Blog de la asignatura Crítica Teatral 2

impartida por Juan Antonio Vizcaíno


miércoles, 30 de marzo de 2011

To play, jouer, jugar

Tal vez el teatro nació así.

Aquella noche T, contó una nueva historia al calor de las llamas, solía hacerlo cuando sentía que el cansancio no había derrotado por completo a la tribu, entonces solía narrar alguna historia antigua, una que tal vez no había sucedido nunca, pero que sin duda conseguía alimentar el espíritu tribal. Hacía tiempo que T se había convertido en el depositario de su memoria, una memoria que modificaba en algunas ocasiones con la intención de que fuese útil, de que sirviese de ayuda para sostenerse ante las adversidades diarias. Confortados por la historia y el calor del fuego una noche más todos durmieron.

A la mañana siguiente T pudo observar como E, A, y Tsegundo jugaban con la historia que había contado la noche anterior, cada uno de ellos había asumido un personaje, E y A se habían convertido en guerreros, mientras que Tsegundo cubierto con un trozo de piel, se había convertido en la bestia que moraba en la cueva que habían construido utilizando algunas ramas. T rió viendo aquello y pensó que podría ser una buena forma para contar una de sus historias, así que llamo a E, a A, y a Tsegundo y juntos empezaron a preparar la historia que contaría aquella noche. 

Cuando los mayores regresaron al atardecer, T pidió a R que al anochecer preparase dos hogueras en vez de una, le llevó a la cueva y le indicó donde debía levantarlas, luego habló con O y le pidió que tensase la piel de su tambor.

Al llegar la noche, ante los despiertos ojos de la tribu, cobró vida una de las clásicas historias de T. Aquellos jóvenes iluminados por la amarillenta luz de las llamas le insuflaron una nueva vida. T apenas habló, solo para introducir algún detalle que se escapaba o para indicar a O cuando debía tocar el tambor. 

Cuando acabó la historia hubo un pequeño silencio, los jóvenes intérpretes rieron primero, luego los niños, en cuestión de segundos toda la tribu reía como si hubiese sido presa de algún extraño hechizo, algunos empezaron a golpear el suelo con piedras y palos, necesitaban dar salida a aquella nueva emoción. Pasada la euforia, poco a poco se fueron calmando, se acomodaron en sus huecos y dejaron una vez más que el sueño llegase para liberarles del cansancio.

En aquellos lejanos tiempos el mundo era la tribu, aquella noche, el mundo cambió. Hoy, el mundo, es un mundo de tribus, y cada mañana, cada mediodía, atardecer o noche, sigue cambiando. Aquellos primigenios seres que tenían por nombre unas letras tan simples como una T, E, A, Tsegundo, R, y O, nos mostraron un camino, una sencilla forma de jugar que nos permite acercarnos al conocimiento de nosotros mismos y al de esta continuamente mutable vida.

En el 27 de marzo del 2010 día internacional del teatro


Edepé

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