Blog de la asignatura Crítica Teatral 2

impartida por Juan Antonio Vizcaíno


miércoles, 24 de marzo de 2010

¡Ya soy una señorita de provecho!


¿Por qué siempre me ha llamado tanto la atención el juego de té de plata? ¿Por qué siempre he querido tener el pelo largo, para hacerme moños perfectos? ¿Por qué siempre he querido sentarme en la mesa de los mayores en Navidad?

Quizá la culpa es de aquel libro sobre la perfecta señorita, que me leía mi tía por las noches. O de aquellos que había que mantener en el respaldo de la silla para comer con la rectitud necesaria. O de las cuestas andaluzas que subíamos andando a ritmo de aquel himno tan poco apropiado.

Mi tía me dijo una vez, que una señorita de provecho nunca iniciaría una guerra de ojos de langostinos y caviar, en una cena. Tampoco sorbería la sopa. Ni se reiría a carcajadas. Ni diría palabrotas. Ni se pondría esa ropa tan horrible que se ponen los jóvenes de hoy en día. Ni se teñiría el pelo. Ni llevaría escotes…

Y yo veía en sus ojos que jamás llegaría a ser una señorita de provecho. Que nunca tendría una melena bonita, sino greñas de mendiga. Que mis faldas nunca serían lo suficientemente largas, o lo suficientemente elegantes. Que nunca acertaría con los centímetros de mis tacones. Que jamás elegiría un novio lo suficientemente eficiente, y con el miembro viril lo suficientemente estropeado, como para respetar mi extrema e inmaculada pureza por los siglos de los siglos, hasta unirnos en matrimonio.

Un día sucedió algo extraño. Llegó una fiesta familiar en la que me planté con veinte años. Alguien me dijo: “Vaya, te has convertido en una señorita de provecho.”

-¡Ya soy una señorita de provecho!- le grité a mi tía. Después pensé que debería hacer algo para celebrarlo. Cogí el teléfono y llamé a mi amante número doscientos dos. Puse una voz seria y firme. Me atusé el pelo, tontamente, porque mi amante número doscientos dos, no tiene la habilidad de saber si estoy peinada por el tono de mi voz.

Le dije: “Querido, tengo que dejar de tener encuentros íntimos contigo.” El pobre no se lo tomó bien, pensó que le dejaba porque se comía los mocos, así que se lo tuve que aclarar: “No, Luis, mi amor… Te dejo porque ya soy una señorita de provecho, y no está bien visto. No me importan tus preferencias culinarias, cada cual es libre de comerse lo que quiera.”

Cuando colgué me fui al salón, me serví una copa de champán, las burbujitas se me subieron por la nariz, tuve ganas de estornudar pero me las compuse como pude para no hacerlo. Decidí cambiar el champán por Cocacola, pero a escondidas le quité el gas con el dedo, para que pareciera vino.

Después me fui a hablar con otras señoritas de provecho, algo mayores que yo. Puse la postura adecuada: La barbilla levantada, morritos de putón frígido, meñique ligeramente levantado, piernas cruzadas… Y debió ser que no ensayé antes, porque del esfuerzo de mantenerme de ese modo, se me escapó un eructo. (Y vive Dios que yo pensaba que no sabía eructar). Me sonrojé ligeramente, pedí perdón, y me encerré en el baño.

Me refresqué un poco mi perfecta y señorial frente (perfecta gracias al maquillaje, porque en realidad tengo algún granito típico de la pubertad, que no termina de desaparecer.) Pensé que igual tenía un aspecto demasiado infantil, así que saqué el pintalabios y me pinté como si me fuera la vida en ello. Se me escapó otro eructo.

Salí, pillé a mi primo por banda y le dije: Primo, soy una señorita de provecho, sé cocinar, sé sentarme, sé pelar langostinos con cubiertos, sé tener amantes sin que nadie se entere, sé esconder el dinero en el escote y sacarlo sin que parezca un acto obsceno, sé hacerme la tonta, sé parecer inofensiva… Pero tengo un problema…

Mi primo, que me adora, me acarició la cara con dulzura, apartó un mechón de pelo de mi dulce e incorrupto rostro, y se interesó por mi problema. -¿Qué es lo que perturba tu inmensa paz, "querida prima", "capullito de alhelí", "pajarito que canta en la mañana"?

