Blog de la asignatura Crítica Teatral 2

impartida por Juan Antonio Vizcaíno


lunes, 6 de junio de 2011

EL ESCRITOR Y EL OLVIDO

“Yo nunca me he considerado un profesional del teatro (…) Me ha faltado la pasión suficiente”. Con estas modestas palabras abre Francisco García Pavón (1919-1989) el prólogo a su libro Textos y escenarios (1971). En lo que se refiere al teatro siempre se sintió un espectador. Y en la vida fue un observador, un cronista cuya verbosa pluma retrató fielmente la España de su época. Su España, pues más que nadie, eran él y su mirada los protagonista de sus historias.

Escritor, ensayista, crítico, periodista, tertuliano del café Gijón y director y catedrático de la Real Escuela de Arte Dramático. Una de las aulas de esta escuela lleva su nombre, pero pocos alumnos saben quién fue y qué significó para la historia de las letras Francisco García Pavón. Como todo espectador, ha quedado relegado al olvido una vez finalizada la función y terminados los aplausos.

Sirvan estas líneas para rendirle homenaje.

García Pavón y Tomelloso

“Paco es Tomelloso, y Tomelloso es Paco” argumentaba Cuesta Santandreu durante la concesión de la Medalla de Oro de la ciudad al escritor, que moriría pocos días después.

La vida literaria de García Pavón está íntimamente ligada a esta ciudad manchega que lo vio nacer. Su estilo está definido por el humor y la ironía con que dota a sus obras y el costumbrismo tan cuidado, tan minucioso que encontramos en ellas. Este típico y aletargado pueblo campesino y sus gentes son los protagonistas de la gran mayoría de los relatos narrados por el escritor. Allí pasó su infancia y juventud. Luego marchó a Oviedo, y a Madrid, pero su corazón siempre estuvo en la ciudad que lo vio nacer. Siempre. En los buenos y en los malos momentos.

Cuentos republicanos (1961), Los liberales (1965), Los nacionales (1977) son relatos de cómo la convulsa historia marcó la ciudad y a sus habitantes. Aunque la guerra civil no es la espina dorsal de la obra de García Pavón, es un tema recurrente en sus novelas y escritos. “…Las guerras nunca nacen de verdaderos enfrentamientos ideológicos, religiosos o militares, sino de la obsesión periódica que tiene el hombre por convertir en tierra a sus prójimos con el pretexto que sea” afirma Braulio, alter ego de Pavón en El hospital de los dormidos.

Y es en Tomelloso donde discurren las historias que le traerían verdadera fama. Plinio, jefe de policía local de Tomelloso es el protagonista de ellas. Acompañado de Don Lotario, veterinario del pueblo, se dedican a resolver los más extraños crímenes que acontecen en su pueblo.

Estas novelas trascienden más allá de la simple novela policíaca acercándose más bien a la novela negra, por sus elementos costumbristas y la, algunas veces velada, crítica social que acompaña los lances del detective

El éxito le llegaría con el salto de su personaje de los libros a la televisión. A principios de los setenta, Antonio Giménez Rico y José Luís Garci llevarían al personaje a la pequeña pantalla con gran éxito. Este salto a la fama de su conciudadano no fue del agrado de las gentes del pueblo, que vieron como Tomelloso era identificado con un lugar donde el crimen estaba a la orden del día, lleno de rufianes y ladrones. Pavón pasó de Hijo Predilecto de la ciudad a tener que leer pintadas como: “Pavón al paredón”.

García Pavón y Madrid

En 1939 consigue un certificado de adicto al régimen y marcha a Madrid a estudiar filosofía y letras. Animado por Carmen Laforet, que había conseguido el premio Nadal en 1945 con su novela Nada, presenta Cerca de Oviedo, quedando finalista. No lo conseguiría hasta el 69, con una novela con Plinio como protagonista Las hermanas coloradas.

La fama de Pavón comienza a crecer. Se hace asiduo de las tertulias literarias del café Gijón, donde se reúne con asiduidad con otros importantes autores de la época, como los aún desconocidos Antonio Buero Vallejo o Francisco Umbral.

Por éstas fechas, 1958, consigue la cátedra de Historia de la Literatura Dramática de la Real Escuela Superior de Arte Dramático, de la que sería subdirector y luego director hasta 1970.

García Pavón y la crítica

No nos ha llegado mucho material de su labor como crítico teatral. Tan sólo dos libros, Teatro social en España y Textos y escenarios, donde en una serie de artículos reflexiona sobre el mundo del teatro.

“El buen crítico teatral debe estar adornado de saber, sensibilidad, agudeza, rapidez –al menos en España-, calidad de pluma, honradez y contención; atributos que no concurren en cualquiera y que por sí mismos configuran un talante intelectual muy diferenciado”, afirma en estas páginas, donde disecciona la figura del crítico e intenta explicar cuál es su importancia dentro del hecho teatral. “La crítica es la labor dramática o paradramática que menos satisfacciones tiene… Realmente, sólo la íntima de cumplir con un deber importante: el de orientar al público hacia lo mejor, e impedir que el teatro llegue a ser un espectáculo desnaturalizado e inferior”.

En estas páginas podemos encontrar parte de su pensamiento crítico en las disecciones que hace de algunas de las más importantes obras de la época, pero tan sólo a nivel de texto, nunca sobre el espectáculo teatral.

García Pavón y el olvido

En 1980 Francisco García Pavón sufrió una apoplejía, a consecuencia de la cual, perdió casi todos sus recuerdos.

A partir de entonces se dedicó a perseguir su memoria. Acompañado de su hija buscaba por todo Madrid su juventud perdida, buscaba el portal de la primera pensión donde se alojó, buscaba el sastre que le hizo su primer traje. Se buscaba a sí mismo.

Intentó dictarle a su hija una última novela de Plinio: la historia de un asesino sin memoria que olvida sus crímenes tras cometerlos. Frustrado por la dificultad que le suponía escribir, abandonó el proyecto a las cuarenta páginas.

Nos dejó un 18 de marzo de 1989. Y el olvido que ocupaba su cabeza siguió extendiéndose, hasta casi hacerle desaparecer por completo. Hace tiempo que ha dejado de aparecer en las listas de los escritores españoles más influyentes. Incluso la editorial Taurus, de la que fue director durante diez años, no le dedica ni una sóla línea en su libro Taurus, cinuenta años de una editorial (1954-2004)

Poco le importará este olvido al propio Pavón. Según sus propias palabras: “Lo que los demás puedan pensar de nosotros después de la muerte importa poco… como lo que pensaban antes de nacer. El verdadero valor de la obra de arte es para el propio creador”

Marisa Plasencia

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.