Blog de la asignatura Crítica Teatral 2

impartida por Juan Antonio Vizcaíno


domingo, 6 de febrero de 2011

La clave del éxito


Después de meses, o incluso años, de observación y reflexión, he descubierto lo que se necesita para triunfar: una bufanda. Grande o pequeña, depende de gustos, y si no tienes una, también puedes sustituirla por un pañuelo lo suficientemente voluminoso para que se vislumbre de lejos, para que ciegue. Cuando te colocas la bufanda alrededor del cuello, el concepto que el resto del mundo tiene de ti cambia. Todos se ponen de tu parte, te ofrecen trabajos, te cambia la suerte. Si eres actor te salen los mejores papeles. Si eres escritor te publican en las mejores editoriales. Si por el contrario eres arquitecto, y acudes con la bufanda elegantemente colocada a una reunión de negocios importante, te ofrecen los proyectos más significativos. Ponerse la bufanda es como enmarcarse la cabeza, las neuronas; y enmarcar supone revalorizar lo enmarcado. Aquí están mis neuronas, son lo más importante de mí, por eso las protejo con un colchón mullidito y las enmarco, para darles realce. Yo ya no salgo sin mi bufanda, aunque no haga frío, aunque sea verano. Supongamos que yo me dedico a dirigir teatro, o a algo relacionado con ello, por ejemplo la escenografía, por ejemplo el vestuario, y comienzo a usar bufanda mientras trabajo; pronto se fijarán en mí y me nombrarán director de los teatros más grandes, de los más importantes, de los más nacionales. Cada vez que se resbale la bufanda de mi cuello, debo ejecutar un elegante lanzamiento con la mano opuesta al hombro del que ha caído, de una forma espectacular, para que todos sepan que la uso y que soy el mejor. Un director de bufanda se pone su bufanda y se da una importancia sobrehumana, supliendo con ella, quizá sin darse cuenta, lo que le falta para llevar a escena un texto, (como capacidad intelectual, conocimiento de los oficios teatrales, amor, compasión por el espectador, pasión por el espectador...) Y a veces el director de bufanda no sabe él mismo que realmente es un director de bufanda, igual que los personajes de la ópera no saben que están cantando. Pero no importa, porque, al igual que los cantantes de ópera, triunfa. El mundo cae a sus pies. Y él se lo mete en el bolsillo. Tengo una buena colección, una para cada día del mes. Desde hace tiempo, ya ni para dormir me la quito. Mi bufandita.

nico guau


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