Blog de la asignatura Crítica Teatral 2

impartida por Juan Antonio Vizcaíno


lunes, 28 de marzo de 2011

Teatro, una vida

Decir Teatro es decir vida. Decir Teatro es dejar que la boca se llene con seis letras que, juntas, forman una palabra que, por sí sola, basta para definir un mundo.

Teatro. Lugar para contemplar. Y Teatro. Lugar desde el que dar origen a nuevos mundos. Y Teatro. El lugar de las historias.

Desde el lugar que ocupa el dramaturgo, el Teatro se convierte en el hacedor de drama, el sitio idóneo para la creación, el lugar primero que ocupa la palabra. Nos desnudamos ante un papel en blanco, dejamos que nuestras historias se posen suavemente sobre el papel. A veces es un proceso doloroso, y sudamos, y gritamos, y rompemos ese lecho inmaculado manchado de tinta, y volvemos a mancharlo con nuevas palabras, y poco a poco, letra a letra, nuestro drama va teniendo lugar. Y llueven situaciones, y conflictos, y momentos de clímax, y se da el desastre, y la superación. Y entonces Todo está ahí. Y, entonces, llega el Fin. El esperado Fin, que lleva a un nuevo comienzo.

Es ahora cuando la obra está dispuesta para ser. Para hacerse realidad sobre ese lugar para contemplar. Para mostrarse ante los ojos del espectador como un todo, el Absoluto.

Todos los que trabajamos para que el Teatro se haga realidad, somos albañiles con las manos llenas de ladrillos. O de yeso. O escayola. Las piezas se unen en una amalgama indestructible, encajadas unas con otras en una unión casi siempre perfecta. El director, el jefe de obra, nos mueve a colocar cada pieza en su lugar. Despacio. Sin prisa. Simplemente buscando el placer. Porque el Teatro es placer. Y llegan así los pedazos de distintos corazones, a crear ese cuerpo perfecto. Con sus luces y sus sombras, su mobiliario o la ausencia de él, los cables, las conexiones, los vestidos o la desnudez absoluta, los susurros, el canto, la danza, el tenue movimiento, la risa y el llanto, la neutralidad de la piel, y los otros. Otros cuerpos que unidos dan el remate final al conjunto. La perfección.

Una perfección que no siempre tiene que ver con el gusto de esa parte tan importante para la que trabajamos. El Público siempre dispuesto. El Público que no siempre se va a casa con la gratitud por un trabajo bien hecho a casa. Pero que, a fin de cuentas, está ahí, haciendo que existamos, Nosotros. Todos y cada uno de los que estamos en esta vida que llamamos Teatro. Porque sin él estamos perdidos. Porque sin él, no hay más mundo que el vacío absoluto. El no-ser.

Y nosotros hemos venido para Ser y quedarnos, para que nuestro Arte no se pierda en la niebla, y para hacer que el Gran Teatro del Mundo sea éste. Aquí, ahora. Y por siempre.

Porque como dijo Miller, “El teatro no puede desaparecer porque es el único arte donde la humanidad se enfrenta a sí misma”.

Sigamos, pues, luchando.

Müll Dávila

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.