos que lo componen: cielo, tierra, nubes… La compañía de teatro alemana Theatre an der Ruhr nos trae una historia que nos habla de la importancia de la palabra… a través de las imágenes.

El espectáculo se basa en la historia real de Kaspar Hauser, un niño salvaje que fue encontrado en Colonia a principios del siglo XIX. Pero esto es tan sólo una excusa para hablar del significado del lenguaje en la sociedad actual, y del deterioro que sufre.

El italiano Roberto Ciulli, fundador de Theatre an der Ruhr es uno de los directores escénicos menos convencionales de la escena internacional. Nos propone en este Kaspar una puesta en escena fascinante y sorprendente.

El espectáculo está dividido en dos partes bien diferenciadas. En la primera se nos cuentan los esfuerzos de Kaspar por aprehender el nuevo mundo al que ha sido llevado. La única forma de comprenderlo, de asimilarlo, de formar parte de él, es a través de la palabra. Pero pronto ha de descubrir las trampas del lenguaje. Los circunloquios, los dobles sentidos, las palabras vacías que han perdido su significado. Se trata de una puesta en escena sobria, exquisita. Los movimientos están perfectamente coreografiados, dando la sensación de baile.

La segunda parte nos muestra un espectáculo prácticamente mudo. Nos muestra la posible evolución de esta sociedad que ha pervertido de tal forma la lengua que ha llegado a perderla, llegando a caer en la desesperación y la barbarie. La estética es totalmente distinta a la parte anterior. Este crítico la definiría como una mezcla entre La clase muerta de Tadeusz Kantor y una película de Tim Burton. El espectáculo es a ratos brutal, lleno de imágenes poderosas, apocalípticas, y consigue que el público, alucinado, no aparte la vista de lo que ocurre en escena.

Al principio fue el verbo. Y el final será la ausencia del mismo, parecen decirnos. Confiemos en que el chamán siga nombrando/creando el mundo durante muchos miles de años. Cielo, tierra, nubes… y sobre todo, buen teatro como este.

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