Blog de la asignatura Crítica Teatral 2

impartida por Juan Antonio Vizcaíno


domingo, 12 de junio de 2011

El universo de Luis Araquistáin

LUIS ARAQUISTÁIN

"Durante veinte años la pluma de Araquistáin, manejada como estaca, estilete y trabuco, ha sembrado el terror en el periodismo español."

Aparecido en la publicación Política, en 1936.

"Para que la obra de arte eche raíces y florezca en una sociedad, ha de acabar siendo un entretejido psicológico entre autor, intérpretes y público. En este entrelazamiento espiritual, el papel de la crítica es importantísimo cuando tiene algo de profunda. La diversidad crítica en tomo de la obra de un hombre es ahondamiento. Cuando más se critica una creación, más se penetra ensu sentido, más se la recrea. Si una obra tiene alguna consistencia vital, una crítica adversa(...) es como un fondo oscuro sobre el cual resaltan mejor las luces de la obra misma. Una crítica vivaz, aunque niegue y censure, colabora con el autor de la obra a vitalizarla si en rigor lo merece, a mantenerla viva a través de la polémica".

Luis Araquistáin


¿Quién fue Luis Araquistáin?

Si algo se puede decir de Luis Araquistáin es que fue un hombre de mundo. Nació el 18 de junio de 1886 en Bárcena de Pie de Concha, en una familia acomodada de ascendencia guipuzcoana y barcenesa. Su padre, Asensio Araquistáin Aguirre, era natural de Elgoibar y su madre, María Quevedo Calderón, era oriunda de Pie de Concha. Después de pasar un corto periodo de tiempo en un seminario, Luis lo abandonó para ingresar en la Escuela de Naútica de Bilbao, que le concedió el título de Piloto en 1904. Poco después emigró a Argentina, donde ejerció diversos oficios. Regresó a España en 1908 para establecerse como escritor y periodista, aunque pasó gran parte de su vida viajando entre distintos países de ambas orillas del Atlántico.
A Araquistáin se le conoce sobre todo como un hombre político, causa a la que dedicó gran parte de su vida. Hacia 1911 ingresa en el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), junto con intelectuales de la talla de Julián Besteiro, Andrés Ovejero, Fernando de los Ríos o Jaime Vera. Colaboró activamente en la Escuela Nueva, para la formación de los trabajadores, y en los medios socialistas, como Vida Socialista. Proclamada la II República, Araquistáin fue nombrado por Largo Caballero Subsecretario del Ministerio de Trabajo en Abril de 1931, año en que también fue nombrado diputado socialista a Cortes por Bilbao. Posteriormente fue designado Embajador de España en Berlín, en 1932, cargo que ocupó hasta el año siguiente. Este nombramiento fue clave en la evolución del pensamiento de Araquistáin, tanto sobre la República y su futuro como sobre el socialismo. En 1933 fue elegido diputado por Madrid. Poco después de iniciada la Guerra Civil, en Septiembre de 1936, fue nombrado Embajador de España en París, pero debido a la crisis política de Mayo de 1937 que acabó con Largo Caballero y con su proyecto de "revolución social", dimite del cargo.
Al finalizar la Guerra Civil, se trasladó a Londres, donde llegó a trabajar como comentarista de la BBC. Por último, pasó los años finales de su vida en Ginebra, donde finalmente murió.
Para dejar constancia de lo amplio de su trayectoria, ofrecemos una selección bibliográfica cronológica de Luis Araquistain
1915 Polémica de la guerra. 1914-1915, Renacimiento, Madrid 1915, 317 páginas.
1916 Dos ideales políticos y otros trabajos. En torno de la guerra, Tip. de El Liberal, Madrid 1916, 302 páginas.
1917 Entre la guerra y la revolución. España en 1917, Madrid 1917, 194 páginas.
1920 España en el crisol. Un Estado que se disuelve y un pueblo que renace, Editorial Minerva (Biblioteca de Cultura Moderna y Contemporánea), Barcelona [1920], 291 páginas.
1921 , Publicaciones España, Madrid 1921, 204 páginas.
1923 El archipiélago maravilloso. Aventuras fantasmagóricas, Mundo Latino, Madrid 1923, 267 páginas.
1926 El arca de Noé. Ensayos, Sempere, Valencia 1926, IX+323 páginas.
1928 La agonía antillana. El imperialismo yanqui en el Mar Caribe (impresiones de un viaje a Puerto Rico, Santo Domingo, Haití y Cuba), Compañía Ibero-Americana de Publicaciones / Espasa-Calpe, Madrid 1928, 296 páginas.
1929 La revolución mejicana. Sus orígenes, sus hombres, su obra, Compañía Ibero-Americana de Publicaciones, Madrid 1929, 356 páginas.
1930 El ocaso de un régimen, Editorial España (colección Ideas y Hechos Políticos), Madrid 1930, 273 páginas.
1932 Marcelino Menéndez Pelayo y la cultura alemana, Jene, Weinar 1932, 27 páginas.
1933 El derrumbamiento del socialismo alemán. Conferencia pronunciada el 29 de octubre de 1933 en la Casa del Pueblo de Madrid, Gráfica Socialista, Madrid 1933, 30 páginas.
1935 Polémica entablada entre Luis Araquistáin y Julián Besteiro, Divulgación de Posiciones Socialistas, Oviedo 1935, 75 páginas.
Prólogo a J. Izquierdo Ortega, Filosofía española. Tres ensayos, Argos, Madrid 1935, 211 páginas.
1953 España ante la idea sociológica del Estado, UGT-PSOE, París 1953, 115 páginas.
1959 Franco y el comunismo, Congreso por la Libertad de la Cultura, Montevideo 1959, 30 páginas.
1962 El pensamiento español contemporáneo, prólogo de Luis Jiménez de Asúa, Losada (colección Cristal del Tiempo), Buenos Aires 1962, 192 páginas.