-¡Que justo hoy, cuando he conseguido ser una señorita de provecho, los gases han aprendido a salir por arriba, y no puedo remediarlo!- le dije sollozando.

Su semblante se oscureció. Y me aconsejó que me sentara en un rincón, con las piernas cruzadas, la barbilla levantada y una sonrisa tranquila. Y que no hablara con nadie. Y que pasara lo que pasara, no abriera la boca.

Y así me quedé, toda la noche. Disfrutando de lo que siempre había querido ser: Una señorita de provecho.


Aphrax.K.

La decente, de Mihura

El martes 23 de marzo va a tener lugar en la RESAD (Real Escuela Superior de Arte Dramático), la muestra de comedia de los alumnos de segundo curso de dirección de escena. "He de reconocer que no me gustaba nada en absoluto", confiesa Ana Garrido, directora de una de las escenas que se van a poder ver, en este caso la parte central de La Decente, de Miguel Mihura. "Al principio estaba muy perdida", continúa, "y tras el primer pase comencé a entender un poco por dónde debíamos ir, pero no lo vi claro hasta el segundo, en el que comprobé qué le hacía falta a la escena." Con el término pase se refiere a cada una de las veces previas a la muestra en que la escena debe ser representada en el aula, ante el docente y el resto de compañeros, para que se pueda llevar un seguimiento del trabajo y una proceso de evaluación.

La disposición y entrega de los actores ha sido la leche!", en estos términos define Garrido su trabajo con Tamara Carro y Manuel Benito, "ambos algo jóvenes para la idea inicial que tenía de los personajes tras la primera lectura de la obra". Su intención primigenia era la de incluir gags cómicos y números de clown, pero al darse cuenta de que en el texto que le había correspondido montar no tenía cabida este tipo de cosas, se centró en el trabajo de los actores y en ir perfilando los personajes poco a poco. "Yo creo que eso es lo que me ha ayudado a estar motivada con el proyecto", afirma Garrido respecto al proceso de ensayos con sus dos amigos a los que ha embarcado en esta aventura.

Para Ana la muestra de mañana es sólo un principio, pues, según sus propias palabras, "queda mucho por hacer... es una escena complicada que requiere mucho tiempo." "Pero no puedo quejarme del resultado", concluye Garrido, "el trabajo ha sido muy interesante".

nico guau

miércoles, 10 de marzo de 2010

IDEA NUEVA, novedad un tanto anticuada

Hoy en día cuesta entender el nacimiento de un nuevo periódico como una fiesta. Es más, cuesta hablar de nacimiento cuando se trata de la letra impresa, la cual está agonizando para dar paso a la prensa en formato digital.
Por otro lado, el autor menciona la existencia de caciques en su tiempo, asunto vigente incluso a día de hoy; sin saber cómo eran los de su época, he de admitir que los de la nuestra se presentan ante los ojos del populacho disfrazados de curas, alcaldes y policías.
La prensa ha tenido y tendrá siempre tanto seguidores como detractores; no veo nada malo en que se dividan en dos bandos y discutan, siempre y cuando tengan argumentos para ello. Opino que criticar a los críticos es tan necesario como juzgar a los jueces.
A diferencia de Machado, dudo mucho de que en el tiempo en que vivimos la prensa contribuya a crear la vida ciudadana, ni que sea un reflejo fiel de la consciencia colectiva. No hay más que ver la cantidad de publicidad o de des-información burda y vil que contiene la prensa española de hoy. Y si de verdad en eso consiste la dichosa consciencia colectiva, espero que se me considere un paria.
Esos “portentosos rotativos que nos aportan diariamente noticias de todos los rincones del planeta” se contradicen los unos a los otros. Si en la época de Machado hubiera tanta diversidad como ahora para escoger un periódico, el propio Antonio se preguntaría quién manipula la información y a quién creer.
En resumen, habría que ver al señor Machado en el año 2010; ¿habría tantos halagos dedicados a la prensa como en el texto en cuestión? No lo creo.

