Blog de la asignatura Crítica Teatral 2

impartida por Juan Antonio Vizcaíno


domingo, 5 de junio de 2011

Cansinos Assens

“Soy discípulo de la sonrisa de Cansinos Assens, hasta del silencio de Cansinos Assens”



Borges nos traslada al universo de este crítico literario que frecuentó los cafés de la bohemia madrileña, participando en tertulias como la del Café Colonial. Lejos de elevarse a su torre de marfil, propia del literato, a Cansinos Assens se le recuerda más por sus diálogos que por su escritura. Insuflaba entusiasmo a la juventud. A pesar de hallarse vinculado a la vanguardia y haber fundado él mismo el movimiento ultraísta, Cansinos nunca dejó de ser crítico con el escenario literario madrileño, siempre haciéndolo desde el humor. Su cercanía no sólo reside, por tanto, en su calidez humana, sino también en la facilidad que tenía para parodiar incluso aquello que él mismo representaba.



Primeros años

Rafael Cansinos Assens nació a las dos de la tarde del día 24 de noviembre de 1882 en Sevilla, donde vivió hasta los quince años. Recibió una educación marcadamente religiosa en el seno familiar y en los Escolapios.


A primeros de enero de 1898 llegó a Madrid, lugar en el que transcurriría su existencia. En 1900-1901, con 17 años, entró en contacto con el modernismo, leyendo a Salvador Rueda y Julián del Casal. Pedro González-Blanco le introduce en el mundo de Pío Baroja, los Machado, Villaespesa... En esta época tuvo varios empleos, que abandonaba porque sólo quería ser poeta; trabajó esporádicamente en la administración de La Ilustración Española y Americana, en la Casa de la Moneda, como secretario de un Duque, etc. 1900 es también el año en el que empieza a investigar el pasado de sus ancestros –del que tenía muchas referencias de conversaciones oídas en el patio familiar de Sevilla– en libros de heráldica. En 1901 firma en El Motín de Nakens como "Cansinos", en la creencia de que su apellido judío (Cansino), procedente de Asturias, había perdido la ‘s’ en Andalucía.


Su iniciación en los cafés, en la bohemia madrileña

Participa de la bohemia literaria intensamente de la mano de su mentor Manuel Molano. El alcohol y la prostitución serán sus compañeros de viaje hasta que en 1905 comienza a trabajar en La Corres. En 1905 inicia su labor como periodista en La Correspondencia de España y, a mediados de año, entra en contacto con el doctor Pulido y con un judío llamado Farache, con quienes participa activamente en la campaña filosefardí que tuvo por finalidad recuperar la memoria judía española. Es en esta época cuando comienza a escribir salmos. En 1911 frecuenta el Colonial y otros cafés de tertulia. Se relaciona con Francisco Villaespesa, Juan Ramón Jiménez, Emilio Carrere, Felipe Trigo, Rubén Darío, Rafael Lasso de la Vega, Gregorio Martínez Sierra, Carmen de Burgos, Ramón Gómez de la Serna, Antonio y Manuel Machado, etc.

Publica su primera obra, El candelabro de los siete brazos (salmos), en el año 1914. Asiste y participa en las tertulias de la época (Café Levante, Pombo, etc.), y en 1919 abandona el periodismo para dedicarse por completo a la literatura.

Tiene tertulia en El Colonial, donde es animador de las vanguardias y fundador del Ultraísmo, que se enfrenta al modernismo. Es un movimiento estrictamente literario, y concretamente poético. Su objetivo es explotar la metáfora, apostar por la síntesis, recurrir a imágenes chocantes, fusionar plástica y poesía. Para ello hace uso de tecnicismos y neologismos. También busca eliminar la rima, etc.


Assens dirige la revista Cervantes. Su obra de aquellos años, excepto algunos textos que firmó como Juan Las, no tiene nada de vanguardista, sino que hunde sus raíces en textos bíblicos (la mayor parte de esta obra permanece inédita). Es la época en la que se relaciona con Guillermo de Torre, Adriano del Valle, Xavier Bóveda, Jorge Luis Borges, Vicente Huidobro, etc.
En estos años escribe y publica intensamente, y se convierte en un reputado crítico desde las páginas del prestigioso diario La Libertad.


Su obra como traductor y sus problemas con la dictadura

En 1927, con la publicación de dos tomos de La nueva literatura, se despide prácticamente del mundo literario, y no vuelve a publicar obra original más que de forma muy esporádica. En marzo de 1926 había conocido a Josefina Megías, mujer que tuvo una enorme influencia en su vida. Los siguientes años los dedicará a la traducción. Empieza su relación con el editor Manuel Aguilar, que le encarga las Obras Completas de Dostoievski.

Cansinos Assens sufrió expediente de depuración por la dictadura militar de Franco, que lo acusó de ser judío. Consiguió posteriormente un carné de Prensa por un favor personal, pero no publicó nada en España a partir de 1939. En 1943 fallece su hermana María Josefa y termina la traducción de Goethe (todas estas obras se imprimían fuera de España). En esta época frecuenta a algunos escritores y periodistas como Casas Bricio, Sotomayor y José Altabella. En diciembre de 1943 la censura ordenó retirar del mercado una edición de Dostoievski: el editor, Manuel Aguilar, tenía que suprimir de la portada el nombre del traductor y eliminar el prólogo.

