Penumbra, de Juan Cavestany y Juan Mayorga. Dirección: Andrés Lima. Reparto: Luis Bermejo, Nathalie Poza, Alberto San Juan, Guillermo Toledo, Gloria Muñoz; Diseño de iluminación: Valentín Álvarez, Pedro Yagüe. Diseño de escenografía y vestuario: Beatriz San Juan. Diseño de sonido y música para piano: Nick Powell. Diseño y construcción de muñeco: Román y Cía
En los sueños, todo lo que callamos en la vida, aparece a voz en grito. Imágenes y palabras alteradas que no tienen cabida dentro de un orden lineal, cobran sentido vistas desde una mirada externa; fugaz.
Penumbra es la historia de una familia y los fantasmas interiores que conviven junto a ella. Madre, Padre e Hijo malviven su existencia dentro de un sueño tormentoso; en una prolongada pesadilla, donde nunca llega a avistarse la claridad.
Juan Cavestany y Juan Mayorga escriben un texto partiendo de esbozos, de imágenes y sensaciones abstractas que son adjudicadas a cada uno de los personajes. Sin definir una acción concreta, parece que la tensión se focaliza en los antagonismos de la incomunicación y de la angustia. A través del personaje del Hijo, encarnado en la piel de un muñeco, se plantean las dudas; formulando preguntas que quedan sin responder.
Unos padres sin respuestas, que no saben salir de los mecanismos adquiridos de su propia convención. Mediante el silencio y el ocultamiento de su verdad han llegado a convertirse en autómatas.
Como en los sueños, la repetición de frases y acciones circulares operan en la progresión del texto. Tienen lugar alusiones constantes al “mar” como símbolo de la libertad y la felicidad. Un lugar prometido, al que imposibilitados, no pueden llegar. Un mar del cual, estar cerca, es sólo posible en el sentido del naufragio; y que, adviniendo una gran tormenta los engullirá. La Penumbra es otro símbolo, y el más recurrente de todos. Tanto es así que es un personaje más. Encarnada por el actor Guillermo Toledo, la Penumbra es la entidad que transciende por separado sobre cada unos de los miembros de esta familia, así como la única vía de comunicación directa en ellos.
Andrés Lima con Animalario, dirige éste montaje con los actores, y miembros fijos de la compañía: Alberto San Juan, Nathalie Poza, el mencionado Guillermo Toledo y la voz de Gloria Muñoz. Luis Bermejo interpreta al personaje del Hijo a la par que manipula a un muñeco, más muerto que vivo, ya que en cualquier caso no llega a saberse si Bermejo pone voz y alma al muñeco, o es el muñeco el que se esconde para que sólo se vea a Bermejo.
Una puesta en escena de muros de niebla, donde el intenso humo cobra protagonismo por encima de todo. En apariencia, una escenografía sencilla compuesta por la estructura de madera de una casa sin hacer y plásticos de embalar, cobra una nueva dimensión con la ayuda del humo, el uso de ventiladores y un buen diseño de iluminación y sonido. Estos elementos tendrán su efecto más notable en el final.
El ocaso del seno de ésta familia hasta la destrucción, recuerda a personajes como los de El resplandor de Kubrick o El séptimo continente de Haneke. Penumbra es desasosiego envuelto en el onirismo de un sueño; que en ocasiones, no por aburrimiento, sino por efecto sedante, da un ligero sopor. Todos, en ésta casa a medias, viven su propio sueño, que es a su vez el sueño de los otros. Aunque dormidos, los ojos del interior se abren a otra realidad. Y es que no toda la verdad se nos muestra durante la vigilia.
MÁXIMO CRECIENTE
En los sueños, todo lo que callamos en la vida, aparece a voz en grito. Imágenes y palabras alteradas que no tienen cabida dentro de un orden lineal, cobran sentido vistas desde una mirada externa; fugaz.
Penumbra es la historia de una familia y los fantasmas interiores que conviven junto a ella. Madre, Padre e Hijo malviven su existencia dentro de un sueño tormentoso; en una prolongada pesadilla, donde nunca llega a avistarse la claridad.
Juan Cavestany y Juan Mayorga escriben un texto partiendo de esbozos, de imágenes y sensaciones abstractas que son adjudicadas a cada uno de los personajes. Sin definir una acción concreta, parece que la tensión se focaliza en los antagonismos de la incomunicación y de la angustia. A través del personaje del Hijo, encarnado en la piel de un muñeco, se plantean las dudas; formulando preguntas que quedan sin responder.
Unos padres sin respuestas, que no saben salir de los mecanismos adquiridos de su propia convención. Mediante el silencio y el ocultamiento de su verdad han llegado a convertirse en autómatas.
Como en los sueños, la repetición de frases y acciones circulares operan en la progresión del texto. Tienen lugar alusiones constantes al “mar” como símbolo de la libertad y la felicidad. Un lugar prometido, al que imposibilitados, no pueden llegar. Un mar del cual, estar cerca, es sólo posible en el sentido del naufragio; y que, adviniendo una gran tormenta los engullirá. La Penumbra es otro símbolo, y el más recurrente de todos. Tanto es así que es un personaje más. Encarnada por el actor Guillermo Toledo, la Penumbra es la entidad que transciende por separado sobre cada unos de los miembros de esta familia, así como la única vía de comunicación directa en ellos.
Andrés Lima con Animalario, dirige éste montaje con los actores, y miembros fijos de la compañía: Alberto San Juan, Nathalie Poza, el mencionado Guillermo Toledo y la voz de Gloria Muñoz. Luis Bermejo interpreta al personaje del Hijo a la par que manipula a un muñeco, más muerto que vivo, ya que en cualquier caso no llega a saberse si Bermejo pone voz y alma al muñeco, o es el muñeco el que se esconde para que sólo se vea a Bermejo.
Una puesta en escena de muros de niebla, donde el intenso humo cobra protagonismo por encima de todo. En apariencia, una escenografía sencilla compuesta por la estructura de madera de una casa sin hacer y plásticos de embalar, cobra una nueva dimensión con la ayuda del humo, el uso de ventiladores y un buen diseño de iluminación y sonido. Estos elementos tendrán su efecto más notable en el final.
El ocaso del seno de ésta familia hasta la destrucción, recuerda a personajes como los de El resplandor de Kubrick o El séptimo continente de Haneke. Penumbra es desasosiego envuelto en el onirismo de un sueño; que en ocasiones, no por aburrimiento, sino por efecto sedante, da un ligero sopor. Todos, en ésta casa a medias, viven su propio sueño, que es a su vez el sueño de los otros. Aunque dormidos, los ojos del interior se abren a otra realidad. Y es que no toda la verdad se nos muestra durante la vigilia.
MÁXIMO CRECIENTE
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