Blog de la asignatura Crítica Teatral 2

impartida por Juan Antonio Vizcaíno


jueves, 29 de abril de 2010

Larra no iba a presentaciones.

Nunca un aspirante a escritor recibe el nuevo día sin preguntarse dónde está el público. Larra se lo preguntaba. seguro que el joven Cela, si alguna vez lo fue, también. Y nadie lo duda del ex corresponsal de guerra Pérez Reverte. Yo también me lo pregunto, y siguiendo los pasos del padre del periodismo español (Larra, no Pérez Reverte), me lancé a la calle.
Me asomé a los cafés. A los cafés de gafas de pasta y a los de montura al aire. Allí las conversaciones no aspiraban a temas ajenos a la pareja formada por Cristiano Ronaldo y Rajoy, por lo que salí corriendo hacia el teatro. Descubrí entonces que en el teatro no hay público, hay críticos. Aplaudí al final y me largué en cuanto pude. Es lo que hace esa gente.
Sobre los toros se cierne la polémica, los visitantes de los museos son extranjeros, en Madrid no existen los conciertos, el público del fútbol está en los cafés y en la sección de lectura de la Fnac, sólo caben veinte personas apretadas, y las conozco.
Desalentado, recorrí las calles de la ciudad en busca del imprescindible público. hasta que vi una luz. La luz del cartel cabaretero de un espacio modernito del Ayuntamiento. Me asomo, como a los cafés. Ruido y olor a vino. Cuál es mi regocijo al descubrir que se trata de una presentación. ¡Una presentación!, ¿qué será eso? Pues eso, una presentación, que se presenta lo que sea. En esta ocasión se trataba de una revista digital. Y allí estaba. Por fin. Allí estaba el público. Críticos, videoartistas, actores, músicos, dibujantes, editores, periodistas, escritores, camareros, jubilados. Abarrotado. Público buscando el público. Eso son las presentaciones.
Satisfecho, regresé a casa con tres copas y un link. Y en homenaje a Larra, me puse una levita azul.


Jerónimo Jimeno.

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