En 1944 comienza a traducir Las mil y una noches, que termina en los primeros meses de 1945. Como en otras etapas de su vida lleva un diario. Siete años después de entregada en la Biblioteca Nacional, le devuelven su biblioteca, mermada (en la actualidad su biblioteca se encuentra con la de Juan Ramón Jiménez en la Sala Zenobia-J.R.J. de la Universidad de Puerto Rico). En 1946, a raíz de la muerte de Josefina (su gran amor), deja de llevar sus diarios. En 1949 traduce el Korán, luego vendría Andreiev, una antología de poetas persas y la obra completa de Balzac.


El día a día de Cansinos Assens

De la mano de Braulia Galán, viuda de Cansinos Assens, accedemos al día a día de este:

“Su vida diaria era siempre la misma. Todos los días lo mismo, sábados y domingos también, los mismos paseos, todo igual: se levantaba a las doce o a la una largas. Le preparaba un vaso de café con leche enorme, se duchaba y se ponía a trabajar hasta las seis o las siete de la tarde. A esa hora le tenía preparada la comida. Después se marchaba y volvía a las seis o las siete de la madrugada, cenaba lo que yo le dejaba preparado la noche anterior y se ponía a leer hasta que se dormía. Así todos los días durante años y años. […] Por casa venía poca gente: Mario Molano, que solía venir por la tarde y se estaba allí sentado en la sala, leyendo revistas, porque le llegaban muchísimas, hasta que él terminaba con su trabajo y la comida, y a eso de las siete se marchaban. Iban al Comercial y a un café que no me acuerdo cómo se llama que estaba en Goya esquina con Narváez. Allí se veía con gente que no eran escritores. También venían escritores jóvenes a verle, pero eso no le hacía mucha gracia y tampoco les hacía mucho caso […] El cura Rey Soto también vino algunas veces, hasta que un día se enfadó por cuestiones de política y no volvió más.

[…] Borges también vino una vez, pero no le sentó bien la visita, no por nada, porque estuvo muy bien con él, sino porque no le gustaba que viniera gente a visitarle. Le ponía de mal humor. […]

[…] A él le gustaba mucho el tabaco bueno, que lo liaba, y el café. Y el cine, el cine le gustaba mucho. Pero nunca se le ocurrió ir a ver a Rita Hayworth cuando vino a Madrid, que también era de la misma familia. Yo no sé lo que le hubiera costado ir a verla y saludarla y comentar algo. Con él no iban esas cosas.”


Los últimos años de su vida

En los últimos cuatro años de su vida, Cansinos Assens no salió de casa. No quería saber nada de nadie. Quería trabajar en algo importante. No obstante, el mes de marzo del 64, lo ingresaron en la clínica Ruber. Le costó coger el taxi, según explica su viuda, ya que le daban miedo los coches. Le traía recuerdos de la guerra, cuando se llevaban a la gente en coches para darles paseíllo.

Falleció el 6 de Julio, a los ochenta y un años de edad.


El movimiento V. P.

En este libro, Assens parodia el escenario teatral madrileño, criticando el nacionalismo exacerbado de ciertas expresiones literarias, así como el moderno cosmopolitismo. He aquí unos fragmentos:


“ En toda mi vida, amigos míos, no he probado el champagne
ni la cerveza por ser bebidas extranjerizas ni he hojeado un
libro extranjero, ni he admitido en mis costumbres ciertos refinamientos,
por hacer honor a una raza viril y sobria, raza de héroes y de santos"

"- Amigos míos, de ahora en adelante no seré ya Senectus, sino
Modernissimus. Voy a desquitarme de todas mis privaciones antiguas.
No probaré más el turrón castizo, causa de indigestiones. Voy a
atracarme de galicismos y anglicismos. Diré massage y factage y
camouflage y foot-ball y garden-party. Mirad, ya me siento más joven[…]”

También satiriza los primeros momentos de vanguardia:

"Yo no puedo sentarme. Yo soy hijo de la hora más moderna y soy
esencialmente dinámico. Yo debo estar en pie, como una antena
transmisora, como la Torre Eiffel y como los velívolos [...] Acabo de
nacer, ya lo notaréis en el temblor de mis orejas vibrátiles [...] El
movimiento V.P. me era ya conocido desde antes que surgiera [...] Sí,
sí, en realidad yo he sido el primer poeta V.P. y por eso me sois
simpáticos [...] No reflejáis bien la vida moderna, rafagueante, zigzagueante,
centrífuga y centrípeta, vagarosa, tangencial y dehiciente
[...] El arte moderno debe ser intersticial, ubicuo y anándrico, ¿comprendéis?”



La novela de un literato

En esta obra, Cansinos Assens nos acerca al ambiente teatral de la época. Así nos habla de los teatros alternativos:

“Era en aquella barracha, igual que la de la Latina, algo así como un carro de Tespis, como un teatrillo primitivo, en el que se creía asistir al nacimiento del teatro con aquellas obrillas, compuestas por principiantes y representadas, con un decorado elemental, por cómicos malos, tan grandes artistas, de igual modo que los autores considerábanse muy superiores al propio Arniches. Las triples no tenían más atractivo que el de ser mujeres y jóvenes, aunque también se creían unas divas y daban a su actuación una importancia trascendental. […] ¡Qué agradecidos nos estaban por mis bombos en La Corres y con qué alborozo comprobaban nuestra presencia en los estrenos!”

También nos asoma a la reacción de los autores ante la crítica:

“He tenido que aguantar el despecho de los autores no elogiados o silenciados (el silencio es también un juicio)y la iracundia de los enemigos de los elogiados.[…] Hay autores que, ante el silencio reaccionan en forma violenta… Ha hablado usted hasta del Piripitipi y no ha hablado de mí – me decía el otro.”



Ignatius Reilly

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