I
Toma como maestros a Shakespeare, Bernhard... Quienes, tal vez como tú, nunca entendieron las constricciones del drama. Sólo así, el entusiasmo de tu comienzo, tras continuas renuncias, reconocerá sus más sinceras inclinaciones en aquel final inacabado de tu aprendizaje.
II
Conoce mejor a tus palabras, situaciones y personajes que ellos a ti...Si no, siempre podrán engañarte, ignorarte o, en el mejor de los casos, reírse de ti.
III
Lee y escribe. Pero por mucho leer y escribir hay algo que no se revelará nunca: una buena idea. Búscala en bares (en el culo de los vasos y de las copas), en lagos, en cuerpos, en sueños, en aceras...Lee, escribe y busca tu idea (aunque siempre vaya a ser la misma).
IV
Ama al teatro como a esa mujer o ese hombre que no se presentará nunca, pero para quien siempre querrás estar preparado.
V
Nunca, bajo ningún concepto, permitas que te digan qué es teatro. Si antes de saberlo no la sabías, dedícate a algo más práctico. Si todavía no lo sabes, ten cuidado.
VI
Piensa la forma para formar el pensamiento.
VII
Sube tus aspiraciones tan alto, que todo lo que hagas con humildad y con paciencia nunca llegue a alcanzarlas.
VIII
Diviértete, nunca estarás sólo.
IX
No escribes poesía, novela o cuento. Tus palabras son para ser dichas siempre aquí y ahora, para crear realidad, !créala!, pero créala bien, que todos entiendan que es posible.
X
No hagas eco de lo inmediato como imposición. No tienes por qué ser hijo de tu tiempo. Los hay adoptados, o bastardos. No todos los tiempos merecen ser escuchados. Si lo consigues, podrás desvelar mundos y voces escondidos, para volver a escribir otro tiempo inmediato.
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