Blog de la asignatura Crítica Teatral 2

impartida por Juan Antonio Vizcaíno


lunes, 7 de febrero de 2011

El difícil arte del Origami


La fiesta del indio,de Cecilia Güelfi. Dirección: Aristeo Mora de Anda. Reparto: Alberto Frías, Bea Fernández, Miguel Sepúlveda y Lara Ortiz. Escenografía: MORANDA arquitectos. Madrid, Sala B de la RESAD, 4 de febrero de 2011.

Más de 20 monólogos breves, representados por numerosos personajes como una puta, un estudiante o una acróbata retirada, cuentan la triste historia de Mariana desde diferentes puntos de referencia, completando, entre ellos, los detalles del relato. A simple vista, se trata de mirar la figura de papel desde todos sus pliegues. Cecilia Güelfi utiliza un lenguaje coloquial muy cuidado provocando un estilo directo, contundente y ágil. Es este estilo inserto en la dramaturgia el que determina la atmósfera del montaje.


Porque Aristeo Mora, acertadamente, aprovecha el realismo de estas confesiones para deshacerlo como quien deshace una figurita de papel recién doblada, insertando acciones no ilustrativas, efecto distanciador, dotando de expresividad los movimientos de los actores. La escenografía, dentro de un espacio vacío en el que la única novedad es que el cuerpo técnico ocupa el fondo del escenario, recuerda de nuevo a la papiroflexia. La obra consiste en una pieza gigante de cartón, que el equipo manipula y desplaza en cada monólogo. De este modo, parece ambientarse cada microrrelato. No sólo se consigue este objetivo, también se ralentiza el ritmo del espectáculo.


El vestuario es sencillo, unos monos color celulosa sin blanquear, sobriedad que se agradece para estar dentro y fuera de la casita de cartón. Grabaciones en directo, música, proyecciones sencillas y luces quedan perfectamente insertadas, pero quizá resultan excesivas si recordamos que la pajarita sale con una sola hoja de papel. La presencia constante del director y sus intervenciones podrían haberse recortado, pero al mismo tiempo se presenta como una marca de Aristeo Mora coherente con el espectáculo.


El montaje le ofrece a los cuatro actores la posibilidad de mostrar una gran cantidad de registros que ejecutan a la perfección. El trabajo con el cuerpo resulta a su vez limpio y efectivo. Se observa la sintonía necesaria para mantener viva la obra, para retomar, una y otra vez, la atención del público. Conmueven, sin duda. Y hacen de La fiesta del indio un lugar donde apetece estar.


A simple vista todos los pliegues de la figura están hechos correctamente, texto, dirección, interpretación, sin embargo la patita de la figura no sostiene bien el peso. Alguna distancia mal medida, alguna doblez invisible puesta al revés, el tamaño de la hoja. Agradeciendo de antemano la frescura del proyecto quizá se trate de las repetidas transiciones escenografía en mano, quizá los ritmos, quizá la falta de visibilidad en determinados momentos. Lo cierto es que la figurita de papel tiembla de un pie, por lo que hay que seguir practicando el difícil arte del Origami.
Jerónimo Jimeno

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