El camino del clown, de y con Vladimir Olshansky. Idea original: Victor Bogoraz, Escenografía: Adriana Lucis, Vladimir Olshasky, Vestuario: Adriana Lucis, Rita Fabbri, Photo: Marco Del Otto. Madrid, El Montacargas, 17 de marzo de 2011.
Para el pequeño espacio del Montacargas es una noche de éxito, el aforo está completo, no queda ni una butaca vacía y afuera, en la calle, un número de espectadores suficiente para llenar la sala una segunda vez, tendrá que esperar otra oprtunidad.
Vladimir Olshansky es un payaso ruso cuyos orígenes se remontan al grupo de clown Lizidei, histórica compañía de la que fue miembro fundador junto a Slava Polunin con el que también trabajó en el Cirque du Soleil y en “Slava Snow Show”, si bien no goza de la fama de este, su trabajo, como era de esperar, es impecable. Durante una hora y cuarto Vladimir, tal y como promete en un pequeño manifiesto que lee un ayudante al principio del espectáculo, hace un recorrido por el mundo del clown, partiendo del payaso del circo, pasa minutos después por la poesía, y finaliza un poco más tarde en la filosofía.
El espectáculo produce una cierta extrañeza, en escena un payaso en blanco y negro, no hay colores en la cara ni en el vestuario, la clásica nariz roja ha sido sustituida por una negra acompañada de gafas de igual color. Se suma a este planteamiento un mínimo decorado en blanco y negro que girando un par de elementos nos hace entender que pasamos del día a la noche, el color solo entrará en escena a través de la luz. Es posible que el espectáculo quiera hablarnos de la vida en blanco y negro, de cómo la risa y la tristeza se dan la mano, pero no acaba de cuajar, la propuesta inicial convierte al conjunto de sketchs en una especie de lección magistral que aplaude el entendido, pero desconcierta al resto del público.
Los payasos suelen ser autores, actores y directores de sus propios montajes, a veces dedican años a perfeccionar un único número, sin embargo el ritmo que imponen estos tiempos obliga ya a una revisión de esta circunstancia, la necesidad de innovar pasa por una imperiosa necesidad de reinventarse antes de que el género se agote de tanto reincidir sobre los mismos recursos.
Vladimir Olshansky es un gran clown que necesita un buen espectáculo exento de didactismo y apto para todos los públicos, entendidos y profanos.
Edepé
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