NOSOTROS LOS VIVOS Dramaturgia y dirección Saladina Jota
Interpretes: Ramiro Melgar. Mirian Lopez. Rubén Villoslada. Iñaki Rubio. Ana Eva Cruellas. Escenografía: Gema Solanilla Maestro. Alberto Bermúdez del Castillo.
Vestuario: Natalia Alonso Mariño Diseño e iluminación: Pau Ferrer Garrofé
Sala García Lorca de la RESAD. Madrid. 14-02-2011 Única representación.
Una vez más el conflicto bélico toma la escena, la repulsa que produce genera en nuestros artistas la necesidad de denunciarlo repetidamente, la esperanza de que tal vez surja esa chispa capaz de modificarlo, aliviarlo, o acercarlo a una comprensión que permita abrazar una deseada salida, nunca desaparece.
¿Qué ocurre cuando el vencedor empatiza con el vencido, con su dolor?, ¿qué ocurre cuando el otro es yo?, ¿cuándo lo miro y me veo en él? Saladina Jota arranca su obra desde esta particular perspectiva, un profundo aullido de dolor que surge de las entrañas araña la escena apenas iniciada la función, Ninguna y Nadie, los dos personajes centrales de la obra, aúllan su dolor, el lamento del uno, encontrará respuesta en el lamento del otro.
Colateral, violación, tortura, racismo, exterminio, son palabras que por exceso de repetición van diluyéndose en la cotidianidad, van perdiendo su capacidad para convocarnos a la acción, por eso en esta obra se explora un nuevo lenguaje, lo poético entra reclamando la atención del espectador, obligándole a escuchar, a conectarse con los acontecimientos, y lo consigue, la exigencia lingüística del principio abre un canal que se mantiene durante toda la función.
El espacio escénico está bien definido, una alambrada fronteriza atraviesa el escenario en diagonal curvándose hacia el fondo, dejando bien claro que apenas queda ya nada por conquistar. A la derecha una edificación singular que mediante un juego de luces permite que nuestra mirada se adentre a través de sus paredes, permitiéndonos descubrir una intimidad que de otra forma nos habría sido velada.
El conjunto instrumental va sonando, pero habría que revisar la estructura interpretativa, se producen disonancias y estridencias que descolocan la partitura, tal vez esa palabra poética con la que se guía la obra necesite otro acomodo y contención, una formula particular en la que los entregados actores puedan aproximarse a acciones y emociones sin necesidad de inútiles excesos.
Nosotros los vivos todavía no es una obra, Saladina Jota ha hecho un esfuerzo por ofrecer al público una pieza cerrada en vez de un simple fragmento, se agradece el esfuerzo, ahora siga el boceto su viaje y que vuelva a nosotros en un futuro no demasiado lejano.
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