Blog de la asignatura Crítica Teatral 2

impartida por Juan Antonio Vizcaíno


viernes, 25 de febrero de 2011

LA CATARSIS DE LA CHARO

Neverending Charo, de y dirigida por Sandra Dominique Moreno. Reparto: Eva Higueras, Adán Lorca, Ana María Casas, Maxi Ferraro, Maya Reyes, Gabriel Fuentes. Músicos: Guillermo Arrom, Fernando Lupano. Escenografía y vestuario: Ana Montes. Lugar: Jueves 24 de febrero de 2011, Sala García Lorca de la RESAD

A todos nos gusta pasar un buen rato y reírnos porque sí; aunque no sepamos muy bien de que nos estamos riendo. Neverending Charo cuenta la crisis personal de una directora de teatro, que aumenta hasta la enajenación. Charo, no se sabe muy bien si por accidente o parálisis transitoria, se encuentra retenida en una silla de ruedas. Durante este tiempo entra en un estado de purga catártica en la que arremete contra todo y contra todos, tal y como si lo hiciera la niña del Exorcista en un vodevil de José Luis Moreno.

Sandra Dominique alimenta su texto con una puesta en escena dinámica y colorista, donde no hay lugar para el aburrimiento. La comedia es conducida por cinco personajes vivamente heterogéneos, mientras que los cambios de escena, acompañados por un dúo de guitarra y batería-voz a ritmo de swing, contribuyen a que no se pierda la agilidad del montaje. Con mucho, lo mejor es el tratamiento de los diálogos entre Charo y su madre al teléfono, mediante la emulación de la “doble pantalla”, utilizada en films tales como el famoso Confidencias a medianoche de Michael Gordon, con Rock Hudson y Doris Day.

Aunque con grandes diferencias, si a algo recuerda el personaje de Charo es a historias sobre mujeres en “trance”, que han sido llevadas al cine. Y es que en ella hay ecos de la protagonista de Postales desde el filo, interpretada por Meryl Streep, sobre un guión autobiográfico de Carrie Fisher, como también tiene mucho de la Pepa, en Mujeres al borde de un ataque de nervios; la cual se pasa gran parte del guión lanzando trastos por la ventana.

Queda patente que Charo (Olivia para los amigos) está pasando por una crisis muy acentuada, aunque, en realidad no sepamos muy bien si el origen del conflicto se encuentra en la tormentosa relación con su madre, en el miedo al fracaso, o quizás al éxito. ¿Es que quiere dirigir un Ibsen con Cate Blanchett y no puede? ¿O puede dirigir a Cate Blanchett pero le da miedo? Probablemente sólo es que le apetece romper la vajilla y expulsar improperios contra el mundo.

Para este montaje, Sandra Dominique ha sabido rodearse de buenos actores, algunos de ellos profesionales del mundo de la escena y de la televisión. En lo que al reparto femenino se refiere, cabe destacar a la maravillosa Eva Higueras en el papel de Charo, con su indudable vis cómica y peculiar tono de voz agudo; a Ana María Casas, en el papel de la madre y Maya Reyes que interpreta en ingles a una “sui géneris” Cate Blanchett.

Si el dinamismo es motivo de disfrute en la primera parte de la función, decrece en la segunda, a medida en se mezcla con el caos; revelándose que tener el tiempo en contra, no ayuda a que la partitura esté lo suficientemente ensayada. Es entonces cuando los actores, con Eva Higueras a la cabeza, pierden el control y se salen del personaje convirtiéndose en una exageración de si mismos, dentro una revista o una comedia de figurón, superable a las de Lina Morgan y Juanito Navarro.

Sobre las muestras de piezas breves de los alumnos de 4º de dramaturgia que se han visto en la sala García Lorca de la RESAD, a muchos puede sorprenderles que los dramaturgos, además de escribir, también saben dirigir; y en un tiempo record. Posiblemente, a causa de menos prácticas, lo hagan de una manera menos estilizada; pero si mucho más directa. Aunque cada especialidad oriente a sus alumnos hacia una materia de conocimiento, es más que demostrable que en la creación todos somos un poco de todo. Los dramaturgos pueden dirigir; aunque no podría decirse que muchos directores, puedan escribir. Por cierto que, si los dramaturgos normalmente asistimos a las muestras de nuestros compañeros de dirección, la presencia de directores en las muestras de dramaturgia brillaba por su ausencia.


MÁXIMO CRECIENTE

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