martes, 9 de marzo de 2010

YA SOY EJECUTIVO

Hay personas para las que vivir humildemente llega a resultar un peso en la existencia; para otras, sin saberlo, fijarse metas tan grandes para así llegar a lo más alto, se convierte en el lastre de sus vidas. Ese no es mi caso, pues me alimento de las apariencias y únicamente la ostentación y una existencia banal me hacen feliz. Un día lo tuve claro. Decidí que, para alcanzar el nivel de vida deseado, el mejor trabajo era el de ejecutivo.
No hace mucho tiempo alguien me pregunto cuál era mi palabra favorita del diccionario. Yo por supuesto no contesté. No es que no la tenga, sino más bien creo que, por sus connotaciones, no es el tipo de palabra adecuada que se le pueda decir a cualquiera, ya que se corre el riesgo de que a uno le pongan el Sambenito de tirano. Aunque todos lo desean, ninguno lo reconoce, ya que, la falsa moral flota en el ambiente. Pues bien. Esa palabra a la que me refiero, es “poder”.
Fiel a los que mis padres me inculcaron, decidí canalizar mi carrera por el lado más práctico posible. Comencé estudiando Dirección y Administración de empresas, licenciándome con una media de notable. Después de realizar un master en Dirección económico financiera, entré a formar parte de una importante empresa dedicada a las telecomunicaciones, focalizando mis energías hacia un claro objetivo: ser un alto ejecutivo. No es que me guste, pero esta bien retribuido. Habiendo dejado a un lado cualquier tipo de intereses personales comencé una exitosa carrera. En mi adolescencia tenia inclinaciones más bien artísticas. Me gustaba la música y la literatura, era muy bueno dibujando cómics e incluso llegue a ganar algún concurso literario. Si, tenía otras facetas, aunque no me importaban demasiado como para sacrificarlas en base a mi objetivo principal; ganar dinero, mucho dinero; y cuanto más mejor. Ahora ya puedo decir que me encuentro en el lugar deseado. Ahora puedo decir que ya soy ejecutivo.

Siempre se ha dicho que el dinero no da la felicidad; que lo realmente importante en esta vida no se puede comprar. Eso me parece muy bien y admito que no le falta verdad. Aunque mis preferencias se inclinan hacia otras facetas de la vida, que si pueden comprarse. Para mí, todo lo demás no merece la pena. En el mundo en que vivimos todo se produce, viene envasado o se puede comprar por Internet. La llave: crédito suficiente en la tarjeta. Mi tarjeta de ejecutivo.

! Qué grata sensación! Es excitante saber que cada día que pasa tengo más poder en la empresa, y voy camino de superarlo. Sentirme poderoso me excita sexualmente y el hecho de tener don de mando me da seguridad en la cama, porque yo ordeno y marco el territorio. Lo malo de tantas horas de trabajo, que van unidas a un cargo de responsabilidad, es que repercute en la vida personal; particularmente en lo referente al sexo. Estrés y pene no van cogidos de la mano. Parece demostrado que al miembro viril no le gusta el trabajo de oficina y lo demuestra con repetidas huelgas. Como persona positiva que soy, a todo procuro buscarle una solución y ver las cosas de forma menos dramática. Si por un lado, ocultar la falta de erección es prácticamente imposible (los hombres llevamos la profesión por fuera), para no caer en la humillación, tengo mis maneras de trasladar la culpa a la otra parte, haciéndole creer que ha sido debido a su falta de atractivo sexual. Y lo creen firmemente, llegando en ocasiones a marcharse de mi casa con un gran trauma. Esa credibilidad solo te lo da tu posición social. Lo siento muchísimo por ellas pero tengo que conservar mi imagen. De todos modos, para no herir sensibilidades, he comenzado a tomar Viagra. Cada vez con más frecuencia. Es bastante caro, pero, mi economía me lo permite; por que soy ejecutivo.

