Blog de la asignatura Crítica Teatral 2

impartida por Juan Antonio Vizcaíno


lunes, 16 de mayo de 2011

Shakespeare en México

La comedia de los errores, de W. Shakespeare. Adaptación: E. Hall y R. Warren. Reparto: R. Clothier, J. Dougall y R. Hands, entre otros. Produccion: Propeller. Director: E. Hall
Madrid, Teatros del Canal, Sala Roja, 11 de mayo de 2011
Una de las bazas de la compañía Propeller es su elenco únicamente masculino, como en tiempos de Shakespeare. Y una de las propuestas de su director, Edward Hall, es tratar de que el público olvide que está viendo un clásico. Por eso en la isla de Éfeso, donde trascurre la acción de esta obra, todos sus oriundos son borrachos cantantes de mariachis con sombrero mexicano y chanclas.
Si anteriormente nos ofrecieron Cuento de Invierno, en 2005, ahora en su segunda visita a España esta primavera de 2011 nos muestran dos textos de Shakespeare: una tragedia (Ricardo III) y una comedia (La comedia de los errores). La trama de esta última, inspirada en la obra de Plauto Los Gemelos,  se basa en la sucesión de equívocos que tiene lugar al encontrarse dos parejas de gemelos separados al nacer, una de ellas (Dromio y Dromio) criados de la otra pareja (Antífolo y Antífolo). Cada uno de ellos desconoce la existencia de su hermano. Dromio y Antífolo de Siracusa llegan a Éfeso y son confundidos con los de su mismo nombre que habitan allí. Y además un Dromio de una ciudad cree que su señor es el Antífolo de la otra, y viceversa. En conclusión, esto da mucho juego, y fue sabiamente aprovechado por Shakespeare igual que ha sido aprovechado por Hall. A través de estas equivocaciones conocemos que el mundo es egoísta e interesado, y que pocos se salvan; en esta obra, concretamente, ninguno. 

Hall ha utilizado para este montaje unos andamios móviles al fondo del escenario, que se desplazan hacia delante o hacia atrás en las diversas escenas, y otros andamios laterales fijos. Cada andamio está cubierto con una chapa metálica y en ella se abre y cierra una puerta que sirve para incrementar el desorden de entradas y salidas hacia el final de la obra. En este escenario se mueven unos buenos actores vestidos de playa, y alguno de ellos disfrazados de mujer para interpretar los papeles femeninos. Pero creo que se abusa de ciertos gags, como el de los golpes que reciben unos y otros durante las 2 horas y media de espectáculo, y que son adornados con el sonido de algún instrumento de los que pueblan la escena, o el de la forma de andar de los hombres que hacen de mujeres. Además de un par de números musicales durante la pieza, el momento estrella es el conjunto de hooligans que para hacer honor al director sale al "hall" del teatro a cantar famosas melodías de los 80 (Madonna incluida), en las que se reafirman como mujeres. Algo que tienen los actores extranjeros, y en concreto estos ingleses, es que cantan, bailan y tocan varios instrumentos, y aquí dan buena cuenta de ello. Además, hacen sonar muy bien el verso de esta comedia.
El público, que parecía divertirse como nunca, y al que no veía igual desde la terrible Hoy no me puedo levantar, jaleó durante toda la noche cada vez que uno de los hombres disfrazados de mujeres abría la boca, aunque yo la gracia de esos momentos no la encontré. Propeller no se toma tan en serio a Shakespeare como otras compañías inglesas, pero juzgo excesivo tanto regocijo en el patio de butacas, cuando no se trataba de nada del otro mundo. Al fin y al cabo, como alguien que había visto la misma función que yo me dijo en confianza: "ese tipo de humor le sale mejor a Lina Morgan". Y me cuesta pensar que el público que fue a ver a Propeller hubiera ido también a agotar las entradas de Lina Morgan. Finalmente bastantes se levantaron a aplaudir entusiasmados, haciendo salir a los actores en numerosas ocasiones.
nico guau

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