Así mintió él al esposo de ella de George Bernard Shaw
Dirección: Raúl Rodríguez; Intérpretes: Ana Teresa Monteiro, Guillermo Nieva, Óscar Flor; Iluminación: Pau Ferrer; Escenografía: Alberto Desiles y Beatriz Solís; Vestuario: Vicenta Rodríguez; Sala García Lorca de la RESAD; 12 Y 13 de mayo de 2011; 19:30h.
Puede que Así mintió él al esposo de ella, escrita en 1904, parezca no decirle mucho a un espectador actual, si de ésta queremos extraer un mensaje directo e iluminador. Visto de otra manera, si es posible acercarla a nosotros en cuanto que viene a alegorizar comportamientos sociales que siguen presentes en el último siglo. Una comedia que, muy lejos de hacer una crítica, resulta reflejo de una parte de la sociedad, y que bajo un lenguaje ligero en apariencia, lanza algunos dardos envenenados. Así mintió él... es también una variación farsesca de Candida, la primera obra de éxito de Bernard Shaw, con la que pule o elimina los excedentes del romanticismo. En el texto conviven la figura del nuevo y trasnochado representante del ideal romántico con el materialismo vigente de la sociedad.
Juegos de pareja y triángulos amorosos que aliviaban a la nobleza del tedio conyugal, se extendieron a través de la alta burguesía un siglo más tarde. Si en su momento Choderlos de Laclos reflejo estos pasatiempos en su novela epistolar Las Amistades peligrosas, que dos siglos más tarde sería adaptada al teatro y al cine por Christopher Hampton, Bernard Shaw hizo su propia versión de cámara sobre el tema.
Raúl Rodríguez, estudiante de Dirección de Escena, lleva la obra a la sala García Lorca de la RESAD como la practica final del tercer curso mediante una puesta en escena que se adapta limpiamente al texto. Cabe destacar el notable esfuerzo realizado por el joven director al enfrentarse por primera vez a una comedia de principios del siglo XX, muy alejada de lo que ha venido mostrando hasta el momento, y lo hace salvando los obstáculos que suponen reproducir un material muy distinto de sus preferencias. La puesta en escena de Raúl Rodríguez es correcta y puede observarse principalmente en el diseño de iluminación a cargo de Pau Ferrer, que apoya a la escena mediante una luz clara en la que tienen lugar casi imperceptibles cambios de intensidad. De la misma manera la escenografía de Alberto Desiles y Beatriz Solís se adapta a una escena de interiores, partiendo de escasos elementos de mobiliario.
Si bien Raúl Rodríguez deja constancia de su habilidad en la dirección de actores a lo largo de las diversas prácticas que ha venido realizando en la RESAD, en esta ocasión el montaje acusa algunas dificultades que no ha podido solventar. Cuando el triángulo de personajes cojea en dos de sus pilares, como es el caso, resulta extremadamente difícil de sostener. No por cuestión de los actores, sino por una equivocada decisión del reparto masculino, la comedia no llega a encontrar su ritmo, los matices se convierten en estridencias y la armonía técnica del montaje se muestra entorpecida. A favor de la interpretación es valorable el trabajo de Ana Teresa Monteiro, que apunta hacia una notable caracterización de personaje. En definitiva, el resultado del montaje se mueve entre aciertos y disonancias.
Conviene recordar el contexto en el que parten los montajes de los alumnos de dirección, los cuales deben enfrentarse con el tiempo en contra, a un trabajo impuesto en ocasiones; además de otras inconveniencias ajenas a ellos, que les hacen nadar contracorriente para llegar a fin de curso.
MÁXIMO CRECIENTE
lunes, 16 de mayo de 2011
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