Claudia Masín nació en 1972 en Resistencia, la llamada “Ciudad de las Esculturas”, en la provincia de Chaco, Argentina.
Es psicoanalista de profesión, además de escritora. Ha escrito cinco libros de poesía; Bizarría (1997), Geología (2001), La vista (2002), ganador del Premio Casa de América de Poesía Americana en 2002, Abrigo, un texto inédito escrito en 2004 y que recibió una Mención Honorífica del Fondo Nacional de las Artes de Argentina, y finalmente, el también inédito La soledad.
Varios de sus poemas han sido recogidos en diversas antologías, como Poesía latinoamericana del Siglo XXI: el turno y la transición (1997), o Agua de beber, antología de poetas argentinas publicada en 2001.
Además de coordinar un taller de escritura poética desde 1997, ha realizado varios ciclos multimedia relacionados con la poesía, como El pez que habla o El gallo y la luna, y participa de manera habitual en recitales de poesía.
Lo interesante de esta autora es su inmersión en la realidad, sobre todo en el complejo mundo de la infancia, y el hecho de revestir de cierto frío metálico y no pocas dosis de crueldad, relativa a las experiencias vitales, la atmósfera de sus poemas.
En La vista, su poemario más reconocido, se imbuye de manera directa en el desamparo de esta primera etapa por la que todos pasamos, y lo hace a través de la interpretación y recreación, mediante sus versos, de veintiuna historias cinematográficas, como La vida soñada de los ángeles, o Criaturas celestiales.
Toda su actividad se centra básicamente en Argentina, y sobretodo en Buenos Aires, ciudad en la que reside desde 1990, y no pocos de sus poemas nos hablan de lo que supone vivir en su ciudad de nacimiento.
“Los que hemos nacido en Resistencia tenemos para qué levantarnos cada mañana: quien tiene a qué temer ya no está solo”.
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