La crítica teatral según Araquistáin


Araquistáin analiza el papel de la crítica, y lo hace partiendo de la idea de que es necesario que ésta sea vivaz, profunda y sincera, que tenga serenidad y libertad de criterio. Considera que la vanidad y el orgullo del crítico son una grave limitación. Pide que el crítico juzgue con conciencia y claridad, que tenga un estricto criterio de verdad y de independencia.
La crítica, además, puede -y debe- tener calidad literaria. Si algo ha aprendido el que escribe es que de una mala obra, se puede hacer una crítica impecable, bien escrita, que supere con mucho aquello que critica.
En La batalla teatral, de 1930, Araquistáin realiza un exhaustivo estudio sobre el teatro español, sus máximos representantes,los actores, los recursos escénicos, el público y también sobre la labor de la crítica., tema que nos ocupa.
Lo primero a tener en cuenta sobre la crítica es que la unanimidad es algo totalmente alejado de la base de la misma. Existen tantas experiencias diferentes como público y críticos pueda haber en una sala. Cuenta Araquistáin que, al ver a algún autor contrariado por esta razón, siente deseos de decir: “Amigo mío, francamente, es usted demasiado ambicioso. Esa unanimidad que usted anhela no la logran siquiera los dioses. ¿Cómo pueden desearla los hombres?” (La batalla teatral, pp. 209).
Para él, lo más importante de la crítica es el hecho inherente de contrastar la obra de arte a la que se asiste, con ciertos criterios que respondan a la verdad del que observa. Recordemos que críticos somos todos, que nuestro cerebro actúa de manera inconsciente, y que el hecho de criticar es algo que está en la propia naturaleza del ser humano. ¿Acaso, al salir de un teatro, no comentamos lo que acabamos de ver con aquellos que nos acompañan? Eso también es crítica.
Aunque, en palabras de Araquistáin, “Sólo al crítico le exigimos que juzgue con conciencia y claridad, es decir, que tenga un claro criterio de verdad y que se acerque a la obra enjuiciada con libertad de ánimo" (La batalla teatral, pp. 213).
Pero esta disposición se ve ensombrecida, a menudo, por factores que no deberían tener cabida en una crítica, tales como las relaciones sociales, el carácter, los “amiguismos”, las rivalidades, y un largo etc.
Sobre eso reflexiona el autor, diciendo: “La neurosis hace estragos en estas profesiones, la sensibilidad está hiperestesiada, hay como una voluptuosidad en atormentarse recíproca y universalmente por la palabra, por el silencio, por la rivalidad, por el desdén, por la injusticia, por la malevolencia, por las formas de la mortificación y la malignidad. Combaten individuos contra individuos y grupos contra grupos, muchas veces sin leerse, sin conocerse, casi siempre sorda y arteramente. El medio es pequeño y todos tropiezan, se hieren, se arañan. No hay distancia ni sentimiento de comunidad social, cultural o histórica. Se habla de lo que se ignora, claro que despectivamente, o se finge ignorar lo que se conoce con el mismo propósito. Se prejuzga todo a impulsos de la amistad o la enemistad, y, en ocasiones, se hace deliberada ostentación del menosprecio. En ese ambiente se mueve el crítico, lo respira y lo alimenta". (La batalla teatral, pp. 214-215).
En definitiva, que la labor del crítico no es precisamente tarea fácil, puesto que ha de tener en cuenta valores que añaden dificultad a la labor, si no se sabe hacer buen uso de ellos.

Pero, ¿qué era para él el teatro, o en qué se había convertido? En una época en la que imperaban las normas morales de la burguesía, Araquistáin supone ser un defensor de lo cómico, reduce al absurdo los criterios de conducta, defiende también la moral picaresca, esa que glorifica lo más primario del instinto. Y critica ese predominio burgués con toda la intensidad que es capaz, al considerar que por su causa el teatro ha perdido parte de su realidad, puesto que, “la burguesía paga, la burguesía manda”. Además de privarse de las mentes de hombres inteligentes destinados a tal labor.
Es entonces que se decantará por un teatro experimental y de minorías del que surgirán las nuevas figuras del futuro, sus autores, directores y actores. Que serán capaces, de nuevo, de llevar al pueblo a las salas. Al pueblo lo que es del pueblo.

Müll Dávila

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