Blog de la asignatura Crítica Teatral 2

impartida por Juan Antonio Vizcaíno


lunes, 25 de abril de 2011

Los Lázaros de los sueños

La Semana Santa ha finalizado una vez más, como siempre, han muerto muchos y no ha resucitado nadie.
Personalmente nunca he conocido a ningún resucitado, solo una vez oí hablar de uno, habelos ailos. Ocurrió en la amurallada ciudad de Lugo, 24 horas después de fallecer, un amigo de uno de mis profesores de instituto resucitó en el depósito. Lejos de alterarse, parece ser que subió a planta para saber ¿qué hora era?, ¿qué había pasado? y ¿dónde estaba su ropa? Mi profesor contaba el estremecimiento que años después todavía le producía encontrarse con él.
Cosa a parte son los muertos que nos visitan en sueños. El pasado miércoles volví a encontrarme con mi vecina Dolores, falleció hace dos años, a los 94 y se ve que después de muerta no ha renunciado a su edad (hay muertos que si lo hacen, presentándose nuevamente jóvenes y lozanos), eso sí, ha aprovechado para ir a la peluquería y se ha puesto unas coloristas gafas de mariposa, siempre fue muy coqueta, por cierto, estaba muy contenta, podría decirse que la muerte le ha sentado bien, sobre todo teniendo en cuenta la dureza de sus últimos meses.
El mundo de los sueños es verdaderamente fascinante, en el antiguo Egipto solía contratarse a un soñador para que soñara para a modo de oráculo. En la Grecia clásica el iatromantis (sanador), se tumbaba al lado del enfermo y durmiéndose, se sumergía en el sueño buscando una posible cura para su paciente. Durante años hemos desterrado el mundo de los sueños, lo hemos abandonado ante la poderosa realidad, sin embargo dudo que nuestro bienestar de vigilia, tuviese muchas garantías de cordura sin esa otra realidad compensatoria que nos asalta cada noche. Cada vez que visitamos al médico enfermos de angustias vitales, este no solo debería aconsejarnos descanso, también debería indicarnos el saludable beneficio de soñar y si es posible recordarlo.
Desde la adolescencia, mis muertos me han ido visitando esporádicamente, la primera fue mi abuela, luego mi abuelo, he escrito “visita” porque hay una diferencia entre soñar con el muerto y que el muerto te visite, en el segundo caso la sensación en el sueño es de una fuerte realidad, tanto, que la propia realidad resulta irreal al despertar. Ni que decir tiene que agradezco sus visitas, y si leen esto les pediría que fuesen un poco mas conversadores, ya que suelen ser parcos en palabras, supongo que el esfuerzo de hacerse visibles consume buena parte de su energía.
Cuando abrieron la tumba de Lázaro, cuenta la biblia que olía mal, la limpieza en la época no era una práctica cotidiana, el estar encerrado en un reducto pequeño seguramente aumentó la intensidad del olor, es más, es probable que en el proceso que estaba sufriendo perdiese el control de su esfínter. Personalmente siempre he pensado que de no haber abierto aquella tumba, finalmente, Lázaro, habría muerto.
Concluye la Semana Santa y no ha resucitado nadie, el propio Jesús pudo salir de la tumba por su propio pie tras varios días de ser cuidado y atendido con amor. Como no le gustó el trato recibido, marchó a Cachemira donde vivió una vida normal hasta el fin de sus días.
Lo dicho, no ha resucitado nadie, pero los muertos seguirán visitándonos.

Edepé

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