Blog de la asignatura Crítica Teatral 2

impartida por Juan Antonio Vizcaíno


domingo, 5 de junio de 2011

Los viajes de Torrente Ballester






Además de profesor, escritor, investigador, político y padre de 11 hijos, Torrente Ballester también fue crítico teatral. Un crítico tan peculiar que comenzó escribiendo en el periódico falangista Arriba y terminó publicando en la revista teatral Primer Acto. Sin embargo este escritor, galardonado con todos los premios nacionales, no realizó el tránsito de un medio a otro a partir de la política, sino a partir de su poética teatral.



De París a Madrid



Los continuos viajes del escritor a lo largo de su vida son un dato revelador para conformar un perfil aproximado del personaje. Durante su infancia viajó a causa del trabajo de su padre, marino, siendo joven se trasladó para continuar sus estudios y ya adulto recorrió España a cargo de diferentes puestos, llegando hasta Nueva York como profesor invitado. Estos viajes, también numerosos en el desempeño de su profesión, escritor, no sólo enriquecen su cultura, también lo aproximan a diferentes puntos de vista y lo sitúan en momentos cruciales.


Uno de esos momentos cruciales tiene lugar en el año 1936. La Guerra Civil sorprendió a Torrente Ballester en París, donde finalizaba sus estudios realizando la tesis doctoral. La excelsa educación que había recibido hasta entonces, leyendo a Mallarmé, a Proust o a Joyce, fue producto de la negativa de su madre a que se alistara en el ejército. El escritor regresó a Madrid y se afilió a la falange, por consejo de un cura amigo suyo. Su incursión en la política, hasta entonces, se reducía a la pertenencia al Partido Galleguista. Tal decisión, por lo tanto, no debe ser descontextualizada de la España del 36, situando al joven Gonzalo en un entorno predeterminado. Sólo un año después conoce a los integrantes del Grupo de Burgos, un conjunto de intelectuales como Pedro Laín Entralgo, Luis Rosales o Luis Felipe Vivanco.


No obstante, y pese a este círculo de amistades y sus colaboraciones en diferentes publicaciones falangistas, el escritor permanecerá en un discreto plano político toda su carrera. Incluso llega a ser cesado de su puesto de profesor en la Escuela de Guerra Naval por firmar un manifiesto de apoyo a los trabajadores de una mina asturiana. El hombre tranquilo, como él mismo se definía, parecía tener otras prioridades e intereses y supo abstraerse de un país convulso y dividido.


De la Literatura al Cine



Desde joven había sido muy curioso con los aparatos electrónicos. Estos aparatos, magnetófonos, cámaras, máquinas de escribir eléctricas, le ayudaron mucho en sus últimos años, cuando padecía una pérdida de visión importante. Pero desde luego nada tan agradecido como disfrutar de los aparatos de rodaje en las filmaciones de El rey pasmado o Los gozos y las sombras. Aunque sería frívolo depositar todo mérito de sus adaptaciones en el disfrute que al escritor le producía estar cerca del rodaje. Resulta significativo que un escritor con su carrera pueda completar su curriculum con las versiones cinematográficas de su obra. Ganador del premio Príncipe de Asturias, del Cervantes, del Premio Nacional de Literatura, apenas le quedó nada por hacer.


De Arriba a Primer Acto



El hombre tranquilo sintió la necesidad de elaborar una poética para argumentar, sin conflictos, sus afirmaciones en sus críticas. Sentó así las bases de su crítica teatral, fundamentándola en la experiencia y el estudio, con su posterior reflexión. Fue realizando este viaje por el teatro apasionado por el sentido trágico, o por lo ritual, conformando una visión del teatro personal y conservadora. Este, el conocimiento, es el motivo principal por el cual su criterio fue respetado por todos los sectores políticos, no sin pequeños enfrentamientos.


Todo es fruto de una evolución, y en el caso de Torrente Ballester, dio lugar a tres fases: la primera de ellas en el periódico Arriba, fase fundamentalista y quizá un poco alejada del panorama teatral, en la segunda comienza a elaborar su poética escribiendo en Arriba y en Primer Acto , asistiendo a gran número de representaciones y la tercera, o fase de consolidación, se reconoce por sus artículos ensayísticos en Primer Acto. Su poética teatral se fundamenta sobre todo en la defensa de la autonomía del universo escénico, dotado de sus propias convenciones y la excesiva preocupación por las fronteras genéricas. Una vez más el hombre tranquilo y racional.


Desde su intención de que el teatro sea un espejo de la sociedad se reencuentra con Sastre, elogiando este intento del autor en una de sus obras. Este reencuentro se hace necesario tras la feroz crítica casi política que le había brindado en un espectáculo anterior. La evolución de Gonzalo Torrente Ballester no sólo se aprecia en argumentar la crítica a Sastre en su rechazo a las forma americanas, sobre todo se observa en el intento de dejar a un lado las tendencias políticas y abogar por la intención de que el teatro sea un arma cultural del pueblo.


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