Blog de la asignatura Crítica Teatral 2

impartida por Juan Antonio Vizcaíno


domingo, 6 de febrero de 2011

Cosas que hacemos para no estar solos

Ahora, de y dirigido por Pablo Messiez. Ayudante de Dirección: Alicia Calot. Actores: Fernanda Orazi, Pablo Messiez y Estefanía de los Santos. Escenografía y vestuario: Mariana Tirantte. Sala Dos del Teatro Fernán Gómez.

Lo único que nos queda son las historias.

Pablo Messiez -dramaturgo, director y actor argentino- parte de esa premisa para mostrarnos un mundo construído en torno a la frontera entre la convención y la realidad.

Trabaja a partir de la idea del juego: tres actores han leído el mismo libro y se ponen de acuerdo para vivir por un instante una vida ajena inspirada en los personajes que les han impactado Pablo Messiez construye dos mundos paralelos, uno de ellos neutro, donde el actor nos cuenta por qué quiere dejar de ser él para ser otro; y otro donde tiene lugar la realidad ficcional que nos transmite la idea de cotidianidad disfrazándose de cocina.

Fran, una adolescente de doce años, se enamora de su hermano y de la chica con la que se va a casar. Se enamora de ellos como idea de salvación, pensando que formando parte de ellos, el mundo dejará de dolerle. Acompañada de su primo de siete años y de la criada negra que les cuida a ambos, empieza a preguntarse el por qué de la vida, el por qué del uno mismo. El por qué del dolor cotidiano.

Los actores tienen un trabajo corporal preciso que vuelve la acción fluida y natural dentro de la convención. El manejo de la voz es también un arma que utilizan con soltura, cada uno con su acento (en el caso de Pablo y Fernanda el acento argentino; en el caso de Estefanía, un marcado acento andaluz) para señalar en todo momento que lo que está pasando en el escenario es un juego. Es notable la capacidad de los actores para hacer de la interpretación algo orgánico: del rol (espacio neutro) entran al juego de la ficción siendo personajes, haciendo de este juego pirandelliano un discurso, a la vez entretenido y profundo, que llega con facilidad a todo tipo de espectador.

La escenografía realista, la luz de la cocina, el olor de la comida al fuego, nos acerca el drama de cada día y nos ayuda a identificarnos con lo que sucede en escena.

El texto propone un tema tan evidente que dentro de la certeza se vuelve drama: La imposibilidad de dejar de ser uno mismo. Lo horrible de saber que estás encerrado en ti, y que mientras vivas tú serás tú y los demás serán los demás. Y ante eso se presentan dos únicas soluciones, vivir ráfagas de aire fresco que vengan en forma de miradas de personas de fuera, y el suicidio.

Una obra que no deja indiferente, gracias a la potencia del texto, la puesta en escena, la acertada dirección y el genial trabajo de los actores.

Aphrax K.

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