Blog de la asignatura Crítica Teatral 2

impartida por Juan Antonio Vizcaíno


domingo, 28 de noviembre de 2010

Romeyo and Juliet.
De William Shakespeare.
Dirección: Chris Ngeta.
Dramaturgia: Ben Kinyua.
Escenografía: Julius Bore.
Iluminación: Timothy Kimei.
ROMEYO: Mutwiri Debarl, JULIET: Coretta Ochieng, MERCUTIO: Milton Mumba, PARIS: Joe Kibe, MONTESCO: Trufos Amin Hassan. LADY MONTESCO: Ruth Namwaya. BENVOLIO: Jan Wanguya. CAPULETO: John Sulleiman. LADY CAPULETO: Yasmin Sudan. TYBALT: Vic Olysa. NODRIZA: Lavine Potnao.

Es de noche. En el escenario se enciende una luz gradualmente. Expectación por parte del público. Aparecen unos hombres de raza negra bebiendo cerveza, dicen el texto de Shakespeare en Chichewa. Primer impacto.

Me concentro en intentar descifrar qué es escenografía y qué es accidente. Me refiero a las cabras que andan por el escenario, que no sé si han subido por propia voluntad (es lo que tiene el escenario al aire libre), o si han subido por voluntad del escenógrafo Malauí (Julius Bore.)
Cuando aparecen los Capuleto en escena, las cabras pierden toda mi atención. Y es que los Capuleto son blancos y hablan en inglés.

En seguida empiezo a atar hilos por mi cuenta, deduzco que han adaptado el texto de manera que el público malauí reconozca una problemática propia de sus circunstancias. Enfrentan dos lenguas que conviven en un mismo país: El Chichewa y el Inglés. Dos culturas: La Chewa y la Británica, y dos maneras de entender la vida, la de los jóvenes educados en una tribu, y la de los jóvenes educados en la ciudad.

Me interesa, y presto atención. Aunque arrugo el hocico ante el título, ya que aunque no logro entender la mayoría del texto en Chichewa, me da la impresión de que no es fiel al original. Cuando escucho el texto en inglés, me doy cuenta de que tampoco es muy fiel. Quizá debería haberse llamado de otra manera, aludiendo a que está basado en el texto de Shakespeare, pero tal y como está parece que vas a ver la obra original. Y no es así.

Los actores son buenos. Mutwiri Debarl (Romeyo), tiene un dominio de la voz impresionante. Y la expresión corporal no deja indiferente. Cuando Coretta Ochieng (Julieta), sale a escena, el público (que es mayoritariamente masculino) se sume en un silencio absoluto. Hay que aclarar que el público Chewa gusta de participar indirectamente en cuantos espectáculos puedan, y nutren el texto de gritos de júbilo, alabanzas y bendiciones para los actores en cuanto pillan un silencio escénico oportuno.

La tercera vez que sale Julieta a escena, empiezo a mosquearme, no se oye el texto apenas, no tiene gracia en sus movimientos, su cara no expresa. Y entonces caigo: ¡Menudo par de protuberancias mamarias tiene la señorita! Decido unirme al silencio comunitario, sin tener muy claro si era de admiración o de rechazo. (Ambas cosas merecidas).

La obra prosigue, con sus luces fuera de tiempo, con cabras donde no tiene que haberlas, con Julieta tan apocada, con Romeyo tan exuberante. Y decido que no puedo ser una espectadora europea si quiero disfrutarla, si quiero aprender. Dejo atrás mis prejuicios y acabo aplaudiendo, cantando y gritando cuando los demás lo hacen.

Pero el final me produjo una seria distensión mandibular: Romeyo y Julieta se suicidan porque han pecado. Porque han follado. Y no pueden vivir con el peso del amancebamiento. Largan un largo monólogo sobre la moral, sobre el respeto que los jóvenes deben a la familia y sobre lo sagrado del matrimonio consentido por ambas familias.

Y entonces desaparece todo sentido de peso: Desaparecen los problemas raciales, culturales y de clase. Todo queda reducido al pecado. Y me cabreo. Porque una vez que me metí en el ajo cultural y me convertí en una más, empecé a disfrutar en serio. Y eso me sacó del todo, como si fuera una bofetada.

Salí cabreada. Y empecé a avasallar a preguntas a mis acompañantes, alguno de ellos universitario. No conocían a Shakespeare, el público no conoce a Shakespeare. Me expliqué la razón de la falta de fidelidad hacia el texto original. Y el tema del pecado… Bueno, es una cultura donde la Religión es lo más importante. Y donde intentan luchar contra el sida a base de matrimonios tempranos, abstinencia y fidelidad.

Entonces comprendí, que por mucho que me metiera en la cultura, disfrutara o me cabreara, no estaba en condiciones de juzgar. Decidí quedarme con lo ingenioso del planteamiento inicial, con la voz de Romeyo, con la entrega del público, y la originalidad del texto .
Y dejar de lado los juicios precipitados.
Aphrax K.

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