A pesar de haberse servido todos los medios de ella para ponerla como ejemplo de bodas rápidas y precipitadas, con hombres mucho mayores o mucho menores, millonarios excéntricos, o actores conflictivos, y haber dejado de lado sus ejemplares interpretaciones en más de una docena de películas.
A pesar de que nos hicieran ver que cantó muy mal en A little night music, y que cobró auténticas fortunas por encarnar a la Reina del Nilo en la película más cara durante mucho tiempo, y no nos mostraran la vulnerabilidad que tuvo al crear su personaje de De repente el último verano.
A pesar de que nos quede una imagen más clara de su aireado shock al conocer la muerte de Michael Jackson, y una más borrosa de la combinación que vestía al interpretar a la desencantada esposa de La gata sobre el tejado de zinc.
A pesar de ser abucheada por su retraso en el Festival de Cine San Sebastián ocultando que el percance se debía a la tardía entrega en el aeropuerto del equipaje en el que se encontraba la ropa que luciría en la presentación de su película, y no ser vitoreada por su actuación en filmes de los que todo el público asistente al Festival había disfrutado.
A pesar de habérsenos mostrado en televisión sus idas y venidas en silla de ruedas, sus operaciones de estética, sus operaciones de cáncer, sus borracheras, su tumor cerebral, su lesión en la columna vertebral, y la cicatriz de una traqueotomía en algunas escenas de Cleopatra y bastante menos veces lo bellísima que estaba en las películas de los años 50.
A pesar de haber sido objeto de burla de los periodistas en la decadencia de sus últimos años y sus últimos diamantes gigantes y no objeto de elogio en la gigante interpretación del decadente matrimonio de ¿Quién teme a Virginia Woolf?, junto a su marido y compañero de escándalos en la vida real, Richard Burton, quien le regaló los más grandes diamantes.
A pesar de la amplia difusión de sus insólitas amistades y apoyo incondicional a seres tan controvertidos como Michael Jackson o Rock Hudson, y no de su discurso en el homenaje a Freddy Mercury y su posterior lucha contra el SIDA.
A pesar de que a la hora de dar la noticia de la recogida del Premio Príncipe de Asturias de Cooperación de manos del príncipe español de turno, se hiciera más mención a su caniche y a su catarro producto de quién sabe qué juerga nocturna que al motivo de su visita a España.
A pesar de que a la hora de seleccionar material suyo en la gran pantalla todos se apuntan el tanto sensacionalista de su prueba para interpretar la niña de Lo que el viento se llevó en vez de mostrar alguna escena en que se manifieste todo su esplendor interpretativo.
A pesar de todo ello, hoy, Liz Taylor ha salido en los periódicos porque... a pesar de todo, lo merecía.
nico guau
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