No tengas miedo a imitar. En la vida profesional la imitación es una barrera para la creación; en el proceso de aprendizaje, es la llave que abrirá las puertas de tu creatividad.
Alégrate de los hallazgos de tus compañeros y hazlos tuyos, comprende sus errores y perdonaras los propios.
Aunque escribir es una acción individual, comparte la evolución del grupo sintiéndolo como algo propio. Si bien, escribir es un acto íntimo, hacerlo llegar al público es una labor colectiva.
No subestimes al lector-compañero, ni le tengas miedo, forzándote así a ser más entendible o aceptable. Escribir para alguien en particular es hacerle tu verdugo.
Crea para ti mismo, porque tú también eres los demás.
Como estudiante, las buenas ideas no tienen tanta importancia como lo tiene un buen proceso de desarrollo. Aprovecha este tiempo para arriesgarte, cometer errores y aprender a corregirlos.
Se generoso. Comparte tus ideas. Ofrecer una idea no es perderla, sino recibir tres más a cambio.
Aplaude los hallazgos de los demás y no castigues sus tropiezos. La envidia lleva al propio estancamiento y el desprecio no evita la autoflagelación.
No separes el trabajo creativo de la vida social. Llévatelo a la calle, tal vez al bar, y dale de beber cerveza. La creación forma parte de uno mismo, de la misma manera que también lo es el amor o la amistad.
Toma el conocimiento que descubres en cada clase y añade algo de tu parte, convirtiéndolo en una reflexión propia.
Escucha, recoge las ideas, y contrástalas con tu propia visión para hallar tu verdadero “yo” creador.
MAXIMO CRECIENTE
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