El amor es primordial en la vida del hombre. Algo que se sitúa por encima de muchas cosas. Eso cuando se trata de un hombre común. Para la clase obrera es sinónimo de consuelo, de alivio al peso de su frustración. En otras escalas, como la mía, el amor es innecesario, y la pasión un lastre. No hay tiempo para tales cosas. Podría decir que soy hombre de un único y gran amor, y ese, es el dinero. Amar algo mas sería bigamia y semejante idea es intolerable, pues me considero un conservador en lo que a valores se refiere. Un “te quiero” de vez en cuando es suficiente para mantener la normalidad y limar asperezas. Para quién sobreentiende, pocas palabras bastan. Hay temas que se deben asumir en la relación con un ejecutivo.

Tengo relaciones duraderas, que a lo sumo, vienen a durar de entre tres a cuatro meses. A veces incluso pago a prostitutas; que viene a ser lo mismo, y no tienes que llamarlas a diario. Se las ama cuando a uno le viene en gana y no piden explicaciones. Dicen que no es lícito pagar para ser correspondido. Pero yo pienso que son bobadas. Durante largo tiempo he podido comprobar que se puede llegar a ahorrar hasta un sesenta por ciento de lo que a menudo me he gastado con mis exparejas, porque no hay que hacerles regalos ni invitarles a cenar. Las prostitutas ya vienen cenadas de casa y, si no lo han hecho, no es asunto mío.
Lo malo es que si aspiro al puesto de Director General debo dejar algunos cabos mejor atados. No es aceptable la figura de un hombre soltero para un puesto de semejante envergadura. Hay que proyectar integridad y ciertos valores tradicionales, y esa seguridad solo la da el matrimonio. De momento he fijado mi objetivo en una mujer, la cual creo perfecta para mí. Se trata de una secretaria de producción que trabaja para otra empresa dentro del mismo complejo empresarial, con la que he coincidido en varias ocasiones. Es una mujer guapa, sexi, medianamente inteligente, común en sus aspiraciones, aburrida, sin vértices, de reducido mundo interior, y lo que es mejor, fría y con deseos de estabilidad. Que tenga un poco de la ambición necesaria es suficiente para pulir aspectos relacionados en cuanto a su educación y su apariencia y llegar a ser la esposa de un Director; a la sombra de un alto ejecutivo.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Tras los pasos de Lope de Rueda

La primera colaboración entre un estudiante de dirección y uno de dramaturgia, para los alumnos de 2º curso de esta especialidad, tuvo lugar en la RESAD el 24 de febrero de 2010. La muestra de los trabajos conjuntos sobre los Pasos de Lope de Rueda para la asignatura Taller de Teatro Clásico, dio lugar al acontecimiento.


Los alumnos ofrecieron diversidad, entretenimiento y sobre todo, en honor a Lope de Rueda, humor.



Germán Collado dirigió desde un punto de vista gestual una versión western de Mark Moyseyenko. Paloma Arroyo y Javier Muélledes titularon Los yonkis a su versión de Los criados, dirigida por Diego Domínguez. Fernando Gandasegui y Rocio Bello adaptaron Pagar y no pagar al trabajo que Montse Ortiz propuso con actores y marionetas. Las acciones físicas fueron el campo elegido por Manuel Benito para adaptar Cornudo y contento, de cuya dirección se ocupó Ana Garrido. Oscar Merino adaptó y manipuló la marioneta de su versión de La carátula. Paola Torregrosa investigó sobre el distanciamiento en la versión de Ángeles Martín del paso Cornudo y contento. Por último, María Montenegro y María Ferreira transformaron Cornudo y contento en una telenovela dirigida por Raúl Rodríguez.



El sentido práctico de la muestra, la desinteresada colaboración de los actores y el trabajo en equipo dotaron al evento de un carácter lúdico y emotivo que promete una segunda parte a final de curso, cuando presenten sus ejercicios de verso.


Jerónimo Jimeno.