Blog de la asignatura Crítica Teatral 2

impartida por Juan Antonio Vizcaíno


jueves, 14 de octubre de 2010

Pase usted, que tendrá hambre

Según me contaron pocas horas después del entierro, había pedido a los médicos dos meses más de vida, que era lo que calculaba que iba a llevarle terminar el libro. Necesitaba un poco más de tiempo. Esa era su última aspiración, su última meta, terminar un libro que supongo que trataba sobre un tema del que le oí hablar la única vez que le vi: el teatro español en el exilio. Y le vi de casualidad, porque a la misma hora que él iba a hablar, yo debía encontrarme en clase. Le dije a la profesora, descaradamente, al principio de la mañana, que yo a las 10 y media me iba a la charla que había anunciada. No le pedí permiso, sino que me limité a informarla. Son prontos que me dan, así, de pronto. Y entonces ella recapacitó y dijo que quizá deberíamos ir todos, que sería propio de unos estudiantes de una rama del teatro que tiene una posible salida en la investigación, aprovechar la ponencia (dentro de las jornadas que se estaban celebrando) de un hombre que llevaba muchos años dedicando su vida a ello. Y suspendimos la clase para ir juntos a escucharle. Fue interesante. Pero más que el tema o las notas que tomé, recuerdo su pasión al hablar, al comunicarnos datos sobre sus investigaciones, al recomendarnos fervientemente ciertas lecturas. Y sobre todo recuerdo el orden preciso con el que expuso los datos. Ese buen recuerdo guardo de aquél día, su pasión por el teatro, que se traslucía en cada frase. Un poco más tarde me ocurrió algo más, que recordé ayer, cuando me contaron cómo fue el entierro. Aquél día, ya terminada la charla, en la fila para comer se colocó detrás de mí. Yo me di la vuelta y me vi ante él, mientras él, algo encorvado, buscaba un tenedor para ponerlo sobre su bandeja. Con el balbuceo que me suele invadir al verme ante alguien que sabe mucho, le dije una tontería. Una tontería memorable. "Pase usted, que tendrá hambre", le dije. Él pasó, dijo algo gracioso, creo recordar, le sirvieron la comida, y se sentó a comer. Puede ser que tuviera hambre, puede ser que comiera porque era la hora, ¿qué más da? ¿Por qué sólo fue eso lo que le dije? ¿Por qué no le dije lo mucho que me había gustado escucharle por la mañana, por ejemplo? ¿Por qué esa tontería?

nicoguau

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