El canal autodenominado joven e irreverente, Cuatro, nos ofrece cada tarde la posibilidad de ingresar en una escuela de baile. No importa que carezcamos de la forma física adecuada, que no hayamos pasado nunca del merengue discotequero o que ya no nos sirvan los chándales fosforitos del instituto. De verdad, no importa. Sólo tenemos que pulsar la tecla adecuada del mando a distancia y aprender desde el sofá cualquiera de las coreografías que nos ofrece este reality conducido por Paula Vázquez.
Pero no se confunda, Fama Revolution no es un reality al uso.
Quizá porque no lo emite Tele 5.
Se trata de un formato descafeinado de lo que podría ser. No emiten agresiones físicas, nadie se prostituye por comida y no se escuchan insultos inventados en el mismísimo infierno. El horario infantil no permite más que pequeños hurtos, acercamientos sexuales de medio rombo y sí, la convivencia de estos jóvenes provoca alguna palabra malsonante, pero para nuestra tranquilidad, vienen en el diccionario.
Baile, superación personal e ilusión son los valores que los profesores de esta escuela televisiva inculcan a los alumnos. Todos ellos, los profesores quiero decir, son bailarines profesionales con demostrada experiencia (recordemos a Marbelys Zamora como corista de Crónicas Marcianas). Estimulan, presionan y juzgan constantemente a los aprendices. Trabaja con ilusión, que al final decide el público con sus llamadas y mensajes al 2204. Una dosis de realidad que los muchachos reciben en una sola toma cada viernes. Lloran mucho cuando abandonan la escuela sin apreciar que pasarán el fin de semana en casa. Y teniendo en cuenta que llevan varias semanas encerrados, necesitan urgentemente salir con sus amigos el sábado, descansar el domingo y correr a las agencias el lunes para el martes, a más tardar, mostrar sus habilidades encima de uno de los escenarios de la Gran Vía, mientras sueñan con aparecer cubiertos de vinilo en un videoclip de Lady Gaga.
Cuatro, canal ahorrador donde los haya, explota un formato en su 5ª temporada y apuesta por él hasta junio. Un curso escolar completito. Nueve meses de formación para la minoría de sus alumnos y como no, para cualquiera de los espectadores que desde su salón se anime.
Claro que es una lástima que a esa hora el público potencial del programa se encuentre recibiendo clases de inglés o comiendo pipas en el parque.
domingo, 17 de octubre de 2010
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