Blog de la asignatura Crítica Teatral 2

impartida por Juan Antonio Vizcaíno


miércoles, 30 de marzo de 2011

El arte del sigilo

El experimento de la doctora OX. Dramaturgia y dirección: Rafael Ruiz; Interpretes: Alexandra Hervás, Alberto Frías, Alba Blanco, Laura Ramírez, Miguel Branca, Jesús Melen, Irene Montes, Genoveva Santiago, Paula Ruiz, Miguel Sepúlveda, Pilar Martínez, Bea Fernández, Angélica García (alumnos de la RESAD de Madrid); Iluminación: Diego Domínguez y Miguel Ángel Ruz; Escenografía: Marcos Carazo; Música: Pilar Martínez y Paula Ruiz; Vestuario: Maite Agorreta; Caracterización: Antonio Jiménez y María Carvajal


Atrapar un instante de la vida ha sido durante mucho tiempo el objetivo de los pintores impresionistas. Así, la luz y el movimiento quedaron retenidos en muchas de las obras maestras del siglo XIX, mediante el ágil uso del pincel, antes de que el hecho fugaz pudiera escaparse. El experimento de la doctora OX es precisamente un montaje de corte impresionista, fruto de la experimentación con la plasticidad, la corporalidad y la fusión de una serie de elementos que han dado como resultado un trabajo redondo. El tema sobre el que se fundamenta el espectáculo es el gas y el oxigeno. La historia cuenta que han tenido lugar numerosos incendios en diferentes lugares de la ciudad, causados por el gas utilizado en las farolas para la iluminación nocturna, al parecer muy inflamable. Se comenta que una tal doctora OX ha inventado el gas "oxhídrico"; mucho más seguro para la ciudad. No tardaran en hacer tratos con la doctora al beneficiarse de un descubrimiento lleno de ventajas. Lo que los ciudadanos no saben es que OX tiene otros planes muy distintos: intoxicar a la población con éste gas, que en realidad causa estragos en el comportamiento humano, y hacerse con el poder del mundo. Lo cierto, es que el texto en el que se sostiene este montaje carece bastante de interés; y ni falta que le hace, pues lo que en este espectáculo importa es el trabajo de los actores. La historia no es más que un pretexto para mantener una línea argumental sobre la que apoyarse. Nada más. Si la historia resulta interesante, mejor que mejor, y si no, tampoco pasa absolutamente nada. Porque lo que en realidad transciende es la confluencia de elementos plásticos, a decir verdad, desbordantes. Comenzando por los actores de 4º curso de interpretación gestual de la RESAD, éstos nos ofrecen un desfile de personajes construidos mediante la fusión de la danza y la técnica del mimo. Como figuras que surgen vivas de un cuadro animado, llenan la escena con sus sigilosos movimientos, creando sugerentes composiciones llenas de profundidad espacial. A ésta construcción de planos, contribuye de manera decisiva: la luz, el segundo protagonista del espectáculo. Es así como la escenografía minimalista, completamente blanca, se muestra tintada en los diferentes cuadros por una iluminación colmada de efectos de color. Luz y la expresión del cuerpo recrean los espacios dramáticos que aparecen a lo largo de la obra. También conviene mencionar un cuidado diseño de vestuario, que nos traslada a la moda de finales del siglo XIX, aunque reinterpretada para un teatro de gesto y mímica. Rafael Ruiz, el director del espectáculo y profesor de Interpretación de la RESAD, desde el principio, ofrece una instantánea de la vida de la ciudad en movimiento, con una maravillosa overtura que se cocina a fuego lento. Mediante la sinfonía dilatada del ritmo de la metrópoli, a modo de documental se nos presentan a algunos de los personajes durante un paseo dominical; imagen que remite de inmediato a obras pictóricas tales como las neoimpresionistas: Tarde de domingo en la isla de la Grande Jatte o Un baño en Asnieres, ambas de Georges Seurat. Éstos caminan lentamente pasados por el filtro del blanco y negro de su maquillaje y el efecto del slow motion, hasta el crepúsculo, dando la impresión de cine mudo transformado en un efecto inverso de ralentización. Es a medida que se suceden las primeras escenas que el tiempo se condensa y el ritmo se acelera sutilmente para no perder el dinamismo del montaje. Aunque el espectáculo tiene una razón de ser esencialmente gestual, también existe la textualidad, y es únicamente utilizada como guía que orienta al espectador en algunos aspectos de la trama, que serían menos transmisibles sin la palabra. De entre los numerosos e interesantes momentos que tienen lugar, cabe destacar la escena de la opera, en la que los cómico tenor, soprano y pianista interpretan una versión “lentissima” del Libiamo ne' lieti calici de la opera La Traviata, a modo de burla del belcantismo, así como también la escena que pone punto y final al montaje; la cual, por supuesto, no será desvelada. En definitiva, El experimento de la doctora OX es una pequeña joya creada en las aulas de la Real Escuela de Arte Dramático de Madrid, que por su dimensión plástica y visual, captura la mirada de adultos y niños. Ecos de Buster Keaton, Robert Lepage, Yann Tiersen o Étienne Decroux, resuenan en la cabeza. La magia del color resplandecía, y el público lo agradeció con un sincero aplauso. 


MÁXIMO CRECIENTE

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